18 Ago Cómo resurgió de las ruinas el judaísmo tras la caída del Segundo Templo
Con la mayoría de sus hermanos asesinados o exiliados, y con toda la élite gobernante eliminada tras la fallida Gran Revuelta, los judíos que quedaron en el país se replegaron sobre sí mismos para preservar su unidad religiosa y su forma de vida.
En el año 70 de la era cristiana, tras varios años de campaña para apaciguar una revuelta judía contra el dominio romano en Judea, Tito César Vespasiano, que más tarde se convertiría en emperador, atravesó los muros de Jerusalem y saqueó el Segundo Templo, que había estado en pie desde el año 516 a. C.
Su posterior destrucción tras la ocupación romana fue un acontecimiento que cambió tanto a los judíos como al judaísmo en su conjunto, y la fecha del acontecimiento en el calendario hebreo -nueve del mes de Av- se convirtió en un Día del Recuerdo anual en la tradición judía que continúa incluso en los tiempos modernos en Tisha B’Av.
Destrucción del Segundo Templo.
(Ilustración. Francesco Hayez)
Tras la conquista romana de la región, gran parte de la población judía que prosperaba en Judea fue asesinada, vendida como esclava o huyó a diversos lugares en los que prosperó la diáspora judía en el mundo antiguo, principalmente en Babilonia, Grecia y Egipto.
Según Josefo Flavio, historiador romano-judío que acompañó al ejército romano en Judea tras su captura en una de las batallas, 1,1 millones de personas, la mayoría judíos, murieron en el asedio a Jerusalem, 97.000 fueron esclavizados y 40.000 sobrevivieron al ser autorizados a ir donde quisieran por el emperador romano de la época Vespasiano.
Las fuerzas romanas no sofocarían finalmente la Gran Revuelta hasta el año 73 d.C. en Masada, donde los restos de la oposición judía hicieron su última resistencia. Sin embargo, la caída del Segundo Templo tres años antes significó la pérdida de varias creencias y tradiciones que giraron en torno al Templo durante más de 500 años.
Segunda sinagoga del período del Segundo Templo descubierta en Migdal. (Universidad de Haifa)
De hecho, tras la destrucción del Templo, toda la clase del Sumo Sacerdocio -que desempeñaba un papel importante en los asuntos religiosos, políticos y sociales judíos- fue apartada del poder.
Dado que el Templo daba legitimidad y un centro de culto al pueblo judío en Judea y la Diáspora, no sabían cómo sería su vida religiosa luego y las procesiones que habían tenido lugar en el Templo, incluidas las fiestas de peregrinación, así como la recaudación de impuestos, ya no se celebraban.
En medio de la agitación y con un fuerte deseo de preservar su unidad religiosa y su forma de vida, la comunidad se dirigió a los sabios judíos, más tarde conocidos como rabinos. Éstos remodelaron hábilmente la sociedad y la religión judías, asegurando su supervivencia incluso sin una fuerza unificadora, como un Estado judío o un templo central para el culto.
Maqueta del Segundo Templo.
(Shutterstock)
El cambio de un judaísmo basado en una entidad política que gobernaba al pueblo de Judea, a otro que se ocupaba menos del Estado y más de su propia doctrina religiosa para mantenerlo, resultó ser un punto de inflexión en la historia del judaísmo.
Según los textos talmúdicos, el rabino Johanan Ben Zakkai, que escapó del asedio romano, huyó a Yavneh, donde se le permitió establecer un nuevo centro de aprendizaje religioso, así como un tribunal (Beth Din), llenando dos facetas perdidas que el Templo una vez sirvió.
Aunque los eruditos pueden discrepar sobre la exactitud del texto, no cabe duda de que tras la destrucción del Templo se produjo un cambio que modificó radicalmente la religión tal y como se conocía y condujo a la que nos resulta más familiar hoy en día.
Arco de Tito en Roma. (Matan Shor)
Sin embargo, la destrucción del Templo afectó a la comunidad judía local no sólo en los aspectos religiosos. La economía, el gobierno, la influencia política y la relación con la diáspora experimentaron cambios importantes tras la ruina de la fuerza unificadora que representaba el Templo.
Las presiones externas e internas sobre los judíos y el judaísmo antes y después de la caída, incluidas las luchas civiles que desembocaron en una guerra, y un nuevo culto judío llamado cristianismo que se convertiría en el mayor grupo religioso del mundo en siglos posteriores.
A pesar de estos desafíos, el pueblo judío y su fe siempre han encontrado la forma de adaptarse, reconstruirse y florecer incluso en las condiciones más duras, y quizá ésta sea la mayor lección de su historia.
Fuente: Ynet Español