15 Jun La hija del rabino: Gay, ortodoxa y una de las cineastas más célebres de Israel
Avigail Sperber.
Para la galardonada documentalista Avigail Sperber, sería tan imposible cambiar su identidad religiosa como su identidad sexual. Esto es lo que ha aprendido tras varias décadas defendiendo a las lesbianas ortodoxas y a la comunidad LGBTQ en general.
POR: Judy Maltz
Avigail Sperber no recuerda el número de proyectos cinematográficos en los que ha participado: han sido demasiados. Lo que sí recuerda vívidamente son sus sentimientos en la ceremonia de graduación de la escuela de cine, hace casi 25 años, cuando recibió el primer premio por su corto documental. Sería el primero de muchos.
«Todo el mundo me aplaudía, y entonces vi a mis padres sentados entre el público viéndose tan tristes», recuerda. «Recuerdo que pensé que no les importaba cuántos premios o logros tuviera en mi haber. Lo que realmente querían de mí, yo nunca podría dárselos».
No mucho antes, explica Sperber, sus padres habían descubierto que era gay y aún estaban en proceso de asimilar la noticia. Acabarían haciéndolo, pero aquella experiencia le enseñó una lección que a menudo comparte con otras personas LGBTQ que han llorado en su hombro a lo largo de los años por calvarios similares.
«Les digo que lleva tiempo», afirma. «A mí me llevó casi 25 años soltar la bomba, y ese es el caso de muchos de nosotros. Entonces, ¿por qué todos esperamos que nuestros padres lo acepten al instante con una enorme sonrisa?».
Sperber, de 49 años, es una de las directoras de documentales más célebres de Israel y una pionera en muchos sentidos. Es una de las primeras cinematógrafas del país y fundadora de Bat Kol, la primera organización israelí que ofrece un espacio seguro y defiende a las lesbianas ortodoxas.
También es miembro del Consejo Religioso de Tel Aviv: la primera y única persona LGBTQ de Israel que forma parte de uno de los aproximadamente 130 consejos religiosos del país, responsables de supervisar la observancia del kashrut en su jurisdicción, así como de prestar servicios de registro de matrimonios y apoyar a las sinagogas locales y las clases de Torá.
Y el mes pasado, Bat Kol se convirtió en la primera organización LGBTQ de Israel en obtener una subvención de un consejo religioso. La subvención fue concedida por el consejo religioso de Tel Aviv. Para que conste, Sperber no formó parte del comité de selección.
El mes pasado, una película producida y codirigida por ella ganó el primer premio de DocAviv (el festival anual de documentales de Tel Aviv), lo que le permite competir en los Oscar del año que viene.
Este año, Sperber tendrá créditos en al menos tres películas. Es una cifra impresionante para la mayoría de los estándares de la industria, pero aún más para una madre soltera que cría sola a sus dos hijos. Ahora disfruta de un privilegio que no tenía cuando empezó su carrera, en una época en la que la mayoría de los productores israelíes eran reacios a contratar mujeres como cinematógrafas : Puede elegir sus proyectos, lo que le permite encontrar un mejor equilibrio entre el trabajo y la familia al tiempo que se centra en temas que le apasionan.
Un repaso a la filmografía de Sperber muestra su predilección por las voces que a menudo no se escuchan. «Considero que mi papel como cineasta es dar voz a ese tipo de personas a las que rara vez vemos o en las que rara vez pensamos: las que son invisibles, por así decirlo», afirma.
La premiada serie «Probation Time».
Uno de sus primeros documentales, producido durante sus estudios en la Escuela de Cine Ma’aleh de Jerusalén, trataba sobre una popular casa de té local en la que había trabajado como camarera. Pero en lugar de centrarse en los famosos clientes que frecuentaban el lugar, Sperber decidió asomarse a la cocina y enfocar a los palestinos que trabajaban allí preparando la comida y lavando los platos. «Yan’s Tea House» ganó el primer premio en la categoría de cortometrajes documentales en el Festival Internacional de Cine de Haifa de 1998.
