04 Ene ¿Debería Zelensky salirse con la suya usando una votación de la ONU para chantajear a Israel?
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en una conferencia de prensa conjunta en Jerusalem, 24 de enero del 2020.
El presidente ucraniano intercambió la oposición a una resolución antisemita para presionar a Netanyahu a que se una a la guerra contra Rusia. El primer ministro hizo lo correcto al decir ¨no¨.
Por Jonathan S. Tobin, JNS.
Hubo una cierta ironía en la conversación telefónica que tuvo lugar el sábado entre el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y el recién nombrado primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Este último telefoneó para pedir que Ucrania se oponga a la resolución de las Naciones Unidas pidiendo que la Corte Internacional de Justicia (ICJ por sus siglas en inglés) emita una opinión legal sobre la presencia israelí en Judea, Samaria y Jerusalem.
La frase ¨quid pro quo¨ -en latín para un intercambio de un favor por algo más -fue un elemento central del primer juicio político del ex presidente Donald Trump. Fue acusado de presionar inapropiadamente a Zelensky para investigar la actividad corrupta en Ucrania del hijo del presidente Joe Biden, Hunter, con la amenaza de retener la ayuda.
Pero resulta que Zelensky sabe cómo jugar el mismo juego cuando se trata de apoyar a Israel.
La resolución de la Asamblea General de la ONU fue otro intento más de los palestinos para librar una ¨guerra legal¨ en contra de Israel. Como el informe de la Comisión de Investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre el mismo tema, este fue un ataque antisemita apenas disfrazado contra los derechos de los judíos de vivir en su patria.
Y aunque el argumento de Zelensky a favor del apoyo en contra de la invasión ilegal y brutal de Ucrania por parte de Rusia es que su país es un baluarte de los valores y la democracia occidentales, Kiev votó en noviembre con la mayoría antisemita en el organismo internacional sobre la cuestión de llevar a la ICJ la disputa por los territorios.
Culpando al ministro de relaciones exteriores ucraniano de lo anterior, los apologistas de Zelensky en el país y en el extranjero afirmaron que no era culpa de él. Sin embargo, cuando Netanyahu le pidió que hiciera lo correcto y se uniera a Estados Unidos y otras naciones occidentales en oponerse a esta provocación palestina, Zelensky decidió jugar duro.
Como un ¨oficial ucraniano¨, Zelensky dijo que a cambio de votar en contra de la resolución o abstenerse, quería escuchar cómo el nuevo gobierno israelí cambiaría su política y proporcionaría a Ucrania sistemas de defensa¨.
Quizás, Zelensky pensó que la votación de la ONU le daba la influencia que necesitaba para conseguir que Netanyahu le diera una respuesta diferente a la que había recibido de los ex primeros ministros Naftali Bennett y Yair Lapid. Pero, aunque Netanyahu desconfía de meterse en una disputa con un hombre que se ha convertido en un ícono mundial, aun así, dijo ¨no¨ -aunque con la salvedad de que estaría dispuesto a discutir la cuestión nuevamente en algún momento en el futuro.
Zelensky tuvo una visita triunfal a Washington el mes pasado, con el Congreso vitoreando al ucraniano disfrazado de G.I. Joe como si su presencia fuera la segunda venida de Winston Churchill. Y con Estados Unidos desembolsando un asombroso total de más de $100 billones en ayuda, la ¨persona del año¨ de la revista TIMES se ha acostumbrado a salirse con la suya.
Según la fuente de Axios, ¨A Zelensky no le gustó la respuesta [de Netanyahu] y no estuvo de acuerdo en votar en contra de la resolución o abstenerse. En su lugar, instruyó al embajador de Ucrania ante la ONU para que no asistiera a la votación¨.
Zelensky ha estado demandando que Israel comparta con él algunos de sus sistemas más avanzados de defensa, como la Cúpula de Hierro, que Ucrania verdaderamente necesita. Aunque la batalla parece haber llegado a un punto muerto sangriento -con la independencia de Kiev ahora en gran parte asegurada -Moscú sigue disparando misiles que han estado causando grandes daños a la propiedad y víctimas.
Ucrania es definitivamente la parte agraviada en esta guerra, y la simpatía por su causa es justificada. Pero la noción de que Israel debería desmantelar sus propias defensas y suministros para ayudar a que Kiev siga luchando es absurda.
