07 Mar En Moldavia, los judíos ucranianos esperan ansiosamente en sinagogas y centros judíos a que pase la guerra
POR: Jacob Judah
Refugiados ucranianos disfrutan una comida en la sinagoga Agudath Israel en Chisinau, Moldavía, 3 de marzo del 2022.
Los judíos locales dicen que miles de sus correligionarios han llegado de Ucrania después de huir de la invasión rusa, buscando ayuda, refugio y consejo mientras planean los próximos movimientos.
CHISINAU, Moldavia (JTA).- Una madre acuna a su hijo. Un anciano agarra una funda de plástico grande en la que ha metido todas las pertenencias que pudo hacer caber. Los niños que son lo suficientemente mayores para comprender lo que está sucediendo guardan silencio, aquellos que no lo son tiran suavemente de los abrigos de sus abuelas.
Esta es una de las escenas del éxodo judío de Ucrania.
Los estrechos corredores y las sucias escaleras de las pocas sinagogas y centros comunitarios propiedad de la comunidad judía en Moldavia, vecina de Ucrania, han estado tranquilos esta semana -pero no porque estén vacíos. Las mujeres están sentadas atónitas mientras procesan por primera vez la idea de que se han convertido en refugiadas. Los adolescentes envían mensajes de texto a sus padres y hermanos para recibir noticias del frente.
En los días desde que Rusia invadió Ucrania, más de un millón de personas se han convertido en refugiados, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Alrededor de 100,000 ya han terminado en Moldavia, el país más pobre de Europa, que limita con Ucrania al sur.
Entre aquellos que abandonan Ucrania están miles de judíos, y muchos han buscado la ayuda de la comunidad judía en Moldavia. Los judíos locales dicen que han visto a miles de judíos ucranianos cruzar buscando ayuda, refugio y consejo mientras planean sus próximos movimientos. Se esperan muchos miles más, ya que alrededor de 15,000 ucranianos ingresan cada día.
El jueves, Katerina Starchenko, de 70 años, se sentó en la esquina de una sala de estudio de una de las cuatro sinagogas principales de Chisinau -la Sinagoga Sticlarilor, o Sinagoga de los Vidrieros, que fue erigida en el siglo XIX y ahora está dirigida por el movimiento jasídico Jabad-Lubavitch. Le tomó dos días llegar a Moldavia desde su hogar en la ciudad industrial de Kryvyi Rih, en el centro de Ucrania.
Katerina Starchenko, de 70 años, y su nieta Milena, de 7, vistas en la Sinagoga Sticlarilor, o Sinagoga de los Vidrieros, en Chisinau, Moldavia, 3 de marzo del 2022.
¨Fue aterrador¨, dijo. ¨El camino no era fácil y teníamos que parar constantemente en los puestos de control en la ruta donde había hombres armados. Me puso muy nerviosa¨.
Strachenko fue conducida por su hijo de 33 años, junto con su esposa e hija. Ucrania ha prohibido que los hombres en edad de combatir (18-60 años) salgan del país, así que las dejo a ellas en la frontera de Moldavia y dio la vuelta. ¨Ha regresado para pelear¨, dijo.
Como muchos ucranianos, no estaba preparada para la guerra. Parecía ridículo pensar que Rusia decidiría invadir Ucrania, dijo.
¨Ya tengo 70 años¨, dijo, ¨pero mis hijos y mis nietos son jóvenes. No merecen esto¨.
Cerca hay una mochila y un carrito decorado con girasoles en el cual ha empacado algunas prendas y recuerdos. Van a pagar 150 euros ($165) cada uno para que su nuera, su nieta y ella misma consigan llegar en automóvil a Italia, donde tiene una hija.
¨No creo que me vaya a casa pronto¨, dijo mientras se llevaba la mano a la mejilla.
Moldavia, que no es miembro de la OTAN ni de la Unión Europea, es el más frágil de los vecinos occidentales de Ucrania, con un sistema de salud mal equipado que fue golpeado por la pandemia de COVID-19. Pero desde que los combates empezaron en Ucrania, la sociedad moldava se ha movilizado para apoyar la afluencia de ucranianos.
¨Por ahora podemos decir que miles han pasado por aquí¨, dijo Lea Gotssel, de 23 años, la esposa de uno de los rabinos de la Sinagoga Sticlarilor, mientras estaba rodeada de refugiados que comían una comida vespertina de cuscús y sobras de matzah de Pesaj.
