20 Jun Jerusalem: Verdaderamente una ciudad de paz y unidad
El paisaje de Jerusalem desde el Monte de los Olivos.
Y, sin embargo, hay quienes eligen centrarse estrechamente en dificultades personales concretas para fomentar el conflicto, hacer retroceder la historia judía y, en última instancia, provocar un sufrimiento incalculable.
POR: Dr. Shmuel Katz y Chaim Silberstein, Especial para United with Israel
El Día de la Reunificación de Jerusalem, también conocido como Día de la Liberación de Jerusalem, ha llegado y se ha ido, afortunadamente sin que se haya materializado el terrorismo con el que amenaza Hamás. Aunque muchos no son conscientes del sublime significado de este día, en realidad es nada menos que el día absolutamente más brillante y feliz (aparte del Día de la Independencia de Israel) de los últimos dos milenios de historia judía.
El año que viene se cumplirán exactamente 2.900 años del comienzo del reinado del rey David sobre el reino de Judea. Fue él quien estableció Jerusalem, basándose en versículos bíblicos, como la ciudad más sagrada y capital eterna del pueblo judío. Pero cuando los romanos saquearon la ciudad y prendieron fuego al Templo Sagrado en el año 68 de la Era Común, se desencadenaron unos 1.900 años de luto y anhelo por nuestro regreso nacional, hasta que finalmente se produjo:
El último y sombrío período de 19 (largos) años de exilio de nuestra ciudad santa terminó en 1967 en una guerra defensiva, cuando toda la ciudad fue liberada por las fuerzas israelíes como respuesta a la ocupación ilegal jordana y a su ataque no provocado contra el Estado de Israel. El júbilo nacional e individual apenas puede describirse con palabras.
Este breve resumen ignora necesariamente las miríadas de luchas y tribulaciones personales experimentadas por los individuos que vivieron a lo largo de estos siglos. También hoy, innumerables historias personales, felices y tristes, relacionadas con la reunificación de Jerusalem afectan a personas reales, pero la gran mayoría de ellas no pueden contarse ni recordarse ampliamente en el marco de la saga nacional histórica que se está desarrollando gloriosamente.
Y, sin embargo, hay quienes eligen centrarse estrechamente en dificultades personales concretas para fomentar el conflicto, hacer retroceder la historia judía y, en última instancia, provocar un sufrimiento incalculable no sólo a individuos, sino a masas de personas, tanto judías como árabes.
Un reciente artículo en el Jerusalem Post de un conocido investigador de extrema izquierda, que busca activamente dividir Jerusalem y convertir Israel de un Estado judío en uno de «todos sus ciudadanos», lamenta amargamente las celebraciones del Día de Jerusalem. Se burla de la idea misma de que Jerusalem esté unida, califica el Día de Jerusalem de «luto» e «ira» palestinos, y aporta como prueba un ejemplo anecdótico que ocupa casi una cuarta parte del artículo: la historia de su amiga árabe de Belén, casada con un jerosolimitano oriental, que durante mucho tiempo no pudo vivir ni conducir en Jerusalem.
Luego resume: «No puedo celebrar la falsa unidad de esta ciudad… Es una ciudad de más odio y dolor que una ciudad de amor y compasión».
Es increíble que se utilicen y difundan historias individuales de sufrimiento relativo, derivadas en gran medida de consideraciones de seguridad, para arrebatar a Israel el este y el norte de Jerusalem y transferirlo a la antidemocrática y autoritaria Autoridad Palestina.
Sí, la AP es oficialmente un «régimen autoritario», según el índice de democracia 2020 de The Economist, que reprime con mano dura a la oposición y a la sociedad civil. Además, sus dirigentes han afirmado en repetidas ocasiones que no tolerarían la presencia de judíos en su seno. El jefe de la AP, Mahmud Abbas, ha declarado: «Damos la bienvenida a cada gota de sangre derramada en Jerusalem. Es sangre pura, sangre limpia, sangre en camino hacia Alá». Por lo tanto, incluso el control parcial árabe de Jerusalem, como pretenden personas como el autor antes citado, significaría un sufrimiento a escala masiva para judíos, cristianos y musulmanes por igual.
Hay muchos que afirman que Jerusalem no está realmente unida, ya que los judíos apenas entran en los barrios árabes. Observamos que no existe una afirmación paralela de que los árabes no frecuenten las zonas judías, pues los árabes se sienten libres de entrar, por trabajo u otros motivos, en todos los barrios judíos de la ciudad.
