28 Oct Netanyahu escribió una autobiografía victoriosa, pero no pudo resistir su propia victimización
Por: Anshel Pfeffer
Netanyahu. Duro con Obama, y admirando a Putin en su nueva autobiografía.
´Bibi: Mi Historia´ ve a Benjamin Netanyahu presentándose a sí mismo y a su familia como los jugadores claves en la historia de Israel, relegando a todos los demás -Ben-Gurion, Rabin, Peres -a los márgenes. Casi inadvertidamente, nos dice mucho sobre el primer ministro con más años de servicio en el país.
La primera visita de Benjamin Netanyahu a la casa en la esquina de la calle Balfour en Jerusalem, que décadas más tarde sería tan identificada con su largo gobierno sobre Israel, fue 22 años antes de convertirse en su ocupante oficial. Llegó ahí a los 24 años en una noche de verano en 1974 -junto con su padre, el historiador Benzion Netanyahu -para una reunión con el entonces primer ministro Ytzhak Rabin. Había sido organizada por la hija de Rabin, Dalia, que conocía a Bibi de su servicio militar en los cuarteles de Sayeret Matkal (la unidad de fuerzas especiales de élite del ejército israelí, donde los tres hermanos Netanyahu habían servido).
La versión en inglés de ¨Bibi: Mi Histora¨, por Benjamin Netanyahu.
Los Netanyahu habían pedido reunirse con Rabin para intentar convencerlo de que no cediera ante el Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, que estaba presionando a Israel para retirarse de las posiciones que había capturado en el Sinaí y en los Altos del Golán en la Guerra de Yom Kippur a fines del año anterior.
El padre y el hijo estaban viviendo en Estados Unidos en el momento y creían que Israel debería pasar por alto a Kissinger y la administración, y, en su lugar, cabildear a los principales formadores de opinión en el Congreso y llevar su caso al público estadounidense. Décadas después, ese sería el modus operandi de Netanyahu, el estadista. Rabin los escuchó cortésmente, pero eventualmente aceptó la propuesta de Kissinger.
Netanyahu escribe sobre la reunión y su primera visita a la residencia del primer ministro en su nueva autobiografía, publicada este mes tanto en inglés como en hebreo.
En varios puntos de ¨Bibi: Mi Historia¨, Netanyahu insiste que, en ese momento de su vida, no tenía intención de entrar a la política. Afirma haber tomado la decisión solamente una década más tarde, después de ser nombrado embajador de Israel para las Naciones Unidas. Sin embargo, es difícil creer que un estudiante ambicioso en una universidad de élite estadounidense, que se invitó a sí mismo a la residencia del primer ministro para discutir las relaciones Israel-Estados Unidos, no se preguntara al menos si podría regresar un día a la calle Balfour bajo circunstancias diferentes.
Muchos de los que conocieron a Netanyahu en ese momento, estaban ciertamente convencidos de que se estaba dirigiendo a la política. Pero es el propio Netanyahu quien presenta el caso de su destino a lo largo de su biografía fascinante y fácil de leer (en gran parte).
El libro tiene un tema general: que no existe otro hombre con las cualidades únicas y cruciales para liderar un Israel que enfrenta constantemente amenazas existenciales y salvaguardar el refugio judío en la costa mediterránea.
En más de 650 páginas, Netanyahu mantiene una entrevista de trabajo consigo mismo, en la que establece los sólidos principios que heredó de su abuelo, el rabino Nathan Mileikowsky, su padre Benzion y su hermano mayor, Yoni. Detalla las calificaciones de comando y habilidades analíticas que recibió como un oficial de Sayeret Matkal, graduado del Instituto de Tecnología de Massachusetts y consultor de gestión en el Boston Consulting Group, seguido de 40 años de diplomacia y estadista, que lo convierten en el máximo candidato.
Entrega al lector un currículum repleto de éxitos y, como recomendaría cualquier consejero de carrera, también agrega algunos errores que cometió a lo largo del camino -aunque estos son pocos y usualmente se culpa a otros. Cualquiera que llegue hasta el final y no esté convencido de que Israel cometerá un error horrible, de hecho, fatal, al no devolverlo al cargo debe ser o un incorregible enemigo de Israel o sólo un periodista de mente estrecha.
Netanyahu enfatiza que, si no hubiera sido forzado a pasar un corto período en la oposición, después de que se formó el gobierno de Bennett-Lapid en junio del 2021, no habría tenido tiempo para escribir este libro. Pero no contempla la jubilación. Como deja claro, ha habido una ¨pausa¨, que le proporcionó ¨tiempo para la reflexión y recuperación¨.
