¿Qué tipo de democracia pretenden quienes protestan por la reforma judicial?

Opinión. Más allá de la objeción a la desactivación de controles y equilibrios, cuando los manifestantes piden «¡Demokratia!», ¿qué tipo de Estado judío imaginan? ¿Existen modelos de democracia que se adapten a nuestras circunstancias?

«¡Demokratia!» es el cántico, el tema musical y el lema de los cientos de miles de israelíes que llevan 25 semanas (hasta ahora) manifestándose para expresar su amor por el Estado judío y la esencialidad de su democracia.

Quienes protestan, proceden de todos los sectores de la sociedad. Alrededor de un tercio de ellos o más en Jerusalem parecen ser religiosamente observantes, como indica el número de kippot y otros signos externos, (medidas simplistas que probablemente resulten en una subestimación).


Manifestantes contra la reforma judicial en Jerusalem.
(Alex Kolomoisky)

 La multitud que llega hasta el frente de la Residencia del Presidente es a menudo ruidosa y siempre pacífica. Todas las noches terminan con esperanza, mientras cantan Hatikva.

La mayoría de los israelíes se oponen a la revisión radical del poder judicial, un plan que dejaría a la institución muy debilitada, en el mejor de los casos, y efectivamente inhabilitada, en el peor, incapaz de servir como único control contra el poder Ejecutivo desbocado.

Otras graves consecuencias adversas para el país han sido bien descritas en otros lugares. Sabemos que no queremos eso.

Pero, ¿qué queremos exactamente? Más allá de nuestra objeción a la desactivación de la estructura de controles y equilibrios, cuando pedimos «¡Demokratia!», ¿qué tipo de Estado judío y democrático imaginamos? ¿Existen modelos de democracia que se adapten a nuestras circunstancias?


Manifestantes contra la reforma judicial en Jerusalem.
(Alex Kolomoisky)

 Hay casi tantos tipos de democracia como Estados que se definen con esa palabra. Hay democracias liberales, como la de Estados Unidos, y democracias étnicas, en Europa y otros lugares.

En una democracia liberal no étnica, teóricamente, sólo las reglas y los principios de la democracia determinan la cultura nacional. Así, si la demografía y los patrones de preferencia de los votantes cambian lo suficiente con el tiempo, Estados Unidos podría, por ejemplo, dejar de celebrar la Navidad como fiesta nacional y sustituirla por una fiesta no cristiana.

En cambio, las democracias étnicas tienen una cultura, religión, una lengua y un pueblo históricamente vinculados a la tierra. Esta cultura y sus valores se protegen dentro de una estructura democrática que maximiza las libertades individuales al tiempo que conserva el patrimonio del país.

Israel es una democracia étnica. Pero no es, ni de lejos, la única.


Manifestantes contra la reforma judicial en Jerusalem.
(Alex Kolomoisky)

 Existen democracias étnicas en Europa, Asia y África. India y Bélgica, Irlanda del Norte, Eslovaquia y Nigeria, por nombrar sólo algunas, son también democracias étnicas. Todos son Estados que tienen una mayoría central cuya cultura y lengua dominan, y que también tienen un compromiso con la democracia.

Las democracias étnicas tienen tensiones difíciles con las minorías de su país -tensiones que a veces incluso derivan en violencia- y cada país equilibra esas tensiones con mayor o menor éxito.

Recordemos que las democracias liberales tienen tensiones similares entre sus mayorías y minorías étnicas, raciales, religiosas y de otro tipo.

Tomemos Dinamarca como ejemplo. Considerada durante mucho tiempo un ideal de maximización de la libertad dentro de un Estado socialdemócrata, en los últimos años, el país nórdico se ha visto desafiado por una afluencia de inmigrantes musulmanes religiosos cuyas creencias y estilos de vida entraban en conflicto con la cultura mayoritaria. Dinamarca respondió restringiendo el flujo de inmigración y exigiendo la conformidad con las normas de la mayoría.


Las protestas contra la reforma judicial paralizaron la idea del gobierno.
(Reuters)

 Por citar sólo un ejemplo, algunas de las mujeres inmigrantes llevaban burka, por considerarlo una forma de pudor y protección. Las mujeres y los hombres también evitaban dar la mano al sexo opuesto, por motivos religiosos. Sin embargo, en 2018 el Parlamento danés aprobó la «prohibición del burka», y una ley que convertía el apretón de manos en una condición previa para obtener la ciudadanía.

La ley afirmaba que «un apretón de manos es una expresión de respeto», y el respeto es un «valor social fundamental» en Dinamarca.

Incluso en Dinamarca, ese modelo de valores liberales, se defienden las normas, los valores y la cultura de la mayoría dominante, junto con los valores de libertad e igualdad.


Yariv Levin y Benjamin Netanyahu.
(Yonatan Sindel)

Los líderes de la oposición harían bien en aclarar su visión de la democracia israelí para reforzar su posición e inspirar a sus seguidores. La democracia es un acto de equilibrio, y todas las sociedades son obras en curso.

Renee Garfinkel es psicóloga, escritora y comentarista de Oriente Próximo en radio y televisión. Su trabajo ha aparecido en el Jerusalem Post, Psychology Today y el Washington Times.

 

Fuente: Ynet Español



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