16 May Sobre convertirse en no-asimilada
Por: Rivka Bond
Rivka Bond es una Profesora de Arqueología retirada que vive en Reino Unido. Ella ha vivido en Inglaterra, Gales, Escocia, Alemania, Estados Unidos y Holanda, y ha trabajado en excavaciones en Israel, Egipto, Jordania, Grecia, Irlanda y Reino Unido
2014 fue el año en que me convertí en no-asimilada. En mi familia secular estadounidense, la cultura judía era en su mayor parte un asunto de interés histórico y literario (mi padre escribió un libro sobre los escritores judíos en Estados Unidos, en el cual él predijo alegremente que los judíos llegarían a estar completamente asimilados y desaparecerían como un pueblo). Yo crecí en un hogar secular -tan determinadamente así que nosotros no celebrábamos ninguna otra fiesta que no fuera el Día de Acción de Gracias. Con antepasados tanto sefaradí como ashkenazi, nosotros representamos una gran franja de la Diáspora, pero todo lo que me llegó a mí fue un amor por la lectura y un puñado de yiddish. Yo pasé mis años de estudiante tratando de entender el sentido del Holocausto, y en 1989 me mudé al Reino Unido para seguir una carrera en arqueología.
Yo no experimenté anti-semitismo en mi ciudad natal y muy poco en la Universidad (mis padres me protegieron del hecho de que nosotros habíamos sido rechazados para el negocio de una propiedad porque el vendedor no quería judíos en el vecindario). Aun así, yo siempre estuve consciente de que ´ellos´ podrían venir y atraparme en cualquier momento, y que yo necesitaba tener siempre un pasaporte válido, ´sólo por si acaso´. Yo estaba preparada para el odio de los neo-nazis, el KKK, y los survivalistas que pensaban que yo no era lo suficientemente ´blanca´, pero nada, NADA podría haberme preparado para la explosión de odio que llegó, no de mis enemigos, sino de mis amigos.
Comenzó con la guerra de Gaza. Repentinamente, mis páginas de Facebook explotaron con imágenes sangrientas: amigos que me estaban pidiendo que me uniera a ellos en diatribas hiperbólicas contra el ´genocidio´ de Israel, su temeridad por defenderse a sí misma contra la lluvia de cohetes lanzada por extremistas cuya meta declarada era borrar a Israel del mapa. Se me pidió que firmara peticiones para expulsar al embajador israelí del país. Fui asaltada con imágenes de Israel como un monstruo con tentáculos; caricaturas de inocentes niños árabes siendo brutalmente asesinados por asesinos con nariz ganchuda estampados con la Estrella de David; el discurso de odio que yo raramente había encontrado en mi vida diaria se volvió súbitamente un lugar común. Un colega dijo en mi cara que era una vergüenza que los judíos se hubieran convertido en los nuevos nazis, que nosotros ´fracasamos en aprender la lección del Holocausto´. Otro colega habló del ´baño rosa´ israelí, de Israel escondiendo sus supuestos crímenes pretendiendo ser una sociedad liberal. Otra simplemente cambió su foto de perfil a una bandera palestina, y llenó su página con odio hacia los ´opresores´ israelíes.
Al principio pensé que necesitaba explicar y educar. Me embarqué en incontables discusiones; yo expliqué los lanzamientos de panfletos de Israel, los mensajes de texto, las llamadas de teléfono para despejar de civiles las áreas en las cuales los militantes estaban operando, para que así ellos no fueran heridos por las bombas; cité cifras, estadísticas, informes, evidencia. Expliqué que el 20% de la población israelí eran árabes musulmanes, cristianos, drusos y otras minorías, todos quienes podían votar; expliqué que los árabes musulmanes están en la Knesset, y tienen completa libertad de expresión. Las universidades están entrenando a estudiantes árabes (su matriculación es gratis), y que los árabes israelíes trabajan junto a doctores judíos en los hospitales israelíes. Expliqué que alrededor de 800,000 judíos fueron expulsados de países árabes, pero a todos ellos se les dio refugio en la diminuta Israel; que la mitad de la población de Israel son nativos de Medio Oriente y no tienen otro lugar donde ir. Nadie estaba escuchando.
Llegué a estar cada vez más desesperada a medida que una y otra vez era recibida con una fría hostilidad. Para la extrema derecha británica, los judíos son gente morena que están tratando de infiltrarse en la cultura blanca, corrompiendo la sociedad blanca con nuestra avaricia y nuestra manía por el poder y la destrucción Para la izquierda británica, los judíos son gente blanca que están oprimiendo a inocente gente morena, colonizando su país, asesinando a sus hijos con abandono al azar y robando sus órganos para venderlos en el mercado negro.
