01 Nov Con el ascenso de Ben-Gvir y Smotrich, Israel corre el riesgo de una sacudida catastrófica hacia el extremismo
Por: David Horovitz
El legislador de extrema derecha y líder del partido Otzma Yehudit (Poder Judío), Itamar Ben-Gvir durante un mitin de campaña en la ciudad sureña de Ashkelon, 25 de octubre del 2022, antes de las elecciones generales del 1 de noviembre.
Ambos serán ministros si Netanyahu gana las elecciones; sus agendas desharían principios fundamentales y revertirían logros esenciales, debilitando a Israel dentro y fuera.
En noviembre de 1947, las Naciones Unidas respaldaron el renacimiento histórico del estado judío, para ser establecido junto a un nuevo estado para los residentes árabes de la disputada tierra santa. Profundamente descontentos con la división del territorio, los líderes preestatales de Israel, sin embargo, aceptaron los parámetros; el mundo árabe no. Israel nació en una guerra destinada a destruirlo. Casi milagrosamente, sobrevivió, ha resistido los implacables esfuerzos posteriores para eliminarlo, y ahora prospera como una democracia de mayoría judía, una potencia de innovación, capaz de defenderse a sí mismo de sus enemigos.
El 1 de noviembre del 2022, 75 años después, sin embargo, el electorado del Israel moderno, arrastrado hacia la derecha por el interminable terrorismo y negacionismo palestinos, y golpeado políticamente por cinco elecciones generales en menos de cuatro años, parece muy probable de debilitar aún más su tensa armonía interna, diluir su democracia, correr el riesgo de alienar a sus aliados internacionales esenciales, y socorrer a esos enemigos.
Las elecciones de la próxima semana son imposibles de predecir con precisión, sin importar que tan ostensiblemente definitivas sean las conclusiones de los encuestadores. Pero, la coalición saliente, de poco tiempo y sin precedentes por su diversidad liderada por Yair Lapid, está constantemente rezagada detrás del bloque de partidos de derecha y ultraortodoxos liderado por Benjamin Netanyahu en las encuestas. Varios partidos en el bloque de la coalición están en riesgo de caer por debajo del umbral del 3.25% de la Knesset. Y el Likud de Netanyahu y sus principales aliados están en la cúspide de la mayoría.
Netanyahu y sus principales colegas del partido se han vuelto más agresivos en años recientes. Netanyahu buscó anexar unilateralmente el 30 por ciento de las Judea y Samaria bíblicas en el 2020, creyendo erróneamente que la administración Trump lo respaldaría, y hace mucho que dejó de defender incluso una solución condicional de dos estados para el conflicto con los palestinos -el mismo marco que los líderes fundadores de Israel aceptaron y, aquellos que hablaron por los palestinos, rechazaron firmemente en 1947. Mucha de la lista del Likud para la Knesset es todavía más agresiva sobre esto que su presidente.
Pero, hasta que fue derrocado después de 12 años consecutivos en el poder el año pasado, Netanyahu generalmente se las arregló para manejar la nave del estado de una manera relativamente circunspecta -enfrentándose cara a cara con la administración Obama sobre cómo frustrar el programa de armas nucleares de Irán, pero optando, por ejemplo, dejar a un lado su plan de anexión parcial de Judea y Samaria en favor de los Acuerdos Abraham con los Emiratos Árabes Unidos, Barein y Marruecos.
Los parlamentarios Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich en un mitin en su partido Sionismo Religioso en la ciudad sureña de Sderot, 26 de octubre del 2022.
En esta campaña electoral, sin embargo, acercándose a un regreso como primer ministro que espera que también lo libere de su juicio por corrupción, ha promovido, asociado y empoderado a políticos radicales que están decididos a evitar cualquier agilidad estratégica y sabiduría.
Bezalel Smotrich, el líder de la alianza de alto vuelo de Sionismo Religioso, negociada por Netanyahu, anunció la semana pasada planes para hacer que el poder judicial de Israel esté subordinado a su mayoría política. No menos.
