19 Oct Una ´Edad de Oro´ judía termina en España y Portugal
Por: Simon J. Rabinovitch
La Sinagoga de Lisboa. La ley de ciudadanía sefaradí fue un sincero intento de reconciliación, de acuerdo con la tolerancia de Portugal y una necesidad de inmigrantes.
Una breve ventana de tiempo durante la cual los descendientes de los judíos exiliados de España y Portugal podían reclamar la ciudadanía está ahora casi completamente cerrada. He aquí por qué se abrió en primer lugar, y por qué finalmente se cerró.
Una época dorada del ¨retorno¨ judío a la Península Ibérica finalizó el 1 de septiembre. Durante cuatro años, entre septiembre del 2015 y octubre del 2019, la ley de ciudadanía sefaradí de España permitió a los descendientes de los judíos expulsados de España en 1492 adquirir la ciudadanía en ese país.
De hecho, bajo la ley, 36,000 personas de todo el mundo se convirtieron en ciudadanos españoles, de entre más de 132,000 solicitantes (y muchas de esas solicitudes todavía están bajo consideración incluso después del cierre del programa). Ahora Portugal, que aprobó su propia ley de ciudadanía sefaradí en el 2015, bajo la cual otorgó casi a 57,000 personas la ciudadanía (con más de 80,000 solicitudes todavía pendientes), también está reduciendo su programa. La ley portuguesa, en particular, revitalizó las comunidades judías de Lisboa y Porto tanto con inmigrantes como con fondos cobrados a los solicitantes -suficiente para permitir que la comunidad de Porto contratara un rabino a tiempo completo, y la construcción de un museo judío en Lisboa. Ambas leyes también despertaron el interés por los judíos ibéricos en universidades en España, Portugal e Israel, lo que provocó un aumento en la cooperación académica entre ellos.
Sin embargo, una enmienda que entró en efecto el 1 de septiembre, ahora requiere que los solicitantes para la ciudadanía basados en la ascendencia sefaradí posean bienes inmuebles o negocios en Portugal o que muestren evidencia de visitas regulares al país. Muchos creen que estas condiciones reducirán dramáticamente el número de judíos sefaradíes que son elegibles para aplicar.
La causa inmediata de la decisión de Portugal de enmendar su ley de ciudadanía sefaradí se centró en un escándalo que involucra a Roman Abramovich, el multimillonario y ahora dueño del Chelsea Football Club, y cuestiona su uso de la ley para obtener la ciudadanía portuguesa en abril del 2021. Los alegatos de Abramovich sobre la herencia sefaradí -afirmados por un rabino ruso y aprobados por la comunidad de Porto -causaron sorpresa dentro del gobierno, como lo hizo la velocidad con la que recibió la ciudadanía, y la idea de que un oligarca ruso con vínculos cercanos a Vladimir Putin pudiera explotar la ley bien intencionada, incitó una reacción política (sin duda exacerbada por la invasión de Ucrania). Pero, de acuerdo con el abogado de inmigración israelí, Dror Hayik, para el gobierno portugués, el escándalo Abramovich fue meramente la paja que rompió la espalda del camello. (sin embargo, Abramovich no vio rescindida su ciudadanía).
Los medios de comunicación portugueses habían informado ampliamente durante años sobre lo que consideraban como su ciudadanía puesta a la venta, donde se promocionaba en anuncios en centros comerciales y en autobuses y en la radio que la promocionaba como una ruta para la ciudadanía de la UE y viajar sin necesidad de visa a Estados Unidos. De hecho, los intentos de ¨desmercantilizar¨ el proceso comenzó con enmiendas propuestas a la ley en el 2020, mucho antes del Caso Abramovich, según la abogada portuguesa Sara Minhalma. Los cambios en la ley, que hacen más difícil obtener la ciudadanía, son significativos porque el programa portugués estaba destinado a estar abierto, a diferencia de España, donde desde su inicio la ventana iba a estar abierta sólo brevemente.
Muchos judíos sefaradíes pueden estar decepcionados de haber perdido su breve oportunidad de adquirir la ciudadanía española o portuguesa. Al ver el programa desde Caracas, Los Angeles, Estambul o Tel Aviv, muchos entre ellos vieron una oportunidad para adquirir un pasaporte que les proporcionaría seguridad, facilidad para viajar, y oportunidades de empleo adicionales para ellos y sus hijos. Hable con cualquiera que haya tomado una de estas ciudadanías y descubrirá que la motivación fue abrumadoramente pragmática más que nostálgica (no muy diferente de los judíos ashkenazí que reclamaron o recuperaron la ciudadanía alemana o polaca).