El libro está siendo publicado sólo tres días antes de su 73er cumpleaños (el viernes), pero en ninguna parte hay una indicación o consejo para un potencial sucesor. Éste es un resumen de su vida hasta ahora, pero deja mucho espacio para nuevos capítulos.
Dos audiencias diferentes
Éste es el segundo libro publicado de Netanyahu (los libros que alega haber escrito sobre la lucha contra el terrorismo global son recopilaciones de ensayos de otros que editó; un libro que escribió sobre la economía israelí nunca fue publicado, por razones que no están claras). Su primer libro, ¨Un lugar Entre las Naciones¨ -publicado en 1993, poco después de que fue electo líder del Likud -fue su manifiesto personal y sirvió como modelo para todo lo que ha hecho en las décadas posteriores.
Benjamin Netanyahu y sus padres, Tzila y Benzion, en una ceremonia memorial para el difunto Yoni Netanyahu, en 1991.
En retrospectiva, ¨Un Lugar Entre las Naciones¨ (aunque en ese momento fue recibido con mucha burla en Israel) fue un libro enormemente importante, ya que mostraba el camino que seguiría Israel después del colapso de los Acuerdos de Oslo. Pero es denso y lleno de citas superfluas y argumentos repetitivos exhaustivos. Fue escrito originalmente en inglés (al igual que su nuevo libro) y la traducción al hebreo era arcaica.
¨Bibi: Mi Vida¨ es mucho más accesible. Está bien escrito para el mercado de biografías políticas de Estados Unidos, mientras que la traducción al hebreo es rara porque no se lee como una traducción. Tiene éxito en estar dirigida a dos audiencias muy diferentes.
Netanyahu, como sabe cualquiera que haya visto alguna vez alguno de sus discursos, es un narrador supremo. A lo largo de los años, ha desalentado y se ha negado a cooperar con cualquiera de sus biógrafos (divulgación completa: yo soy uno de esos biógrafos que Netanyahu describe en el libro como ¨periodistas de tendencia izquierdista¨, e incluso soy citado a pesar de ser ¨típicamente hostil¨). Hijo de un historiador, quería ser el que definiera su propio registro para la posteridad. Pero por mucho que lo intente, esta no es la historia de Israel bajo su liderazgo. Esta es la historia de Bibi.
Y es una fascinante historia israelí, como corresponde a la historia de un hombre nombrado de repente embajador adjunto en Washington en 1982 y ha estado en el centro de la vida pública y la toma de decisiones durante más de la mitad de la existencia de Israel.
Pero, esto es también el defecto central en la historia de Benjamin Netanyahu. No es suficiente para él.
Los logros indiscutibles de Netanyahu y el papel fundamental que ha desempeñado en la historia de Israel, y que, muy probablemente seguirá desempeñando, no llegan ni de cerca a satisfacerlo. Está ardiendo con un sentido de injusticia histórica por la falta de aprecio, no sólo por su historial, sino el de su familia. Es, por supuesto, natural que alguien quiera conmemorar y elevar la memoria de sus ancestros. Pero, la manera grotesca en que Netanyahu dedica capítulos enteros a resucitar imágenes de los miembros de su familia, a través de la distorsión de la historia e ignorando, incluso difamando, a sus contemporáneos, refleja la forma distorsionada en que ve su propia vida.
Presenta la década entre 1939 y 1949, cuando su padre vivía en New York, como una cruzada personal en la que, Benzion Netanyahu dirigió un pequeño grupo de activistas sionistas-revisionistas para presionar a las administraciones de Roosevelt y Truman, y a los Demócratas y Republicanos, para que apoyaran a un estado judío.
En el relato de Netanyahu, fue sólo Benzion y sus pocos asociados los que estaban haciendo esto. El hecho de que los líderes del movimiento sionista, David Ben-Gurion y Chaim Weizmann estaban en Estados Unidos en ese momento, justo durante eso, junto con cientos más de activistas sionistas, no se menciona ni una sola vez. Ni lo es la Conferencia Biltmore en 1942, cuando Ben-Gurion, Weizmann y el líder sionista estadounidense, Abba Hillel Silver, dirigieron las fuerzas de la judería estadounidense organizada detrás de la causa sionista.