Los ataques a los judíos a través de Europa comenzaron a aumentar -pero los principales periódicos no lo estaban informando. Las sinagogas fueron bombardeadas, los judíos sitiados en una sinagoga en Paris, y después las marchas -enormes extensiones de gente marchando por las calles de ciudades europeas gritando ´Hamas, Hamas, los judíos al gas´. Mis amigos respondieron con excusas para la violencia, o con silencio.
Para Rosh Hashanah yo estaba asistiendo a la sinagoga más cercana, a dos horas de distancia de Cardiff pero vale la pena cada momento. Yo no había puesto un pie en una sinagoga desde el Bat Mitzvah de mi amiga Lori, allá por los años 1970, pero qué bendito alivio fue estar en un lugar donde yo pertenecía, y donde otra gente estaba compartiendo mi experiencia, y entendía. Una marcha anti-semita a través de Cardiff involucró, una vez más, gritos de ´judíos al gas´, y un hombre anciano de la sinagoga describió el horror de estar sentado en su tienda cuando la turba pasó marchando. Muchos de los ancianos en mi sinagoga escaparon de esta clase de infierno cuando ellos fueron rescatados por los Kindertransports. Ahora, parecía estar sucediendo otra vez.
Escribí en Facebook sobre el aplastamiento de la sección de comida kosher en un supermercado británico, las banderas palestinas ondeando desde las salas del Consejo del Condado, la profanación de cementerios judíos, los ataques a cualquiera con una kippah, la declaración de Bradford era ahora ´zona libre de Israel´, el boicot del Festival de Cine Judío. Mi Sindicato se unió al boicot de Israel, yo renuncié a mi papel como representante del Sindicato para mi departamento de la universidad y abandoné el sindicato. Un ex novio quien despreciaba a Israel comenzó a postear comentarios burlones sobre los judíos -y después vi su nombre en una petición para un boicot completo a los académicos israelíes. Otros colegas firmaron también -gente que yo había conocido y trabajado con ellos, viajado con ellos, excavado con ellos.
Fueron hechos disparos en un restaurante kosher en Paris. Fueron hechos disparos en otro restaurante kosher unas pocas semanas después. Los principales periódicos no compartieron esta información. Yo compartí un post tras otro sobre el aumento de la ola de anti-semitismo, pero mis amigos respondieron diciendo ´bueno, pero, todo es por el genocidio de Israel´. O, ´los musulmanes están sufriendo también, sabes´. Una amiga condescendiente escribió, ´Oh Rivka, no puedo imaginar cómo debe sentirse estar tan aterrada´. Aterrada? Yo no estaba aterrada -estaba furiosa, y más sola de lo que me he sentido nunca antes en mi vida.
Después llegaron los tiroteos de Charlie Hebdo. Los culpables se dieron a la fuga, y los judíos a través de Europa sabían que los judíos serían probablemente los siguientes. Efectivamente, el carro de la huida fue encontrado fuera de un restaurante kosher -afortunadamente cerrado. Sólo los periódicos judíos informaron esto. Después, un carro explotó dentro de una sinagoga. Solamente los periódicos judíos informaron esto. Después, los tiroteos en Hypercache -y un reportero de la BBC, entrevistando a una angustiada señora judía en la calle, dijo, ´los palestinos sufrieron inmensamente en manos judías también´. La mujer -la hija de sobrevivientes polacos del Holocausto -fue sometida a la sugerencia de que los ‘judíos’ eran a los que se tenía que culpar por este ataque, incluso mientras el ataque estaba teniendo lugar.
La policía vino y habló en nuestra sinagoga, y dijo que nuestra puerta de seguridad, la cerca de seguridad y el CCTV eran inadecuados; necesitábamos una puerta nueva de acero a prueba de bombas. Nos recordaron que nunca usáramos nada que nos identificara como judíos en la calle, y nunca congregarnos fuera sino alejarnos rápidamente del edificio.
Ese fin de semana, fui a una vigilia en memoria de los muertos de Charlie y del Hypercache. Nos dijeron que lleváramos plumas, para significar la importancia de la libertad de expresión. Los periodistas hablaron de la importancia de la libertad de expresión. Un líder musulmán local habló de la importancia de la paz. Nosotros esperamos -todos los de la comunidad judía esperaron -para que el rabino hablara, quizás para decir kaddish. El rabino fue traído al escenario, las autoridades de la ciudad hablaron sobre la libertad de expresión -y después se terminó. NI UNA PALABRA fue dicha sobre los judíos que murieron en los tiroteos. Para ese momento yo estaba llorando, angustiada, y cuando encontré al rabino para preguntarle por qué, POR QUË había permanecido en silencio? Por qué no había hablado?
‘No se me permitió hablar’, dijo él. ‘Ellos sintieron que sería divisorio’.