«The Hangman» (El verdugo), que codirigió, se centraba en el desconocido alcaide de una prisión sefardí al que se asignó la sucia tarea de ahorcar al infame criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. Ganó el premio al mejor documental en el festival de Haifa de 2010. «Super Women», por el que ganó el premio a la mejor fotografía en DocAviv en 2012, se centraba en un grupo de mujeres, en su mayoría inmigrantes de habla rusa, que trabajaban como cajeras en un supermercado de Tel Aviv.
«Prisioneras», una serie documental que dirigió y produjo en el 2022 para la cadena pública Kan, seguía a cuatro reclusas de la cárcel de mujeres de Neveh Tirza. Se le propuso realizar la serie tras el estreno de su película del 2014 «Probation Time», que obtuvo numerosos galardones, entre ellos el de mejor fotografía en DocAviv. Ariela, su hermana etíope adoptiva, cuyas adicciones y problemas con la ley pusieron a prueba los lazos familiares, es un documental muy personal.
Utilizando diarios hasta ahora inéditos, la última película de Sperber es «Inbal Perlmutter – If You Let Me Go» (codirigida con Sharon Luzon). Documenta la vida de la famosa estrella de rock israelí, fallecida en un misterioso accidente de coche hace 25 años.
Un fotograma del último documental de Sperber, «Inbal Perlmutter – If You Let Me Go», que codirigió con Sharon Luzon.
Aunque las celebridades no son sus temas habituales, la documentalista explica qué le atrajo del proyecto que le valió el máximo galardón en el DocAviv de este año: «Detrás del gran nombre había un alma muy herida. Vi muchas similitudes con las mujeres a las que seguí para la serie sobre reclusas, e incluso con mi hermana».
Delatada por un amigo de la familia
Tercera de 10 hermanos, Sperber creció en el barrio de Katamon, en Jerusalén. Su padre, el rabino Daniel Sperber, nacido en Gran Bretaña, es profesor de Talmud en la Universidad Bar-Ilan de Ramat Gan, ha recibido el prestigioso Premio Israel y es un conocido defensor del papel de la mujer en el judaísmo ortodoxo. Su madre, la estadounidense Chana Sperber (Phyllis Magnus), fue compañera de Hillary Clinton en el Wellesley College.
Durante su infancia, Sperber perteneció al movimiento juvenil Ezra, algo más religioso que Bnei Akiva. «Los judíos religiosos con los que crecí no eran homófobos», dice. «Porque para ellos no existían las personas LGBTQ».
En realidad, Sperber nunca se lo contó a sus padres. Fue un amigo de la familia quien se los dijo sin querer.
«Por aquel entonces tenía pareja, alguien que estudiaba conmigo en Ma’aleh, y llevábamos juntas unos tres años, pero nadie lo sabía», cuenta. «Ella vino un Shabat y también un divorciado con el que salía mi hermana y cuya mujer le había dejado, según se rumoreaba, por otra mujer. Supongo que, por su experiencia, se dio cuenta de lo que pasaba. Pensando que mi madre ya lo sabía, le preguntó si le molestaba nuestra relación. Ella no tenía ni idea de lo que estaba hablando».
Cuando por fin se dio cuenta, su madre no estaba contenta -por no decir otra cosa-, pero muy pronto resolvió educarse y convertirse en una madre que lo aceptara.
«En muchas sinagogas vemos cada vez más aceptación» de la comunidad LGBTQ, dice Sperber.
«Se lo tomó como un proyecto», recuerda Sperber. «Empezó a leer libros sobre homosexualidad e intentó decir todo lo que podía. Pero me di cuenta de que no lo decía en serio, y pude sentir no sólo su dolor y decepción, sino también su profunda preocupación. Tal como ella lo veía, yo había elegido deliberadamente abandonar la comunidad y no tener una familia».
Con el tiempo, Chana Sperber llegaría a aceptar a su hija cineasta por lo que era y a alegrarse de verdad por ella. Con su padre tardó un poco más. «Mi padre decía cosas como: Quizá podría cambiar’, cosas que me costaba oír. Al principio, ni siquiera dejaba que mi pareja viniera a las reuniones familiares».