Netanyahu ni siquiera trata de argumentar que los esfuerzos de su padre desempeñaron un papel; simplemente ignora a todos los otros. Al igual que ignora el inconveniente hecho de que, después de que las Naciones Unidas votaran en noviembre de 1947 a favor del plan de partición para establecer un estado judío en Palestina, Benzion redactó y publicó un anuncio de página completa en The New York Times criticando la resolución de la ONU, alegando que ¨significaría el fin del gran sueño sionista¨.
La falta de visión del mayor de los Netanyahu en este caso puede ser excusada. Como demuestran las citas exhaustivas de su hijo, hubo muchas predicciones en las que Benzion resultó profético. Pero la incapacidad de Bibi para reconocer ni un error de su padre subraya la forma en la que trata de rescribir la historia, poniendo a su padre, que era como mucho un jugador secundario, en el corazón de la diplomacia sionista antes del Estado.
Lo mismo es cierto en la manera en que describe el capítulo final de la vida de su hermano mayor, Yoni. El teniente coronel murió a los 30 años, cuando, como comandante de Sayeret Matkal, dirigió a sus hombres para asaltar el terminal del aeropuerto de Entebbe, donde terroristas alemanes y palestinos tenían como rehenes a israelíes y a otros judíos. A lo largo de los años se ha convertido en el héroe de guerra más celebrado en un país que no carece de ellos. Pero eso no era suficiente para la familia Netanyahu, que ha pasado los últimos 45 años en discusiones enconadas con los veteranos de Sayeret Matkal y el departamento de historia de las Fuerzas de Defensa de Israel sobre qué sucedió exactamente esa noche de julio de 1976.
El entonces primer ministro Benjamin Netanyahu en el 2019 frente a una pintura de su extinto hermano, Yoni, que murió durante la redada en el Aeropuerto de Entebbe en 1976.
En su nuevo libro, Netanyahu continúa la disputa presentando a Yoni como el único planificador de la operación, borrando totalmente la parte de los planificadores reales (Yoni en realidad estaba en un ejercicio de entrenamiento no relacionado, mientras se realizaba la mayor parte de la planificación) y persiguiendo la venganza de la familia con su adjunto en la operación, Muki Betser).
Moshe Arens, quien se convertiría en el primer mentor político de Netanyahu, me dijo en una de las últimas entrevistas que me dio antes de su muerte en el 2019, lo desconcertado que estaba con la ¨locura¨ de Benzion y Bibi, quienes acusaron al comandante general y planificador de la operación, Dan Shomron, de ¨tratar de robar la gloria de Yoni¨.
¨Simplemente no podía entender cómo podían acusar a un hombre verdaderamente humilde como Shomron de tratar de hacer eso¨, dijo Arens.
Las historias del cabildeo de Benzion y la muerte de Yoni son episodios que tuvieron lugar antes de que el más joven de los Netanyahu entrara en la política. Sin embargo, la forma como se siente obligado después de todo este tiempo a continuar luchando por su lugar en el centro del panteón israelí encapsula perfectamente a Bibi el político. Para él, la historia de la nación, y su historia personal y la de su familia, son todas una.
Todavía lo consume lo que ve como la injusticia histórica causada al movimiento revisionista por ¨la izquierda¨. También incluye en el libro las sagas del asesinato de Arlosoroff en junio de 1933 (cuando el sionista de izquierda, Chaim Arlosoroff, fue asesinado en Tel Aviv) y el hundimiento del Altalena y el armamento del Irgun (por parte de las recién formadas Fuerzas de Defensa de Israel) en junio de 1948, como prueba de la perfidia de la izquierda. Para él, Arlosoroff y el Altalena, la supuesta marginalización de Benzion y Yoni Netanyahu, y la escandalosa manera en que ha sido tratado por los medios de comunicación de tendencia de izquierda desde que entró a la política, son uno solo.
Un hombre en Mahane Yehuda, Jerusalem, usando una camiseta en apoyo de Benjamin Netanyahu.
Registro de resentimiento
Fuera de su familia, la figura que Netanyahu más admira es Margaret Thatcher -tiene poca admiración por otros israelíes -a quien menciona a menudo a lo largo del libro. En uno del puñado de reuniones que tuvo con la ex primera ministra británica, Netanyahu recuerda su consejo: ¨No leas la prensa. Yo nunca lo hice¨.
Si bien trató de emularla de otras maneras, éste es un consejo que no siguió. Su libro es un largo registro de resentimientos hacia los medios de comunicación israelíes e internacionales. Por el énfasis en el libro, es fácil discernir qué etiquetas que le han puesto los periodistas aún queman su carne. En última instancia, ellos -no sus rivales políticos, ni siquiera los investigadores policiales y los fiscales estatales que lo han puesto en juicio por corrupción -son considerados como la fuente de sus desgracias. Ellos son los que se niegan a reconocer su grandeza y, si no fuera por ellos, un fiscal general débil no se hubiera decidido a llevarlo a juicio.