Dejando a un lado la vacilación justificada de Jerusalem para unirse a un conflicto en contra de un régimen ruso que tiene un control efectivo sobre mucho de la vecina Siria -y que mantiene a su población judía como rehenes virtuales -existen razones militares sólidas para que Israel se niegue a la petición de Zelensky. El estado judío apenas tiene suficientes baterías de la Cúpula de Hierro y otros sofisticados sistemas para defenderse de las continuas amenazas de los terroristas de Hamas asentados en Gaza junto a su frontera sur y contra Hezbollah del Líbano en el norte.
No es un amigo de Israel ni del pueblo judío.
Zelensky tiene todo el derecho para actuar en el mejor interés de su país, pero pedirle a Israel que quede abierto a un posible ataque desde dos frentes por el bien de Ucrania, no es razonable ni justo.
Tampoco debe dársele un pase por su disposición de usar una votación de la ONU en contra de Israel como chantaje. Aquellos que estaban dispuestos a ridiculizar a Trump por su versión de un quid pro quo con Ucrania deberían ser los primeros en estar de acuerdo.
La victimización de Ucrania a manos de Rusia, que comete crímenes de guerra, explica en gran medida la voluntad del mundo para excusar casi cualquier cosa que haya hecho Zelensky durante el año pasado. Sin embargo, aunque se hace pasar por el avatar de la democracia del siglo XXI, su gobierno es todo lo contrario. Y, a pesar de los orígenes judíos de Zelensky, no es amigo de Israel ni del pueblo judío.
La naturaleza corrupta de los poderes fácticos de Kiev -así como los esfuerzos del presidente para prohibir a los opositores, silenciar a los críticos de la prensa e incluso cerrar ciertas iglesias -se conocen desde hace meses. The New York Times finalmente se dedicó a informar sobre una nueva ley que Zelensky está implementando para codificar su capacidad para censurar a los enemigos políticos.
Kiev también continúa negando la cercana asociación histórica entre el nacionalismo ucraniano y el antisemitismo. De hecho, Zelensky utilizó un discurso virtual ante la Knesset la primavera pasada para participar en lo que solo puede ser descrito como la negación del Holocausto -afirmando falsamente que los ucranianos actuaron en solidaridad con las víctimas judías, en lugar de ser colaboradores activos de los nazis.
Esta semana, el parlamento ucraniano emitió una proclamación citando a Stepan Bandera, un progromista simpatizante de Hitler que fue responsable de la matanza de polacos étnicos y judíos durante la ocupación nazi, alguien que todavía es tratado como un héroe en Kiev.
No es irrazonable especular que la presión excesiva que Zelensky ha puesto sobre Israel para que se una a una guerra en contra de Rusia, y la falta de voluntad de votar con Estados Unidos y otras naciones occidentales en contra de las resoluciones anti-Israel de la ONU, se deriva de un deseo de jugar con la opinión pública en casa.
Sin embargo, independientemente de sus motivos o del deseo de la mayoría de la gente de ayudar a los ucranianos a defender su independencia en contra de Rusia, no existe excusa para el intento de Zelensky de forzar a Netanyahu a debilitar a Israel. A diferencia de lo que se dijo sobre el comportamiento de su ministerio de relaciones exteriores en noviembre, la renuencia actual de Ucrania a ponerse del lado de Israel en la ONU es claramente una decisión deliberada, no un error burocrático.
Todo lo anterior debería servir como una llamada de atención para aquellos inclinados a excusar a Ucrania por cualquier cosa que haga debido a la agresión rusa. Necesitan comprender que es posible apoyar la autodeterminación de Ucrania, y admirar su lucha por la supervivencia, mientras ven la adulación de Zelensky como divorciada de la realidad de su gobierno.
También deberían darse cuenta de que es igualmente posible oponerse a Rusia sin pretender que Zelensky es algo que no es, o que pedir el fin de la lucha -en lugar de una política ucraniana de buscar una improbable victoria completa sobre Moscú -es propaganda rusa.
Finalmente, mientras Zelensky continúe intimidando a Israel y coqueteando con medidas antisemitas en su contra, aquellos que se preocupan por el estado judío harían bien en dejar de retratarlo como un héroe judío -o cualquier clase de héroe en lo absoluto.
Jonathan S. Tobin es editor en jefe de JNS (Jewish News Syndicate). Sígalo en Twitter en: @jonathans_tobin.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: World Israel News