23 de marzo de 2022

El judío ucraniano que salvó a la música yiddish del olvido

Moyshe Beregovsky, folclorista judío, viajó por su Ucrania natal en los años 30′ y 40′ recopilando música yiddish y canciones klezmer. Además, entrevistó a residentes y sobrevivientes de los guetos.

A finales del año pasado, meses antes de que un misil ruso cayera cerca del monumento conmemorativo de Babyn Yar, en las afueras de Kiev (Ucrania), la fundación del lugar anunció sus planes de construir un nuevo museo en honor a los 33.771 judíos asesinados allí por los nazis en septiembre de 1941.

Natan Sharansky, presidente del consejo de supervisión del monumento, describió Babyn Yar como un «símbolo de los intentos de destruir la memoria del Holocausto», y que la nueva institución se llamaría Museo de la Historia del Olvido.

 Moyshe Beregovsky. (Captura de pantalla)

 «La historia del olvido» sería un título apropiado para «Song Searcher», el nuevo documental sobre Moyshe Beregovsky, folclorista y etnomusicólogo judío que viajó por su Ucrania natal en los años 30′ y 40′ recopilando música yiddish y canciones klezmer. Antes de la Segunda Guerra Mundial, Beregovsky llevaba un equipo de grabación primitivo en sus visitas a los shtetls de la región, que, para ese entonces, eran vitales.

Durante y después de la guerra, entrevistó a los residentes y sobrevivientes de los guetos de Chernivtsi y Vinnytsia. Las voces que capturó se escuchan en 1.017 cilindros de cera rayados que durante mucho tiempo temieron que se perdieran.

La película detalla cómo se recuperaron estos materiales y llegaron a la Biblioteca Nacional Vernadsky de Ucrania. Son un tesoro para los estudiosos y músicos que quieren preservar y resucitar una cultura que estuvo a punto de desaparecer.

«Nadie más hizo proyectos como éste, de recopilar tanta música y escribir tanto sobre ella», aseguró en la película Mark Slobin, etnomusicólogo estadounidense.

El memorial de Babyn Yar, en Kiev. (AFP)

 Las recopilaciones de Slobin de la obra de Beregovsky fueron clave para el renacimiento del klezmer de los últimos 40 años.

«Nadie hizo un proyecto así en Polonia cuando la cultura estaba viva. Nadie lo hizo en esos otros lugares donde vivían los judíos. Así que es un monumento no sólo para el lugar donde trabajó en Ucrania, sino para toda la población de la cultura judía de Europa del Este», agregó.

Beregovsky pudo regresar a Kiev tras la muerte de Stalin, donde, antes de que el cáncer lo matara en 1961, pudo organizar su archivo privado.

En la película se ven varios músicos klezmer que tocan las canciones que Beregovsky recopiló. Muchos temas reflejan la miseria de la experiencia judía bajo los soviéticos, los nazis y nuevamente los soviéticos. Incluso una canción supuestamente «humorística» -cantada por Psoy Korolenko, un pícaro cantante ruso de yiddish- es una fantasía de venganza sobre el enfrentamiento con Hitler después de la guerra.

Sin embargo, la película nunca pierde de vista el incalculable coste humano del Holocausto en Ucrania. Los sobrevivientes que eran niños durante la guerra relatan los horrores de las marchas forzadas, el sufrimiento en los guetos y el sombrío destino de los judíos de Transnistria, que se salvaron de los campos de concentración, pero murieron de hambre y a tiros por ocupantes alemanes y rumanos.

También hay fotografías en color de la matanza de Babyn Yar, uno de los muchos momentos en los que las imágenes e historias de civiles atrapados y refugiados desesperados se mezclan con los titulares de esta mañana en Ucrania.

Los soviéticos son celebrados como los liberadores de Auschwitz, pero casi inmediatamente se vuelven contra los judíos. Entre sus objetivos se encontraba Beregovsky, que para entonces había fundado una serie de instituciones académicas importantes y perfectamente legales en Rusia y Ucrania: un Gabinete de Investigación de la Literatura, la Lengua y el Folclore Judíos; el Archivo de Música Folclórica Judía; el Gabinete de Etnografía Musical y Grabación de Audio del Conservatorio de Kiev. Incluso se doctoró en el Conservatorio de Moscú, con una disertación sobre la música folclórica instrumental judía.

Prisioneros judíos en el campo de concentración de Płaszów durante el Holocausto.
(Yad Vashem)

En 1949, estas actividades étnicas judías fueron consideradas «cosmopolitas» por los soviéticos, y Beregovsky fue enviado a Siberia, donde se unió a otros trabajadores esclavos en la construcción de un ferrocarril. Ya convertido en abuelo, encontró cierto consuelo dirigiendo el coro del campo de prisioneros, y la película incluye fragmentos de cartas que escribió a su esposa Sara en Kiev, pidiéndole que le enviara partituras.

 «El objetivo es nuestra memoria histórica, nuestras tradiciones culturales, nuestra identidad nacional e individual, nuestra memoria e identidad como nación».

Ihor Poshyvalio, director del Museo Maidan

Beregovsky pudo regresar a Kiev tras la muerte de Stalin, donde, antes de que el cáncer lo matara en 1961, pudo organizar su archivo privado.

¿Qué se conservó? ¿Qué se perdió? ¿Y qué podría seguir perdiéndose a medida que avanza la guerra actual?

Los judíos tienen una historia complicada con Ucrania. De hecho, casi un millón y medio de judíos fueron asesinados allí. Fueron víctimas de los nazis, pero también de los colaboradores locales de los alemanes. El país, que en su día albergó a la segunda población judía más grande de Europa y en el que aún viven más de 40.000 judíos, puede considerarse también un vasto cementerio judío. Y, sin embargo, su cultura judía fue tan fundamental para la identidad y la autocomprensión del país como lo fue para la de los judíos, como explican los especialistas en la película.

«La guerra del patrimonio por la identidad significa que el objetivo no es sólo el territorio o algunos objetos militares o civiles», dijo el jueves a PBS NewsHour Ihor Poshyvalio, director del Museo Maidan de Kiev. «El objetivo es nuestra memoria histórica, nuestras tradiciones culturales, nuestra identidad nacional e individual, nuestra memoria e identidad como nación».

 Un centro comercial de Kiev destruido por un bombardeo ruso. (AP)

«El buscador de canciones» termina con una nota que no es ni esperanzadora ni desesperante, o tal vez sea ambas cosas: Igor Polesitsky, violista y klezmer de Florencia, se sienta cerca de las tumbas de sus parientes judíos asesinados en Kalinindorf, que fue una colonia agrícola judía en el sur de Ucrania.

«Mira por aquí, no queda nada judío», afirma, después de tocar un réquiem conservado por Beregovsky. «Lo único que realmente queda es lo que salvó Moyshe Beregovsky. Así que su archivo es lo que nos trae aquí, y nos convertimos en un vínculo con el espíritu de la gente que ya no está con nosotros».

 

Fuente: Ynet Español

 



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