A pesar de todos sus logros y su mandato récord como primer ministro, es la prensa la que ha preservado la marginación de Netanyahu y su ardiente sentido de victimismo. Su fobia crónica a los medios de comunicación es lo que lo h llevado, según los cargos de la acusación, a hacer tratos corruptos con dueños de medios de comunicación. Y también ha perjudicado su producción literaria.
La ex primera ministra británica, Margaret Thatcher, se reunió con Netanyahu en Jerusalem en 1998.
La incesante justa con sus críticos de los medios de comunicación (ninguno de los cuales son mencionados por su nombre) hace que sea más difícil para el lector apreciar apropiadamente lo que Netanyahu -sin duda el estadista más importante que Israel ha tenido desde Ben-Gurion – ha logrado en realidad. Pero, todavía está ahí en el libro y vale la pena leerlo
Incluso aquellos que han pasado su vida adulta en Israel bajo el liderazgo de Netanyahu, a veces tienen dificultades para darse cuenta plenamente del alcance de su principal logro, que él lo despliega en su libro. Poco después de convertirse en el líder del Likud y el candidato del partido para primer ministro en 1993, ya estaba siendo tratado como el ¨hombre de ayer¨ por su oposición a las conversaciones en Oslo dirigidas por Rabin y Shimon Peres. Demostró que todos estaban equivocados.
Desde que se convirtió en primer ministro a los 46 años, Netanyahu llevó a Israel desde un punto donde un compromiso histórico con el pueblo palestino parecía inminente a donde estamos hoy: los palestinos débiles y divididos entre enclaves semiautónomos, con ningún prospecto realista de un estado. Sólo los chiflados de izquierda siguen luchando por su causa, e incluso las naciones árabes ya no se molestan en apoyarlos sólo de boca, en su prisa por fortalecer lazos con Israel.
Netanyahu ha logrado una gran victoria para el ¨campo nacional¨ de Israel y representa un desafío difícil para la izquierda israelí, a la que acusa de estar ¨en las garras de la Teoría de la Centralidad Palestina¨. Ha probado que Israel puede continuar su ocupación militar de millones de palestinos apátridas, y que la amenaza de un ¨tsunami diplomático¨ de boicots y aislamiento era un mito. Israel no renunció a la ocupación, no obstante, ha disfrutado de un crecimiento económico sin paralelo y un florecimiento de sus relaciones con países en todo el mundo -incluidas las relaciones diplomáticas con un creciente número de regímenes árabes.
En lugar de reconocer lo que Netanyahu ha logrado, aprender de sus errores y articular nuevos argumentos para tratar de convencer a los israelíes de que la ocupación aún debe terminar, la izquierda israelí se ha atrincherado en un odio a Bibi. Ignorar el hecho de que Netanyahu ha logrado su éxito no sólo debido a su elocuencia, sino también por una ideología firme y bien argumentada, la izquierda se ha entregado a su odio, perjudicándose a sí misma y al discurso político israelí. Pero, como ampliamente demuestra en su libro, Netanyahu también se ha ganado este odio.
Tiene una necesidad paranoide y atávica de menospreciar o borrar todos y cada uno de los logros de los líderes israelíes que lo precedieron, incluidos los primeros ministros Menachem Begin e Ytzhak Shamir. Desdeñosamente descarta el ¨socialismo¨ de los fundadores de Israel, que construyeron un estado en el que él nació y sin cuyos esfuerzos fundacionales no habría llegado a nada. Ridículamente, intenta apropiarse de cosas como el éxito del sector de la alta tecnología de Israel (ignorando, por ejemplo, las inversiones claves en este campo por el gobierno de Rabin a principios de los ´90). Luego está su insistencia de que él fue la primera víctima en el asesinato de Rabin en 1995.
Todo esto ha alimentado una animosidad y profundizado la polarización que le ha servido bien políticamente. Y sí, los medios de comunicación hicieron mal en acusarlo de incitar en contra de Rabin, pero eso no significa que está exento de cualquier examen sobre el hecho de que el asesino vino de la derecha -un examen que nunca se ha hecho y que no hace en el libro tampoco, descartando a Yigal Amir como meramente un ¨fanático religioso¨.
