23 Mar Netanyahu está causando un daño acumulativo a las relaciones Estados Unidos-Israel -Editorial
El primer ministro Benjamin Netanyahu es visto en Jerusalem, 13 de marzo del 2023.
Si bien Israel puede soportar la desaprobación de Estados Unidos sobre una política u otra, cuando los desacuerdos se producen en rápida sucesión existe una preocupación sobre un impacto acumulativo.
POR: Editorial del Jerusalem Post
En una rara medida, el Departamento de Estado de Estados Unidos, llamó el martes al embajador israelí, Mike Herzog, para expresar su descontento con la votación de la Knesset la noche antes de derogar la Ley de Desconexión del 2005 en el norte de Samaria.
Según una breve lectura de esa reunión, la Vicesecretaria de Estado, Wendy Sherman, comunicó la ¨preocupación¨ de Washington sobre la medida, ¨incluyendo la prohibición de establecer asentamientos en el norte de Judea y Samaria. También discutieron la importancia de que todas las partes se abstengan de acciones o retórica que podrían inflamar más las tensiones que conducen a las festividades del Ramadán, Pesaj y Semana Santa¨.
No hubo información sobre cómo respondió Herzog, ni el Ministerio de Relaciones Exteriores ni la declaración de la Oficina del Primer Ministro. Lo que Herzog podría haber recordado a Sherman, pero probablemente no lo hizo, es que esta fue una decisión tomada por el gobierno elegido democráticamente de Israel y aprobada democráticamente por el parlamento.
¿Por qué destacar ese punto? Porque los estadounidenses durante las últimas semanas han expresado preocupación sobre la propuesta de reforma judicial y la dirección democrática del país. Herzog podría haber dicho: ¨¿Quieren democracia? Bueno, esto es democracia¨.
Una decisión democrática imprudente
Sin embargo, no toda decisión tomada democráticamente es sabia, ni el momento particularmente oportuno. Y éste es uno de esos casos.
Benjamin Netanyahu es visto gesticulando en la Knesset, 26 de julio del 2021.
No por nada el Primer Ministro Benjamin Netanyahu bloqueó este tipo de proyectos de ley de ser aprobados en la Knesset en el pasado.
En marzo del 2019, antes de la primera de un ciclo de cinco elecciones, la entonces ministra de justicia, Ayelet Shaked, dijo que Netanyahu había bloqueado la cancelación de la Ley de Desconexión por razones políticas y que su partido Nueva Derecha trabajaría para la derogación de la ley en la próxima coalición. Según los informes, el primer ministro impidió que el proyecto de ley avanzara en numerosas ocasiones desde el 2015 hasta el 2019 porque comprendía la sensibilidad, incluido el impacto que podría tener en sus relaciones con Washington.
Es una vergüenza que Netanyahu, alrededor del 2023, no escuchara Netanyahu, alrededor del 2015-2019.
Si lo hubiera hecho, podría haber evitado a Israel una reprimenda del Departamento de Estado de Estados Unidos, el cual caracterizó a la ley como ¨provocativa y contraproducente¨, diciendo que contradice el compromiso anterior dado a Estados Unidos hace 20 años por el entonces primer ministro Ariel Sharon, y hace sólo unos pocos días por el actual gobierno.
Si bien Israel puede soportar la desaprobación de Estados Unidos sobre una política u otra, cuando los desacuerdos se producen en rápida sucesión existe una preocupación sobre el impacto acumulativo.
La Ley de Desconexión de la Knesset llega inmediatamente después de la declaración del ministro de finanza, Bezalel Smotrich, de que ¨no existe tal cosa como un pueblo palestino¨. Y eso siguió a su comentario de que Huwara debía ser borrada. Ambos comentarios fueron condenados por Estados Unidos.
Esto se suma a una declarada preocupación de Estados Unidos sobre el proyecto de ley de la reforma judicial. El presidente Joe Biden, quien deliberadamente aún no invitó a Netanyahu a la Casa Blanca para una reunión, habló con el primer ministro por teléfono esta semana y, según una lectura estadounidense de esa conversación, ¨subrayó su creencia de que los valores democráticos siempre han sido, y deben seguir siendo, un sello distintivo de la relación Estados Unidos-Israel, que las sociedades democráticas se fortalecen por genuinos chequeos y balances, y que los cambios fundamentales deberían perseguirse con la base más amplia posible de apoyo popular¨.
El conjunto de todo esto es negativo, y llega en un momento en que Irán continúa acercándose a una línea final nuclear e Israel necesitará la asistencia de Estados Unidos -diplomáticamente o de otro tipo -para evitar que cruce esa línea y obtenga capacidades nucleares. También llega cuando algunos en el partido Democrático, y no sólo los usuales sospechosos progresistas de extrema izquierda, están hablando de la necesidad de reducir la ayuda a Israel.
Por ejemplo, el senador de Connecticut, Chris Murphy, dijo el domingo que Washington debería condicionar su ayuda a Israel. ¨Creo que Estados Unidos necesita trazar una línea más dura con este gobierno¨, dijo en una entrevista con CNN. ¨Si vamos a continuar estando en el negocio de apoyar al gobierno israelí, tienen que estar en el negocio continuo de un futuro estado palestino¨.
Incluso si el primer ministro no está de acuerdo con estos sentimientos, el Netanyahu de los gobiernos anteriores se hubiera sintonizado con ellos y habría ajustado la política en consecuencia. El actual Netanyahu, sin embargo, no está similarmente sintonizado, y el resultado -como lo atestigua la citación de Herzog al Departamento de Estado -es malo para las relaciones Israel-Estados Unidos.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Times of Israel