25 Mar Irving Gatell / ¿Será posible que Ucrania derrote a Rusia?
Enlace Judío México e Israel – En el momento en que escribo esto, la OTAN calcula que las bajas rusas en Ucrania ascienden a 40 mil soldados; estaríamos hablando de alrededor de 15 mil muertos, y los demás heridos o desaparecidos en acción. Han circulado videos del Saratov, un barco ruso de desembarco, explotando e incendiándose en el puerto de Beryansk. Y se habla de que de los 12 mil soldados rusos que están en la región de Kyiv, 3 mil se han rendido, y otros 4 mil han quedado aislados y su posición es terriblemente frágil.
IRVING GATELL EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO
Hace un mes, cuando comenzaron las hostilidades, nadie esperaba una situación como la que estamos viendo. Ahora se sabe que el embajador ucraniano en Alemania solicitó apoyo, y un alto funcionario del gobierno alemán le contestó que no tenía mucho sentido, si de todos modos Ucrania iba a caer en un par de días.
El plan original de Putin
Y es que ese siempre fue el plan original de Putin: una guerra rápida para tumbar al gobierno de Volodimir Zelensky, imponer un presidente títere, y sentarse a esperar las sanciones internacionales que, sin duda, serían agresivas. Pero teniendo el control total de Ucrania —máximo, cuatro o cinco días— Putin tendría muchas cartas para negociar con Estados Unidos y Europa. Su cálculo es que así como se habían doblegado en Afganistán y se habían resignado a tener a los talibanes de vuelta en el poder, se doblarían ante Rusia y tendrían que aceptar la anexión de Ucrania.
Con lo que no contaron fue con la fiera resistencia que, desde el primer momento, pusieron los ucranianos, en gran medida inspirados por la actitud tomada por su presidente —el judío Volodimir Zelensky— y el alcalde de Kyiv —el exboxeador y campeón de peso completo Vladimir Klitchko—, que en vez de huir se pusieron al frente de las tropas para presentar resistencia contra la invasión.
Casi de inmediato empezaron a circular noticias sobre los descalabros rusos a nivel de piso. Las noticias, por supuesto, se centraron en los cada vez más agresivos bombardeos rusos sobre las principales ciudades ucranianas y, por supuesto, el nivel de destrucción logrado. Pero la guerra a ras de suelo tiene otra lógica, y lo que quedó muy claro desde la primera y segunda semanas de combate, fue que el ejército ruso tenía más prestigio del merecido.
Los ucranianos no se tardaron en descubrir el modo de interrumpir los suministros para las largas filas de vehículos de guerra rusos (tanques o blindados). Sin gasolina y sin alimentos, los soldados pronto perdieron también la motivación. Poco a poco, fluyeron las noticias sobre batallones rusos que eran capturados, o a veces hasta aniquilados, y la interferencia a las comunicaciones rusas confirmó que, hasta el momento, han muerto en combate más de 30 altos mandos militares del ejército invasor; cuatro de ellos, por lo menos, generales del máximo rango posible.
Todo esto es una pésima noticia para Putin, que necesitaba una guerra rápida. ¿Por qué? Porque su economía no está en condiciones de prolongar este conflicto demasiado tiempo. Por eso necesitaba llegar a la mesa de negociación con Biden teniendo a Ucrania completamente sometida; en vez de ello, se ha visto obligado a entablar negociaciones con Ucrania, con sus enemigos directos.
¿Qué fue lo que falló en el cálculo de Putin?
Por supuesto, no esperaba toparse con un pueblo ucraniano tan decidido a defender su libertad. Pero hubo algo más, acaso más grave, que perdió al presidente ruso en una aventura de la que no saldrá bien parado. Incluso, que tal vez le cueste el puesto.
Putin no ha entendido que la guerra no es un negocio. Se gasta demasiado dinero, y si no tienes un ingreso asegurado que esté —como mínimo— al nivel de lo que estás gastando, no importa que destruyas al país contrario. De todos modos vas a perder, porque el saldo no va a ser positivo.
Los chinos, curiosamente, ya lo entendieron. Por eso, hace mucho que China no se pone en el plan de proponer una amenaza bélica a Estados Unidos o a occidente. Se ha hablado mucho sobre sus ansias de anexarse Taiwán, pero con todo y que este es un país muy pequeño, los chinos han preferido irse con pies de plomo en ese asunto. Y ahora que han visto el nivel de sanciones contra Rusia, seguro se lo van a pensar mejor.