Pero ¿cómo es la cuestión de la ciudadanía española o portuguesa vista desde Lisboa y Madrid? Los hijos, nietos y bisnietos de aquellos expulsados (y muchos otros que huyeron de la violencia y las conversiones forzadas en los siglos antes y después de la expulsión) murieron hace siglos, y sus descendientes crearon y se mezclaron con otras comunidades judías en todo el mundo: en África del Norte y Medio Oriente, Inglaterra y Holanda, las Américas, Italia, los Balcanes, las actuales Grecia y Turquía. Algunas comunidades sefaradíes, como en Salónica (Tesalónica), fueron devastadas por el Holocausto; en otras, especialmente en todo el norte de África, la descolonización, antisemitismo y antisionismo posterior a la Segunda Guerra Mundial hizo la vida intolerable o imposible. La mayoría de los judíos sefaradíes de hoy viven en Israel, un estado judío, y no ejercieron presión sobre España o Portugal para cualquier forma de restitución, a través de una oferta de ciudadanía o cualquier otra cosa. Entonces ¿qué propósito sirvieron estos programas en primer lugar?
Roman Abramovich, a principios de este año. Para los portugueses, su rápida recepción de la ciudadanía puede haber sido la gota que derramó el vaso.
Convertirse en español
Un concepto erróneo común sobre las leyes es la creencia de que surgieron como una especie de capricho, de una combinación de buena voluntad, oportunismo económico y diplomacia, y marcar las etapas finales de la liberalización de España y Portugal. El lenguaje de las mismas leyes contribuyó a esta impresión. Sus prólogos floridos enmarcaron las leyes como actos de reparación histórica por los sucesores modernos de los reinos español y portugués del siglo XV y XVI hacia una comunidad que ha preservado sus lazos lingüísticos y culturales con Iberia durante cientos de años. Si bien las relaciones públicas pueden haber contribuido al momento y el marco de las leyes del 2015, tanto España como Portugal han tenido durante mucho tiempo leyes de inmigración favoreciendo a grupos que consideran conectados con ellos por ascendencia, idioma o historia colonial, y abordaron la cuestión del potencial de los judíos sefaradíes para la ciudadanía dentro de ese contexto.
Charles McDonald, un antropólogo que estudia la vida judía contemporánea en España y la diáspora sefaradí, argumenta que la ley española del 2015 representó la última entrega de más de 100 años de incentivos españoles para la inmigración sefaradí. España ha estado abierta periódicamente a la inmigración judía desde el siglo XIX, y la ¨sefaradí¨ ha sido una categoría de inmigración española desde 1982, cuando una nueva ley colocó a los judíos sefaradíes en la misma clase de candidatos para la ciudadanía que los solicitantes de las antiguas colonias españolas en América Latina y las Filipinas, que requiere sólo una residencia de dos años antes de la naturalización en lugar de los 10 habituales. La ley del 2015 eliminó temporalmente dos importantes impedimentos para una migración judía más extensa al eximir a los judíos de cualquier requerimiento de residencia y levantando, en su caso, una prohibición general de la doble ciudadanía. Al agilizar el proceso de elegibilidad, dice McDonald, la ley expandió dramáticamente la piscina de inmigrantes potenciales. McDonald conecta la ley a la larga historia de pensamiento ¨filo-sefaradí¨ entre los españoles que romantizaron a los judíos expulsados de su país como recipientes que protegieron la cultura medieval española y veían el ¨regreso¨ de sus descendientes como una señal de la modernidad española.
Desde la transición de España a la democracia en los años 1970, su adhesión a la Unión Europea en los años 1980 y el correspondiente debilitamiento del poder y la influencia de la iglesia católica, España ha incorporado cada vez más los restos físicos de la cultura judía en sus ciudades a su mayor patrimonio histórico. Los esfuerzos españoles en la preservación histórica y el turismo -ya sea para atraer turistas o enriquecer la cultura española -comenzaron en los años 1990 cuando el gobierno español, con apoyo del Consejo de Europa de UE, creó Los Caminos de Sefarad, una red informática de los barrios judíos históricos en ciudades españolas que asiste en la preservación, la programación educativa y el turismo.