Así es que, nosotros tuvimos una vigilia para celebrar la libertad de expresión, pero a los judíos no se les permitió hablar. Él me miro a los ojos, nuestro joven rabino, y dijo ‘Algunas cosas nunca cambian’.
Cuando yo estaba en mis 20s, poco después de que me mudé de Estados Unidos a Reino Unido, soñé que estaba en Irlanda. En mi sueño paseaba a través de un antiguo salón, y pensé para mí misma, ´Quiero vivir aquí para siempre, en este hermoso salón ancestral´. Entonces salí a los terrenos, y había un cementerio de la familia ahí. Pensé, ´Quiero ser enterrada en este cementerio ancestral´. Después regresé a la casa.
Poco después, hubo un golpe en la puerta. La abrí, y era mi padre. Él dijo, ´tienes que salir de aquí´. Le supliqué, le dije ´Pero yo quiero vivir en este salón ancestral, y ser enterrada en el cementerio ancestral´. Y él dijo, ´éste no es nuestro hogar, y nuestro cementerio ancestral está allá´. Y él señaló -y cuando señaló, pude ver a través de Irlanda, y a través del canal y en la mitad a través del continente las chimeneas de Auschwitz -y ellas todavía estaban humeando. Él dijo, ´ese es nuestro cementerio ancestral´, y entonces entendí. Salí de la casa y cerré la puerta detrás de mí, y juntos caminamos por el camino, hacia las chimeneas humeantes de Auschwitz.
Ese es el final del sueño, pero no es el final de la historia, porque el hecho es que nosotros SÍ tenemos un hogar ancestral, y ese hogar ancestral es Israel. Yo nunca antes he sentido este apego tan agudamente; este reconocimiento de que Israel no es solamente el lugar por el que rezamos al final de cada Seder. Es el antiguo hogar ancestral de los judíos -mencionado por primera vez en un texto inscrito en una estela egipcia en el 1208 Antes de la Era Común. Israel está en nuestra sangre. Lo que es más, yo me he llegado a dar cuenta sólo ahora de cuánto amo a mi pueblo -mi maravilloso y extrovertido pueblo -tan audaz que nosotros discutimos con D-s, y luchamos con ángeles.
Yo no estoy lista para irme de Reino Unido, este hermoso país que ha sido mi hogar por 27 años, pero estoy cansada de la gente diciendo, ´pero la crítica a Israel no es anti-semita!´ como si yo fuera tan estúpida que no puedo distinguir entre el discurso político racional y gritar, despotricar y la hostilidad virulenta y mal informada.
Estoy cansada de tener las mismas discusiones: ´pero yo no odio a los judíos! Yo deploro el anti-semitismo! Yo sólo odio a Israel, porque…´ (entonces ahí empieza una larga serie de desinformación -Israel está cometiendo un genocidio, Israel no tiene historia en Medio Oriente, Israel es un estado apartheid). He encontrado que presentar evidencia e información verificada nunca hace la más mínima diferencia. La gente nos acusa de cada crimen concebible, y quién no odia el crimen?
Estoy cansada de ver a jóvenes artistas israelíes confundidos y heridos, quienes vienen aquí para presentarse con sus clases y son sujetos a los piquetes y gente gritándoles en las calles.
Estoy cansada de artículos describiendo las golpizas de los judíos franceses que son atacados en camino a casa desde la sinagoga; cansada de fotos de caras sangrientas de los judíos golpeados hasta casi la muerte.
Antes de la guerra del 2014, yo tenía alrededor de 135 amigos en Facebook, y estos no eran gente al azar que yo conocí en línea -esta era gente con la que fui a la escuela, a la Universidad, amigos con los que había vivido, trabajado, viajado y excavado. De todas esas personas, sólo 9 de ellas -incluyendo mi esposo -fueron capaces de escuchar lo que yo estaba diciendo. Todos los demás, o bien se burlaron, atacaron, desaparecieron, menospreciaron, denigraron o fueron condescendientes -o ellos estuvieron persistentemente, rotundamente, en silencio.
Una de mis pocas amigas que quedan me dijo tristemente, ´tú nunca solías usar esa palabra, Gentil´. Yo expliqué que no era un término peyorativo, pero ella sabía eso. Lo que la ponía triste era que yo nunca había hablado antes de ella como si ella y yo estuviéramos en grupos diferentes. Nosotros siempre habíamos sido lo mismo -dos mujeres, dos arqueólogas de dos diferentes países pero con una profunda y duradera amistad que no conocía diferencias fundamentales. Pero eso es lo que ha sucedido: Yo me he convertido en no-asimilada. Ya no soy solamente una persona -soy una judía.
Fuente: The Times of Israel
Traducción por la Comunidad Judía de Guayaquil