Las cuatro sinagogas de la ciudad están dirigidas por varios grupos ortodoxos que a menudo no tienen rabinos a tiempo completo; las organizaciones envían rabinos de Estados Unidos e Israel, que a menudo se quedan por varios años a la vez, sirviendo a la comunidad de entre 5,000 y 20,000 personas, dependiendo de cómo uno cuenta a las personas con herencia judía. Mucho menos de 5,000 asisten a la sinagoga regularmente.
Es poco probable que la mayoría de los ucranianos que llegan a Moldavia se queden. Se calcula que aproximadamente 40,000 ya se han ido a la vecina Rumania desde dónde habrán comenzado a dispersarse por Europa.
¨La mayoría de los que han venido aquí se van a Rumania, Alemania, Israel, Polonia¨, dijo Gotssel, ¨pero hay algunos que se quedan más tiempo y esperan poder volver a casa pronto¨.
En la habitación contigua, su esposo caminaba furiosamente mientras miraba su teléfono con el ceño fruncido. Estaba tratando de ayudar a una joven en estado de pánico a reunirse con su madre en Israel, pero había dejado todos sus documentos en Ucrania.
¨Dile a tu madre que te envíe una foto de su pasaporte israelí¨, dijo.
Virtualmente todas las personas que han entrado por la puerta de la sinagoga, en una callejuela de Chisinau, son judías.
¨Todos van a donde sienten que recibirán ayuda primero, y la mayoría de los judíos sienten que ese lugar es una sinagoga¨, dijo Gotssel. ¨Estamos tratando de encontrarles lugares para quedarse. Tratamos de encontrar dinero para las personas que no lo tienen. Tratamos de darles comida y consejos¨.
La anoche anterior, se le dijo a la sinagoga que esperara un bus lleno de huérfanos que habían sido evacuados de Odesa.
Refugiados ucranianos son vistos en la sinagoga Agudath Israel en Chisinau, Moldavia, que también alberga un capítulo local del grupo de ambulancias voluntarias United Hatzalah, 3 de marzo del 2022. Una bandera ucraniana está colgada en la mehitzah, una pared que separa a hombres y mueres durante los servicios religiosos.
¨Organizamos algo para que tuvieran un buen lugar para venir¨, dijo Gotssel. ¨Tratamos de crear algo normal para ellos, así que uno de los rabinos fue al salón de bodas y les dijo que había un orfanato llegando y les preguntó si podían establecer un lugar donde pudiéramos traerles comida¨.
Rusia ha afirmado que su agresión a Ucrania es parte de un esfuerzo para ¨desnazificar¨ a Ucrania. Pero la imagen que Rusia pinta de Ucrania -cuyo presidente, Volodymyr Zelensky, es judío -no es una que reconozcan los miles de judíos abandonando el país.
Natalia Bilokonenko, de 52 años, había estado refugiándose en un parqueadero subterráneo de los ataques con misiles rusos en Kiev, cuando decidió que tenía que sacar a su hija de siete años.
¨Pensé que podíamos quedarnos¨, dijo, ¨pero los combates en los distritos alrededor de Kiev comenzaron a empeorar mucho y en ese punto me asusté. Recibí un mensaje a las 2 a.m. diciendo que iba a salir un grupo de personas esa mañana, así que decidí coger a mi hija e irnos¨.
Abordaron un autobús organizado por la comunidad judía de la ciudad y el gobierno israelí y partieron hacia Moldavia. Cuando llegó, le dijeron que, al bus, registrado en Polonia, no se le iba a permitir entrar a Moldavia, y que tendría que encontrar su propio camino a Chisinau. Se puso en contacto con Jabad en Moldavia, que le dijo que la ayudarían a pagar un carro, si podía encontrar uno.
Su hija estaba jugando con un juguete que había traído de su casa, hasta que se cayó cerca de un perro que gemía junto a su dueña dormida. Entonces decidió que era hora de volver a tomar la mano de su madre.
El hijo de Bilokonenko y su ex esposo están combatiendo. Mientras hablaba, su teléfono sonaba constantemente.
¨Estoy en constante contacto con él¨, dijo ella sobre su hijo. ¨Soy médico, y, por lo general, como médico aprendes a controlar tus emociones, pero estoy tan preocupada por él¨.
¨Dice que está a salvo¨, dijo mientras sus ojos comenzaban a enrojecerse.
Va a llevar a su hija a Italia, donde tiene una amiga con la que se puede quedar.
¨Quiero decir una cosa sobre Ucrania¨, dijo. ¨La nación ucraniana es muy fuerte en espíritu, y lucharemos hasta el final¨.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil