12 Jun Aprendiendo el lenguaje del amor
El personal editorial del Palestine Daily Mail en los años 1920.
En un nuevo libro, la persona de los medios y gurú culinario, Gil Hovav, el nieto del ´primer niño hebreo´, relata la relación de sus icónicos antepasados.
POR: Tamar Rotem
Venían de diferentes mundos. Él era el hijo de Eliezer Ben Yehuda, restaurador del idioma hebreo, y era conocido como ¨el primer niño hebreo¨ -el primer nativo hebreo parlante en tiempos modernos. Ella era una joven hermosa de ojos negros, hija de una distinguida y acomodada familia sefaradí que era cortejada y admirada por los hijos de la clase alta de Jerusalem. Según cuenta la leyenda, sus padres rechazaron al joven que pidió la mano de su hija en matrimonio, porque era, D-s nos ayude, un ashkenazí -y pobre.
Pero el amor de Itamar Ben-Avi y Leah Abushedid triunfó. Fue cantado y recitado y se convirtió en parte de la cultura y el folklore local. En un nuevo libro, ¨Amar en Hebreo¨ (en hebreo), la persona de los medios y gurú culinario, Gil Hovav, regresa a los históricos eventos que fueron el tema de conversación de la ciudad en la Jerusalem de 1920. Basándose en las cartas de amor intercambiadas por la pareja -sus entonces futuros abuelos -se propone levantar el telón sobre el drama que se desarrolló.
Múltiples obstáculos surgieron entre los dos, y su diferencia de edad (él era siete años mayor) no fue el principal entre ellos. De hecho, Itamar Ben-Avi afirma que había querido a Leah desde su infancia; ¨en su cuna¨, escribió en su autobiografía, ¨en los albores de nuestra independencia¨. Hovav señala que ella tenía 12 años cuando él la vio por primera vez, e incluso levanta una ceja en una reprimenda divertida. Sin embargo, por otro lado, admite, su abuelo se inclinaba a la exageración. Según otra versión de los eventos, ella tenía 16 años. En cualquier caso, sólo fue en 1908, cuando ella tenía 19 años, que Ben-Avi comenzó a cortejarla seriamente.
Para entonces él ya era un hombre de mundo, un periodista novato, un poeta y un sionista que proyectaba encanto y carisma. Pero los padres de Leah -Rahamim Shlomo y Raina Abushedid -no quedaron impresionados. Buscaban pareja para ella con un rico comerciante. A principios de siglo, la comunidad sefaradí en Jerusalem disfrutaba de un sólido estatus social y económico, mientras que veía a los ashkenazim, entre ellos a la familia de Eliezer Ben Yehuda, como una minoría celosa conocida por ser muy pobre -aunque ese no era en realidad el caso con Itamar Ben-Avi. Tampoco les interesó en lo más mínimo los esfuerzos del idioma hebreo de su padre a los padres de Leah. Se veían a sí mismos como los representantes de la élite y hablaban varios idiomas europeos.
La autora de libros infantiles, Devorah Omer, grabó la historia de la pareja en la conciencia colectiva, inicialmente en su libro de 1958 ¨Habechor Lebeit Avi¨ (¨Renacimiento: La Historia de Eliezer Ben-Yehuda y el Idioma Hebreo Moderno¨), una vez un favorito entre la generación más joven de Israel. Su protagonista es el niño Ben-Zion (el primer nombre original de Itamar) que en la adolescencia estaba consumido por el amor. Décadas después la historia fue contada nuevamente en la novela de Omer ¨El Amor de Itamar¨ (2001, en hebreo). Además de la literatura infantil, la historia también se convirtió en una famosa canción, y en el 2016 se le dio una nueva vida con la publicación de ¨Descarado Hombre Hebreo: Episodios en la Vida del Primer Niño Hebreo¨ de Yaron London (en hebreo), una adaptación comentada de la biografía de Ben-Avi (originalmente publicada en 1961).
La portada de ¨Amar en Hebreo¨.
Hovav tiene un gran interés personal en esta historia: Su madre, Drora Ben-Avi, era la hija de Itamar y Leah. Como un escritor para quien la cultura y el idioma hebreo son la esencia, Hovav no pretendía renunciar a su propia perspectiva en una telenovela familiar para la que el renacimiento del idioma hebreo actúa como un trasfondo.
Como era de esperarse en una familia de literatos, Hovav disponía de un rico tesoro de fuentes primarias -no sólo la autobiografía de Ben-Avi, sino también sus cartas, que están preservadas en varios archivos, y los propios escritos de Eliezer Ben Yehuda, así como las memorias de la segunda esposa de este último, Hemda. Hovav también dispuso de anécdotas familiares que había escuchado de la abuela Leah, a quien llamaba ¨Muma¨ (ella murió en 1982).
Enfrentó el desafío de relatar una historia que ha sido contada muchas veces y cuyos caracteres son bien conocidos, y ataca el problema de una manera bastante original en su libro: Como su familia es bastante propensa a las historias fantásticas, él asume la tarea de pinchar el globo.
¨Este libro pretende examinar cuánta verdad había en mi infancia bañada por el sol¨, escribe. ¨está destinado a hojear documentos amarillentos y cartas de amor que permanecieron latentes en cajones y archivos durante generaciones, y descubrir si el aura de amor que contenían se ha atenuado¨.
Pero al mismo tiempo, Hovav insinúa que no se puede confiar en él, que en realidad podría ser un prevaricador. No se molesten, pide a los lectores que dudan de la credibilidad de sus historias, agregando, ¨La vida (y principalmente mi familia) me ha enseñado que, si es bueno, si es divertido, si es fascinante -eso es lo importante, y al diablo con la verdad¨.
El objetivo de Hovav, por lo tanto, no es presentar la fascinante y serpenteante historia de su familia, como fue escrita por los propios caracteres. Él mismo elige lo que incluye y lo que omite. Son centrales para el libro las cartas que su abuelo escribió a ¨Le´ato¨. ¿Por qué competir con un escritor tan articulado? Las cartas se presentan palabra por palabra, en su totalidad, complementadas por una visión ligera en el estilo generalmente cautivador de Hovav. Pero, aunque hace una serie de comentarios interesantes, como escritor, adopta una especie de enfoque no vinculante, y, por lo tanto, pierde la oportunidad de contar una historia aún más compleja. Todo queda en el nivel meramente anecdótico.
Ben-Avi escribió la mayoría de sus cartas de amor durante los tres años en los que trató de abrirse camino en el corazón de Leah Abushedid y recibir un sello de kashrut de su familia. Durante la mayor parte de este período vivió en el extranjero, principalmente en Europa, y la separación generó un torrente interminable de palabras de amor, junto con lamentaciones y quejas por el ardor no correspondido. De las cartas que datan de los años de casados de la pareja, surge que incluso después de su unión largamente buscada, Ben-Avi continuó viajando y enviando miles de palabras a su amante esposa.
Leah Abushedid a principios del siglo XX.
En la introducción de ¨Descarado Hombre Hebreo¨, el autor London elogia a Ben-Avi: ¨Con su ojo agudo y su lenguaje natural y fluido, ofrece retratos maravillosos de una galería de figuras fascinantes …Con su pluma, Ben-Avi presenta una imagen colorida y vívida del naciente Yishuv Hebreo [la comunidad judía en la Palestina antes de 1948]. Su carismático carácter, o las ocasiones históricas en las que estuvo presente, lo imbuyen de los rasgos de una gran figura literaria …un príncipe hebreo¨.
En contraste con la figura más grande que la vida de una personalidad pública con relaciones alrededor del mundo, el retrato de Hovav de Ben-Aviv representa una especie de alucinador desafortunado. En la visión de Hovav, hay una razón prosaica para las largas separaciones entre la pareja: problemas para ganarse la vida: con sus sueños de pastel en el cielo -¨aire¨ fue como lo apodó su esposa una vez -su carácter conflictivo, su tendencia a quemar puentes y meterse en problemas con varias autoridades, Ben-Avi no pudo mantener su trabajo como periodista. Después de que un artículo contra el gobierno que él publicó provocó la clausura del periódico Ha´or (La Luz), lo que quedó para él fue ser un vendedor trotamundos del diccionario hebreo compilado por su padre.
Lo que Ben-Avi había hecho podía verse como un acto periodístico valiente, pero Hovav regaña a su abuelo, argumentando que resultó ser una decepción, dejando detrás un rastro de promesas no cumplidas y deudas no pagadas donde quiera que fuera. Tanto es así que, de hecho, su esposa fue forzada a pagar sus deudas de su herencia. El hombre era un problema, sostiene Hovav, como también pensaba la suegra de Ben-Aviv.
Si las cartas son leídas sin comentarios, se puede llegar a una de dos conclusiones. Si uno cree en la sinceridad de sus palabras, el gran pecado de Ben-Avi, por el que fue decretado su exilio, fue su incapacidad de mantener a su adinerada esposa en el estilo al que estaba acostumbrada. Él y Abushedid estaban atrapados en un arreglo patriarcal relacionado con la clase social de un tipo que caracterizó el período, y que, en última instancia, fue perjudicial para ambos. Por otro lado, si uno sigue el camino que traza Hovav, es posible que Ben-Avi en realidad disfrutara sus peregrinaciones y enviara cartas de amor y quejas para cubrirse.
En las propias cartas, Ben-Avi no aparece como un ¨príncipe hebreo¨. Es humano, rebosante de pasión y emoción, a veces amargo y exhausto, pero principalmente un latoso, acumulando palabras, quemándose en las llamas de un amor narcisista y obsesivo, que -no está claro -puede haber sido su invención. Hizo todo para convertirse en el centro de atención, sin resistirse a los trucos tortuosos. Cuando Leah no contestó a sus cartas, utilizó todas sus artimañas para que ella lo notara, incluso insinuando en un poema que publicó que se suicidaría si ella no lo hacía.
Hoy lo llamaríamos charlatán, incluso un acosador, pero debemos recordar que estamos hablando de una época diferente, en el que el romance obligaba a gestos desmesurados y al tormento sobreexcitado de los amantes. Desde una perspectiva contemporánea, algunos de los textos reimpresos en el libro de Hovav son tediosos y podrían haber sido omitidos o resumidos.
En marcado contraste con la seriedad de las cartas, Hovav maneja la mayoría de sus naipes con destreza y con un estilo de escritura ligero, brusco y evasivo. Reprende a su abuelo, Ben-Avi, por el hecho de que Leah tenía 12 años cuando él, el Don Juan de 19, la vio por primera vez, pero el tirón de orejas lo da con cariño y de una manera políticamente correcta. No se molesta en dar el relato de su abuela ni dejar claro lo que ella sintió como una niña sobre la incesante presión de su joven pretendiente, porqué no respondía a sus cartas y si se llegó a cansar de él.
¨¿Hay alguien en este país tan miserable como yo?¨ se pregunta Ben-Avi, ahogándose en amor y autocompasión, en una de las cartas en el libro de Hovav. ¨Y ahora debo sentarme en mi habitación noche tras noche. Ahora debo conformarme con su imagen fría, indiferente, risueña, despectiva. Ahora debo escribirle cartas, cartas hasta las decenas, las 20, las 50, hasta los cientos. Y lo más terrible de todo es que sólo yo soy el escritor, que escribe constantemente, incesantemente, y tú callas, callas, callas¨.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: Haaretz