Itamar Ben-Gvir, el jefe del partido Otzma Yehudit, estrella en ascenso de esta campaña electoral, y el No.2 de Smotrich en la lista de candidatos de Sionismo Religioso, busca anexar toda Judea y Samaria sin otorgar a sus residentes árabes el derecho a voto y animar a los ciudadanos árabes ¨desleales¨ a que se vayan, según el manifiesto político más reciente del partido.
Ben-Gvir solía abogar por la expulsión de todos los árabes israelíes. Afirma que su posición se ha atenuado a lo largo de los años. También sabe que de otra manera se le habría prohibido postularse para las elecciones -como le ocurrió al ex líder de Otzma Yehudit, Michael Ben-Ari, por incitamiento al racismo, en el 2019, y al partido Kach liderado por el extinto rabino Meir Kahane, de quien Ben-Gvir es un devoto, en 1988.
Captura de pantalla del 2018 mostrando al líder del partido Otzma Yehudit, Itamar Ben-Gvir, hablando con activistas y partidarios del rabino Meir Kahane.
Meses antes de las elecciones del año pasado, en las que no pudo retener el poder por poco, Netanyahu declaró en una entrevista televisiva que Ben-Gvir sería un miembro de su coalición, pero no apto para un cargo ministerial. En los últimos días, habiendo visto el ascenso de Sionismo Religioso en las encuestas a alrededor de 14 escaños, algunos de ellos aparentemente viniendo a expensa de su propio Likud, Netanyahu, reconociendo que no tiene perspectivas remotas de un gobierno sin Ben-Gvir, ha dejado a un lado esa salvaguarda final.
Ben-Gvir, que busca un Israel soberano ampliado, en el que a millones de palestinos se les negaría cualquier cosa cercana a la igualdad, ciertamente puede y absolutamente será un ministro de gabinete, ha declarado Netanyahu varias veces esta semana y la pasada.
Smotrich ha ocupado anteriormente un cargo ministerial bajo Netanyahu, pero ahora ha condicionado el unirse a una coalición a la aceptación de sus propuestas de ¨reforma¨ legal. Sin embargo, Smotrich, también, ha declarado Netanyahu, será un ministro si su regreso tiene éxito.
Ya no es un marginal
Si Smotrich y Ben-Gvir, con ambiciones que destruirían la democracia israelí y, en el caso de Ben-Gvir, invitarían a la acusación de apartheid hasta ahora infundada, siguieran siendo relativamente figuras marginales y desdentadas, sus objetivos serían profundamente preocupantes.
Pero en una estimación conservadora, su partido se dirige a una décima parte de los 120 escaños en la Knesset, y podría bien convertirse en un elemento substancial y poderoso en el próximo gobierno de la Knesset. El partido de Unidad Nacional de Benny Gantz, burlado por Netanyahu cuando se asoció con él en el 2020, insiste en que no habrá una segunda vez -que no salvará a Netanyahu de los extremistas que ha legitimado.
Casi toda la lista del Likud para la Knesset aceptaría con satisfacción una coalición con Sionismo Religioso; su partido está ahora construido casi en su totalidad a la imagen de Netanyahu. Los dos partidos ultraortodoxos -Shas y Judaísmo Unido de la Torah -darían la bienvenida a esa coalición, su regreso al gobierno y la eventual victoria en su batalla contra el servicio militar/nacional obligatorio para sus votantes.
Y Smotrich y Ben-Gvir han dejado claro que no se conformarían con papeles ministeriales marginales. Se ha hablado del ministerio de seguridad pública y el ministerio del interior, quizás de justicia, tal vez incluso de defensa.