Al final, su padre también recapacitó. Tanto, que en los últimos años se ha convertido en una de las principales voces a favor de la inclusión del colectivo LGBTQ en la comunidad ortodoxa.
Como activista lesbiana ortodoxa desde hace más de 20 años, Sperber observa que las actitudes hacia la aceptación del colectivo LGBTQ dentro de la comunidad religiosa se han ido polarizando con el tiempo. «Por un lado, hoy en día hay mucha más homofobia y odio, sobre todo en determinados círculos», afirma. «Por otro lado, en muchas sinagogas vemos cada vez más aceptación».
Sperber es miembro activo de Yachad, una congregación ortodoxa de Tel Aviv conocida por ser muy acogedora con los miembros de la comunidad LGBTQ.
Una escena de «Inbal Perlmutter – If You Let Me Go», sobre la estrella de rock israelí que murió en un misterioso accidente de coche en 1997.
Una llamada telefónica que recibió hace unos años, dice, fue una señal de lo mucho que han cambiado las actitudes ortodoxas para mejor, o al menos en partes de la comunidad. «Antes, si eras ortodoxo y gay, o te quedabas en el armario o te echaban de casa», señala la cineasta. «La mujer que me llamó quería saber cómo poner en contacto a su hija -que acababa de salir del armario- con Bat Kol, porque quería que tuviera un entorno de apoyo. Definitivamente, ése no es el tipo de llamada que habría recibido hace 10 o 20 años».
Cuando se le pregunta si alguna vez se planteó abandonar el mundo ortodoxo, Sperber responde: «Pensé mucho en por qué insistía en seguir siendo miembro de un club que no me quería. Pero soy una persona de fe que siempre ha sentido una profunda conexión con mi religión, y al igual que casi todo el mundo está de acuerdo hoy en día en que es imposible cambiar tu identidad sexual, yo diría que también es muy difícil cambiar tu identidad religiosa.»
Demasiado ‘parve´
El activismo LGBTQ de Sperber se centró inicialmente en proporcionar a las lesbianas ortodoxas un sistema de apoyo. Cada vez dedica más tiempo a trabajar en las congregaciones ortodoxas, con la esperanza de aumentar la aceptación del colectivo LGBTQ en la comunidad religiosa.
En su primera reunión con Eldad Mizrahi, director del Consejo Religioso de Tel Aviv, Sperber le informó de las actividades de Bat Kol: «Él no sabía, hasta que tuvimos esa conversación hace dos años, que había siquiera una comunidad LGBTQ ortodoxa en esta ciudad».
La subvención concedida recientemente a Bat Kol por el consejo religioso, por cierto, se utilizará para crear un programa especial que ayude a las familias del mismo sexo a planificar y organizar actos del ciclo vital judío.
Cuando hace cinco meses comenzaron las protestas contra la reforma judicial del gobierno, Sperber solía marchar junto a un grupo de judíos ortodoxos liberales que querían que la multitud mayoritariamente laica supiera que también había judíos observantes del shabat y el kashrut que apreciaban la democracia. Pero al final descubrió que su mensaje era demasiado «parve» para su gusto, como ella misma lo describe.
«Se negaban a hablar de la ocupación», explica. «No ven la relación entre la situación actual y el hecho de que hayamos cerrado los ojos ante la ocupación todos estos años. Tampoco entienden que mientras exista la ocupación, Israel no puede ser una verdadera democracia».
En las últimas semanas, ha optado por solidarizarse con el grupo anti-ocupación, orgullosamente de izquierdas, que se congrega en una esquina distinta de la zona designada para las protestas.
Es probable que sea seguro suponer que es el único miembro de un consejo religioso en Israel presente entre ellos.
Avigail Sperber. «Considero que mi papel como cineasta es dar voz al tipo de gente que rara vez vemos o en la que pensamos: los que son invisibles, por así decirlo».
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: Haaretz