Otras instituciones judías históricas y culturales también reciben fondos del gobierno, reflejando un interés más amplio en preservar los artefactos que quedan de la vida judía medieval en España. El Museo de la Historia Judía en Girona es financiado por el gobierno catalán y la municipalidad de Girona; el Ministerio de Cultura y Deportes español apoya el (muy pequeño) Museo Sefaradí adjunto a la Sinagoga El Tránsito de Toledo; y el Ministerio de Relaciones Exteriores y los gobiernos regional y de la ciudad de Madrid financian la programación pública y las exposiciones en un centro cultural comunitario llamado Centro-Sefarad Israel. La otra antigua sinagoga medieval de Toledo, conocida como la Sinagoga de Santa María la Blanca, todavía está en posesión de la arquidiócesis católica de Toledo, que paga para mantener y preservar el edificio como un museo. Los museos judíos privados también han proliferado en España en años recientes para servir a los turistas judíos, especialmente en ciudades como Granada y Barcelona, con historias judías ricas, pero con poca evidencia física restante de la presencia judía.
Junto con las leyes de ciudadanía, estos esfuerzos en la preservación y educación pueden ser vistos como meros esfuerzos pragmáticos para incrementar el turismo y mostrar al mundo el rostro de una España nueva y tolerante. El ímpetu de la ley del 2015 de España provino principalmente de la comunidad judía española existente -en gran medida reforzada por los judíos ashkenazí que se mudaron ahí en los años 1990 desde los países de América Latina -que hizo un buen trabajo al inculcar sentimientos nobles y pragmáticos entre los ministros gubernamentales simpatizantes. Sin embargo, otra explicación convincente es ver la ley de ciudadanía como la culminación de un proceso por el cual España abraza la historia sefaradí, y con ella a los judíos sefaradíes, haciéndolos parte de su propia historia nacional.
¿Por qué los esfuerzos de los grupos musulmanes marroquíes que tienen medios similares de rastrear sus orígenes a Iberia, y fueron expulsados de manera similar, no ha ganado fuerza para obtener el derecho a reclamar la ciudadanía sobre esa base? Indiscutiblemente, porque los musulmanes expulsados de España en el siglo XVI (y los musulmanes conversos expulsados en el siglo XVII) no son vistos por el estado como víctimas, o como parte de la historia nacional española. Además, es casi seguro que no encajan en los objetivos actuales de la política de inmigración de España.
Una boda judía portuguesa, representada en un grabado de Bernard Picart.
La desilusión de Portugal
El abogado Dror Hayik tiene oficinas en Afula y Tel Aviv, donde se especializa en asistir a los israelíes que solicitan la ciudadanía portuguesa. Hayik, dirige su práctica homónima con su esposa y tres hermanos, tiene un tatuaje en su antebrazo retratando a su abuelo materno, el activista sionista y político Menachem Ben-Porat. La vida y carrera de Ben-Porat (murió este enero pasado) incluyó organizar la inmigración de decenas de miles de judíos iraquíes a Israel en los años 1950, sirviendo como miembro de la Knesset y ministro de gobierno, y fundando la Organización Mundial de Judíos de Países Árabes.
Su nieto tomó la ciudadanía portuguesa -¨la aprecio, y la valoro¨, dice -y explica que la generación actual de nuevos profesionales israelíes se siente más móvil y menos atada a un solo hogar geográfico. El hecho de que el COVID llevó a muchos profesionales a cambiar al trabajo remoto sólo aumentó esta liberación, pero Hayik ve el costo de la vida en Israel, y el poder adquisitivo comparativamente más alto de los salarios israelíes en el exterior, como el principal impulso para los israelíes que buscan adquirir pasaportes europeos. Dado que muchos ashkenazim tiene la capacidad de reclamar pasaportes de la UE a través de sus padres o abuelos, los sefaradím vieron las leyes del 2015 como una nivelación de oportunidades.