En última instancia, Smotrich ha dicho en el pasado, que busca una teocracia israelí. Por ahora, sólo quiere una coalición mayoritaria sobre el panel que elige a los jueces, una amplia inmunidad procesal para los políticos, ningún mecanismo viable para que los jueces eliminen legislación antidemocrática, y la abolición de la acusación de ¨fraude y abuso de confianza¨ que es común en todos los tres casos por los cuales Netanyahu está siendo juzgado.
Mientras tanto, Ben-Gvir abogará por la plegaria judía abierta en el Monte del Templo, y por una relajación de las reglas de fuego abierto del ejército. ¨Nos están lanzando rocas …Dispárales¨, instó a los oficiales de la Policía de Frontera que lo estaban protegiendo en el disputado barrio de Sheikh Jarrah cuando lo visitó hace dos semanas, mientras blandía su propia arma.
Israel, ´irreconocible´
Esta clase de coalición liderada por Netanyahu, dijo el actual ministro de justicia, Gideon Sa´ar, el domingo, ¨desmantelará al Estado de Israel y a todas sus instituciones¨.
Sa´ar, un destacado ex parlamentario del Likud, ministro y secretario del gabinete bajo Netanyahu, que abandonó el partido y estableció el suyo propio hace dos años para oponerse específicamente a su ex líder, y que está aliado con Gantz en estas elecciones, advirtió: ¨El Estado de Israel que hemos conocido durante 74 años será irreconocible¨.
El líder de Azul y Blanco, el ministro de defensa Benny Gantz (derecha) y el líder de Nueva Esperanza, el ministro de justicia Gideon Sa´ar, anuncian la fusión de sus partidos, 10 de julio del 2022.
En una visita a los Estados Unidos esta semana, el presidente Isaac Herzog suplicó preventivamente al aliado más importante de Israel, aunque fue cuidadosamente no específico, de no abandonar a Israel si un gobierno de Netanyahu-Smotrich-Ben-Gvir llega al poder.
¨Ustedes tienen elecciones y elecciones intermedias, nosotros tenemos elecciones en Israel la próxima semana. Creo que una cosa transciende a ambas -la amistad y el estrecho vínculo entre Israel y Estados Unidos es inquebrantable y es un valor que debemos apreciar y por el que debemos trabajar. También puedo agregar que debemos respetar las democracias de cada uno¨, les dijo Herzog a los líderes judíos el martes.
¨Por supuesto, habrá discusiones sobre el resultado¨, continuó. Pero, ´antes que nada´, la regla subyacente debería ser ´honrar y respetar la democracia´¨.
El problema es que las agendas políticas declaradas de Smotrich y Ben-Gvir no honran ni respetan la democracia israelí. Y su ascenso a posiciones de poder perjudicaría inevitablemente las relaciones de Israel con Estados Unidos -incluso Donald Trump, recuerden, se inclinó a creer, mucho antes de que Ben-Gvir hubiera comenzado su ascenso político, que Netanyahu ¨no quiere la paz¨- y con muchos más de sus aliados políticos más importantes, mientras deleita y fortalece a sus legiones de críticos.
¿Qué sería de esos Acuerdos Abraham, y de nuestras cuidadas relaciones con Egipto y Jordania, con un gobierno ligado o inclinado a la agenda radical de Ben-Gvir? (Los Emiratos Árabes Unidos ya han alertado a Netanyahu con sus preocupaciones). Sus planes declarados para los palestinos y árabes israelíes alienarían a los partidarios de Israel, y contradecirían los argumentos que hasta ahora han presentado con precisión en defensa de Israel, mientras que alimentarían las llamas del pernicioso movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones.
El apoyo público disminuiría, lo que a su vez debilitaría el respaldo que recibe Israel de tantas naciones -incluso en foros diplomáticos internacionales, y en términos de apoyo militar crucial.
No es un vacío
Uno de cada 10 o más israelíes no está dispuesto a votar por Smotrich y Ben-Gvir en el vacío. Los ataques terroristas suicidas de la Segunda Intifada destruyeron la fe de Israel en la posibilidad de hacer la paz con los palestinos, y el continuo terrorismo, el ascenso de Hamas en Gaza y el rechazo de Mahmoud Abbas no han hecho nada para cambiar eso.
