Agosto 14 del 2023

Cómo la crisis política de Israel evoca recuerdos de antaño

Opinión. Desde la tumultuosa fundación de Israel, cuando la joven nación aún estaba determinando su núcleo, ha habido casos en los que las luchas internas estaban a la orden del día. Sin embargo, la actual crisis en torno a la Corte Suprema no difiere tanto en su alcance como en su naturaleza.

En una época en la que resuenan voces sinceras tanto de preocupación como de lamento por el camino que está recorriendo Israel, una contemplación comedida nos invita a contextualizar la crisis actual en el continuo tejido de la historia. Un vistazo a los momentos cruciales de la evolución del sionismo sugiere que el desafío actual, aunque acuciante, no puede caracterizarse como algo atípico, sino más bien como un rasgo más del ethos sionista.

En 1903, apenas seis años después del Primer Congreso Sionista, el padre fundador de Israel, Theodor Herzl, planteó una idea: una investigación sobre el potencial de un asentamiento temporal en Uganda. El objetivo era encontrar refugio de los pogromos y probar una existencia judía independiente.

Theodor Herzl. (Zoltan Kluger)

Las respuestas variaron: los sionistas religiosos apoyaron la exploración cautelosa, considerándola una medida provisional. Mientras tanto, sionistas laicos, procedentes de Rusia, se opusieron vehementemente, incapaces de soportar la idea de abandonar Eretz Israel. Un fanático incluso atacó al lugarteniente de Herzl, Max Nordau. Al final, la agitación no sirvió de mucho, ya que la delegación que evaluó las perspectivas de asentamiento de Uganda regresó con conclusiones desfavorables.

En junio de 1933, un enigmático asaltante mató a Haim Arlosoroff, jefe del politburó de la Agencia Judía, un cargo similar al de ministro de Asuntos Exteriores del Yishuv. Esta tragedia se produjo en un clima en el que las tensiones entre revisionistas y socialistas desembocaban con frecuencia en enfrentamientos.

David Ben-Gurion y sus compañeros del movimiento laborista sospecharon inicialmente que los revisionistas estaban detrás del asesinato. Se creía que el motivo era su oposición a la propuesta de Arlosoroff de un acuerdo con la Alemania nazi, un pacto que implicaba el intercambio de bienes por la emigración de judíos alemanes con sus bienes intactos.

Posteriormente, las revelaciones disiparon la implicación de los revisionistas, dejando al asesino sin identificar. Se hizo evidente que el «acuerdo de transferencia», sometido a un minucioso escrutinio, encerraba un legado diferente: ofreció refugio a numerosos judíos alemanes, protegiéndolos de los campos de exterminio. Su emigración, acompañada de sus propiedades, acabaría contribuyendo significativamente al avance del Yishuv.

Menachem Begin y David Ben Gurion. (Shaul Golan)

 A finales de 1944, emisarios que actuaban en nombre de Ben-Gurion se pusieron en contacto con Menachem Begin y Nathan Yellin-Mor, líderes de los movimientos paramilitares clandestinos Irgun y Lehi. Su mensaje era claro: persistir en enemistarse con los británicos ponía en peligro el tejido mismo de la empresa sionista, anclada en el apoyo de Gran Bretaña.

La advertencia conllevaba un ultimátum: si persistían, se produciría un enfrentamiento. El año siguiente, 1945, fue testigo de la cruda realidad del conflicto fratricida, apodado «la saison». Los combatientes del Palmach persiguieron, apresaron y entregaron a los miembros del Irgún a los británicos.

Pero las cosas cambiaron en pocos meses. A finales de octubre de 1945, grupos clandestinos se encontraron colaborando con el Palmach, uniéndose contra las autoridades británicas.

Incluso en la época posterior a la independencia, nos tambaleábamos al borde del precipicio. La propuesta de Ben-Gurion de un acuerdo de reparaciones con Alemania Occidental en enero de 1952 suscitó una fuerte oposición.

Manifestantes contra la reforma judicial en Tel Aviv. (AP)

 Begin, flanqueado por voces tanto de la derecha como de la izquierda, lanzó un grave ultimátum: si Israel aceptaba las reparaciones de Alemania, advirtió, volvería a sumergirse en la clandestinidad. Este acto, afirmó, deshonraría la memoria del Holocausto y significaría una rendición nacional.

La aprobación del acuerdo, lograda en medio de tumultuosas manifestaciones y apasionados discursos, marcó un capítulo turbulento. La postura discrepante de Begin provocó su suspensión temporal de la Knesset durante tres meses.

Hoy se reconoce ampliamente la importancia de esas reparaciones para el crecimiento de la nación en medio de una época de austeridad.

 Winston Churchill. (AP)

Podríamos ahondar en más ejemplos para situar la crisis actual en contexto, pero hay una disparidad crucial que la diferencia de los desafíos del pasado. Los conflictos anteriores se centraban en el curso del sionismo, mientras que ahora la lucha ahonda en su propia identidad. Esta distinción hace que la agitación actual sea más profunda y amenazadora de lo que podríamos haber imaginado.

Si se siente al menos algo aprensivo sobre el futuro de Israel, puede consolarse con el famoso dicho de Churchill: «Nunca dejes que una buena crisis se eche a perder», lo que significa que tras décadas de luchas internas sobre quiénes somos, hemos llegado finalmente al punto en el que nos sentimos lo suficientemente seguros como para luchar sobre el «cómo», y eso nunca habría ocurrido sin que la crisis actual se desarrollara con la intensidad que lo ha hecho.

 

Fuente: Ynet Español



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