La determinación de los ucranianos
Mientras tanto, la determinación de los ucranianos ha provocado que todo occidente se solidarice con su causa, y el apoyo militar ha fluido durante todo este mes. Todos entienden que la OTAN no debe involucrarse directamente en el conflicto, porque eso escalaría el nivel de agresiones rusas, algo que no conviene tratándose de una potencia en decadencia pero con armas nucleares y químicas. Sin embargo, eso no ha sido razón para limitar el apoyo militar, y desde varios países está, todo el tiempo, fluyendo armamento para que los soldados y partisanos ucranianos puedan enfrentar a la artillería rusa con armas de primer nivel, que están provocando verdaderos estragos en las columnas de vehículos blindados o de suministros para estos.
El resultado es que, a un mes de iniciadas las hostilidades por parte de Rusia, los invasores casi no han tomado control de nada. Y de muchos lugares que ya habían “conquistado”, los ucranianos los han desalojado, dejando un terrible rastro de muertos, heridos, desparecidos y capturados.
Es imposible observar todo este inesperado panorama en el que se consolida cada vez más la posibilidad realista de que Ucrania derrote a Rusia, sin pensar en todo lo que acabamos de celebrar en Purim: la obsesión de un tirano, la guerra motivada por el odio, el decreto para destruir a un pueblo, la reacción valiente de los sentenciados a muerte, la repentina ayuda que llega de todos lados.
¿Será que cada pueblo tiene su propio Haman y su propio Mordejai?
¿Su propio Purim y, un mes después, su propio Pésaj?
Eso es lo más fascinante de los relatos bíblicos. En esencia, se ubican más allá de la Historia, justo porque reflejan una sorprendente comprensión de lo que es la Historia.
Historias como la del éxodo, o la de Purim, nos confrontan ante arquetipos, más que ante datos referidos a otros tiempos y otros lugares. Si esto fuera todo, el libro de Ester no sería más que una monografía de algo que ya pasó.
En cambio, lo que encontramos en cada una de esas páginas son profundas reflexiones sobre la condición humana y, especialmente, sobre la conducta de aquellos que se pierden en la vanidad de sus obsesiones, y aquellos que se redimen —y redimen a otros— con su esfuerzo por hacer las cosas correctas.
Por eso, las historias de Purim y de Pésaj se están repitiendo en Ucrania.
Tendrán otros detalles, la secuencia de eventos será distinta, pero el resultado será, al final, el mismo: los pueblos que anhelan la libertad, tarde o temprano son premiados con ella.
El momento crucial en el libro de Ester es esa espantosa escena donde Haman llega a su casa frustrado porque ha tenido que pasear al judío Mordejai, montado en el caballo del rey Ajashverosh y ataviado con las ropas reales y la corona, y se topa con su esposa —nula empatía, nulo apoyo, nulo consuelo— que, al escuchar el relato de su agobiado esposo, simplemente le espeta, le escupe que su caída a comenzado, y nada la va a detener.
Y así fue: Haman terminó ahorcado en el cadalso que había preparado para Mordejai, y luego sus diez hijos fueron ejecutados también.
¿En qué momento podremos decir que Putin ha cruzado ese umbral que marca el inicio de la derrota?
Los soldados rusos en el frente ucraniano, parece que lo cruzaron hace mucho. Sus casi nulos avances y sus catastróficas pérdidas nos señalan que, para ellos, el asunto está prácticamente perdido.
Putin, lamentablemente, tiene dos ventajas: todavía puede disparar muchos misiles contra Ucrania, y además vive desconectado de la realidad.
Pero las sanciones no tardan en debilitarlo todavía más. Para que puedan funcionar plenamente, deben transcurrir algunos meses. Eso requiere que los ucranianos resistan.
Pero ellos, en el otro extremo, también ya cruzaron un umbral que los ha puesto en una posición desde la cual contemplan la posibilidad de derrotar a sus enemigos. Y por ello han decidido resistir.
¿Será que no nada más veremos reflejado en este conflicto cada arquetipo de Purim y de Pésaj, sino también de Januká?
Los pocos derrotarán a los muchos.
Es mi más sincero deseo. El pueblo de Ucrania lo merece.
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Fuente: Enlace Judío