L´État, c´est moi
El año de introspección de Netanyahu durante el que escribió este libro, no le ha llevado a dudar de sí mismo ni a arrepentirse de verdad. Una de las raras ocasiones donde les da crédito a otros, es su reconocimiento de cómo Peres, a pesar de ser su rival ideológico, siempre lo trató bien. Sin embargo, no espere que Netanyahu tenga ningún remordimiento por haber llevado a cabo la despiadada y fraudulenta campaña electoral presidencial en ¨Peres dividirá Jerusalem¨ en 1996.
Se identifica totalmente con el Estado de Israel y, así como, Israel en su mente siempre es derecha (al menos, cuando no está siendo liderada por ¨socialistas¨ derrotistas), él también lo es. Para preservar su registro de siempre estar en lo correcto, los hechos y episodios son barridos debajo de la alfombra.
El escándalo personal más vergonzoso de su carrera cuando, temiendo la posible difusión de un vídeo comprometedor en 1993, corrió a un estudio de televisión para informar que había estado teniendo una romance extramarital, acusando a rivales en el Likud de tratar de chantajearlo -no está en el libro. Como tampoco lo está el mucho más reciente desastre en el Monte Meron, cuando 45 hombres y niños murieron aplastados en el lugar de peregrinaje. Estaba bajo su vigilancia y había sido advertido sobre las condiciones en el santuario del rabino Shimon Bar Yochai en el norte de Israel. No merece una mención en su libro.
El presidente Shimon Peres, izquierda, ofreciendo sus condolencias al primer ministro Benjamin Netanyahu, cuando el padre de este último, el Prof. Benzion Netanyahu, es sepultado a la edad de 102 años.
Algunos de los capítulos más interesantes del libro son las descripciones detalladas de sus muchas reuniones con los presidentes de Estados Unidos Bill Clinton y Barack Obama. Pero serían mucho mejor si Netanyahu pudiera permitirse a sí mismo dejar de discutir incesantemente con ellos, particularmente con Obama. ¿Por qué lo hace? Después de todo, ganó. La misión de Clinton de traer la paz al conflicto israelí-palestino fracasó. El acuerdo nuclear de Obama con Irán también fracasó. Ambos están retirados, mientras Netanyahu todavía está en el ring. Pero nunca es suficiente.
Por otro lado, Netanyahu tiene cuidado de no cruzar espadas con ninguno de los hombres con los que aún podría reunirse en la Oficina Oval, si gana las próximas elecciones. Hay muy pocos detalles sobre las diferencias que tuvo con el presidente Donald Trump, aunque ahora sabemos por los libros del periodista israelí, Barak Ravid, y algunos de los asesores más cercanos de Trump, que su relación estaba lejos de ser el romance que a Netanyahu le gusta presentar.
También es infalible e inusualmente cortés con el presidente Joe Biden.¿Por qué empezar con una posible sociedad con él con el pie izquierdo?
El presidente Barack Obama reunido con Benjamin Netanyahu en la Oficina Oval en la Casa Blanca, 2014.
Netanyahu también escribe con admiración del presidente ruso, Vladimir Putin, exaltando la relación que han tenido a lo largo de los años. No siente ninguna necesidad de volver a pisar eso a pesar de la invasión de Ucrania teniendo lugar mientras todavía estaba escribiendo el libro.
Lo que el libro no tiene es alguna discusión sobre el papel que desempeñaron en sus coaliciones de gobierno sus socios ultraortodoxos, a pesar de haber dedicado tanto tiempo y esfuerzo a lo largo de su carrera a cortejarlos y asegurándose de que eran parte de sus gobiernos. Simplemente los trata como una parte natural de la derecha israelí.
Si tiene algún pensamiento sobre el futuro de las relaciones entre los israelíes religiosos y seculares, en las que él ha desempeñado un papel tan central, tampoco los comparte con el lector. De hecho, aunque hay mucho sobre su liderazgo económico de Israel, no hay nada en la biografía del hombre que pasó 15 años sirviendo como primer ministro sobre problemas sociales. Nada sobre políticas de educación y salud, o sobre la necesidad de integrar a las comunidades haredi (ultraortodoxos) y árabes a la sociedad israelí. Éste es Netanyahu; ni siquiera pretende ocuparse de cuestiones que no le interesan.
Pero, quizás la omisión más evidente es su visión del futuro de Israel. En su primer libro hace 29 años, había una visión así. Ahora que lo ha cumplido, se pide a los israelíes que lo asuman con la confianza de que sabrá cómo enfrentar los desafíos del futuro. Después de todo, ¿su vida hasta ahora no le ha dado la razón?
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: Haaretz