La violencia generalizada de mayo del 2021 en las ciudades mixtas árabes-judías, y la lenta e inadecuada respuesta de la policía, probablemente también reforzaron el apoyo a la extrema derecha. (Ben-Gvir, quien apareció repetidamente en las escenas de confrontación, como ha continuado haciéndolo en Jerusalem Este, fue supuestamente acusado por el comisionado de policía de avivar las llamas). El incitamiento antisionista de muchos miembros árabes de la Knesset -la parlamentaria de Hadash, Aida Touma-Suleiman esta semana elogió al terrorista de la Guarida del León, en Nablus, muerto en una redada de las FDI, como ¨mártir¨ de la ¨resistencia¨-habrá hecho más de lo mismo.
Mientras tanto, Smotrich y especialmente Ben-Gvir se convierten en campeones convincentes de la extrema derecha, no tan diferentes del Likud cada vez más agresivo bajo su líder de 73 años, pero más jóvenes y energéticos, triunfalistas y desprovistos de dudas, ofreciendo panaceas simplistas y populistas. Están ganando apoyo, también, de algunas de las comunidades ultraortodoxas, especialmente en la comunidad ashkenazí, con su liderazgo anciano y sin carisma.
Más ampliamente, también puede haber un factor generacional aquí. Los padres fundadores de Israel han desaparecido en gran medida. Los miembros de mi generación, a menudo vivos sólo porque sus padres huyeron o sobrevivieron a los nazis o a los regímenes hostiles norafricanos y de Medio Oriente, han entrado a la edad madura. Estas son generaciones que desempeñaron un papel directo en el establecimiento y supervivencia de Israel durante décadas contra viento y marea existenciales, algunos de los cuales soñaban con Israel y reconocían profundamente la tragedia de que Israel no estuviera aquí hace 80 años. Las generaciones que nunca han dado por sentado este país, y que lo han visto afianzarse gradualmente, globalmente e incluso en partes de esta región, a través de una combinación de resiliencia, creatividad, liderazgo hábil y, especialmente, fuerza militar.
Muchos israelíes más jóvenes, por definición, tienen una comprensión más fresca de este país. Pueden no darlo por sentado, y muchos son cruciales para su defensa. Pero un número significativo, parece, están preparándose para empoderar significativamente a un partido radicalmente irresponsable -y en el caso de Ben-Gvir, un provocador peligroso que fomenta con alegría la fricción interna -que revertiría algunos de los logros fundamentales regionales e internacionales de Israel.
Una imagen compuesta del líder de la oposición, Benjamin Netanyahu (derecha) y el entonces ministro de relaciones exteriores, Yair Lapid, dirigiendo reuniones de sus respectivas facciones, Likud y Yesh Atid, en la Knesset, 8 de noviembre del 2021.
Setenta y cinco años después de que la comunidad internacional relegitimara tardíamente a Israel, el ascenso de Smotrich y Ben-Gvir a posiciones potenciales de significativo poder, bajo la égida de Netanyahu, corre el riesgo de deshacer los principios que defendimos entonces y que aún defendemos en gran medida, corre el riesgo de debilitarnos a nosotros mismos y a nuestra viabilidad internacional, con una sacudida catastrófica y contraproducente hacia los extremos políticos.
Me disculpo si partes de esta columna sonaron demasiado familiares. Esta es, de hecho, la tercera vez que he vuelto al tema en semanas recientes. Estoy tratando de hacer sonar la alarma. Estoy instando a mis compatriotas israelíes, a que, el próximo martes, 1 de noviembre, se pregunten a sí mismos qué significa su voto para el bienestar de este país, sus propios valores y objetivos, y su lugar entre las naciones.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Times of Israel