Pero la exigencia de que, debido a la falta de mezcla, la ciudad debe estar dividida es espuria. No faltan ciudades en todo el mundo con secciones que están prácticamente cerradas a diversos sectores de la población y, sin embargo, ¡nadie exige que se dividan! Hay barrios urbanos europeos en los que hasta la policía tiene miedo de entrar. También abundan las zonas étnicas que los de otras etnias prefieren no frecuentar, ajenos a factores de miedo y delincuencia. Así es el mundo.
Inversión en barrios árabes
El artículo citado, lleno de resentimiento hacia las miríadas de israelíes que marchan y bailan alegremente el Día de Jerusalem para celebrar el crecimiento de su ciudad, ignora los beneficios que este crecimiento ha reportado también a los residentes árabes. El autor afirma que las infraestructuras de algunos barrios árabes son deficientes, pero ignora la gran energía y presupuesto invertidos por el Ayuntamiento de Jerusalem para mejorar esta situación.
Nótese también que, por elección propia, la mayoría de los residentes árabes de Jerusalem no participan en las elecciones municipales y se aseguran así representantes en el ayuntamiento que presionarían por su calidad de vida. A pesar de ello, la ciudad de Jerusalem invierte mucho en los barrios árabes del este de Jerusalem.
También pasa por alto el hecho de que estas condiciones de hacinamiento son en gran medida el resultado de la desenfrenada construcción ilegal por parte de los residentes, sin tener en cuenta la zonificación, el saneamiento o la seguridad contra terremotos. La afirmación de que la ciudad no les permite construir legalmente es falsa; simplemente no solicitan suficientemente los permisos de construcción.
El Ayuntamiento informa de que, entre 2011 y 2017, recibió un «número desproporcionadamente bajo de solicitudes de permisos de construcción [árabes].» En concreto, solo el 14% de las solicitudes de permisos procedían de barrios árabes, cerca de un tercio de la proporción de árabes en la población de la ciudad. Algunas de las razones por las que no solicitan permisos son: no reconocer la soberanía israelí, tratar de evitar y eludir los elevados impuestos que pagan otros residentes legales y someterse a la presión de fuerzas externas nefastas. Al mismo tiempo, las solicitudes que sí presentan se aprueban a gran escala. En 2016, por ejemplo, ¡se aprobaron la friolera de 197 de 198 solicitudes de construcción árabes!
El artículo en cuestión adopta un tono amargo y de incitación al odio en relación con lo que denomina la «falsa unidad» de Jerusalem. Afirma que «para la mayoría del pueblo palestino [sic]… [el Día de Jerusalem es un día de luto y recuerdo».
De hecho, sin embargo, muchos de los árabes de Jerusalem son en realidad bastante felices viviendo bajo el dominio israelí. Mejor situados en general que la mayoría de sus hermanos que viven cerca bajo el gobierno de la Autoridad Palestina, la mayoría de los árabes de Jerusalem han demostrado repetidamente en encuestas públicas que preferirían seguir viviendo bajo control israelí que bajo (en) la AP.
El artículo afirma además que el Día de Jerusalem es «un día de ira causada por una provocación directa», y que la ciudad es de «odio y dolor». Si el autor se refiere a la madre árabe que fue ampliamente citada hace algunos años diciendo que reza para que todos sus hijos mueran matando judíos, entonces tiene razón. La incitación del gobierno y los medios de comunicación de la AP, así como de algunos líderes religiosos musulmanes, ha provocado muchos ataques asesinos contra judíos. Uno sólo puede imaginar con temor cuál será la suerte de los residentes de Jerusalem si la AP o sus secuaces toman el control de incluso parte de la ciudad.
Todos deberíamos ser conscientes del hecho de que, si el mal consigue dinero, poder, influencia política y control sobre los territorios, TODAS las personas de bien se convertirán en sus víctimas, incluidos aquellos que intentaron apaciguarlos. Sigamos luchando por una Jerusalem unida, libre y bajo soberanía democrática israelí.
El Dr. Shmuel Katz sirvió como oficial de las FDI en la Guerra de los Seis Días. Miembro de la Sociedad Quirúrgica Israelí, del Colegio Americano de Cirujanos y de otras sociedades médicas, también forma parte del consejo de muchas organizaciones proisraelíes. Chaim Silberstein es fundador y director de Keep Jerusalem, una organización no partidista y sin ánimo de lucro fundada para educar al público en general sobre la importancia de una Jerusalem unida bajo soberanía israelí.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: United with Israel