Hayik ve una diferencia significativa entre los programas español y portugués. El proceso español fue simbólico y político; la barrera para entrar era alta (como lo era el número de rechazos), especialmente en su requisito de fluidez en el español y siempre tuvo la intención de durar sólo durante un período limitado de tiempo. La ley de Portugal, en contraste, fue un intento sincero de reconciliación, de acuerdo con la autopercepción del país como tolerante, progresista y necesitado de inmigrantes. El hecho de que la ley de España expirara después de solo tres años (se prorrogó por un año más), mientras que la de Portugal no tenía una fecha de finalización parece apoyar el sentimiento de Hayik. Después de todo, si el objetivo es la reconciliación de ¨uno de los errores históricos más importantes¨, para citar la explicación del ministro de justicia español para la ley, ¿por qué limitar la aplicación a un período de sólo unos pocos años?
El gobierno portugués hizo que los términos para los solicitantes de la ciudadanía fueran razonables y justos. Un solicitante necesita tener 18 años o más, no tener antecedentes penales y presentar evidencia de ascendencia sefaradí que haya sido verificada por la comunidad judía de Lisboa o Porto. Hayik ayuda a los candidatos a navegar por el proceso burocrático, especialmente en la recopilación de pruebas de ascendencia sefaradí. Una herramienta clave es un extenso diccionario de apellidos sefaradíes que registra las ciudades alrededor del mundo con comunidades sefaradíes conocidas y los apellidos específicos prominentes en esas ciudades.
Así, por ejemplo, si tiene la ketubah (contrato de matrimonio) de sus abuelos de una ciudad en Marruecos conocida por ser el hogar de judíos sefaradíes con su apellido, tiene un caso muy fuerte. Si su familia era de una ciudad conocida por tener judíos sefaradíes, pero su nombre es Cohen o Levi -nombres comunes entre todos los judíos -o, por el contrario, su familia tiene un nombre sefaradí distintivo, pero viene de una ciudad no conocida por haber recibido a judíos sefaradíes, entonces Hayik lo ayudará a establecer más claramente sus lazos con Iberia. Tal como él lo cuenta, el proceso no es fácil -la mayoría de los solicitantes no han recibido todavía una respuesta -pero es justo, y ha sido llevado a cabo con total profesionalismo tanto por el gobierno portugués como por las dos comunidades judías portuguesas.
Un manifestante sostiene un cartel con el mensaje ¨Abramovich no puede ser portugués¨, durante una protesta contra la invasión rusa de Ucrania, afuera de la embajada rusa en Lisboa en febrero.
Al mismo tiempo, personas en Portugal durante los últimos siete años han escuchado repetidamente informes de que su ciudadanía se comercializó masivamente como una mercancía, en lugar de como una oportunidad de conectar significativa y recíprocamente con su país. Las compañías con nombres como ¨Portugalis¨ y ¨Passport to Go¨ comercializaron agresivamente sus servicios para el público israelí, con la ayuda de lo que Silvina Schammah Gesser, una historiadora cultural de España en la Universidad Hebrea, llama una ¨zona gris¨ creada por las propias leyes.
A diferencia de España, el gobierno portugués no ha cerrado la ruta a la ciudadanía sefaradí. Los nuevos requisitos son significativos, pero no insuperables. La intención del gobierno es establecer claramente la existencia de una conexión mínima entre los solicitantes y Portugal, como lo hizo España a lo largo de su programa al exigir fluidez en el español. Las familias que buscan la ciudadanía portuguesa ahora tendrán que tener una visión más amplia, primero estableciendo lazos a través de la propiedad, negocios, educación o incluso vacaciones regulares, y aunque algunos sin duda lo harán, es probable que el número será más pequeño.
¿Qué sucede ahora?
No todos comparten la sensación de Hayik de que el gobierno portugués ha actuado con total justicia. La comunidad judía en Porto dejo de cooperar con el gobierno portugués en marzo, cuando Daniel Litvak, un líder comunitario allí fue detenido e investigado por posible corrupción y fraude en relación con la candidatura de Roman Abramovich para la ciudadanía. Como se informó en Haaretz y otros lugares, algunos miembros de la comunidad judía de Porto atrapados en el ¨Caso Abramovich¨ han respondido al gobierno con sus propias acusaciones inflamatorias, comparando la investigación a la Inquisición, la opresión de la Unión Soviética de los judíos, e incluso con el Holocausto, culpando a las acciones del gobierno por un aumento en el antisemitismo en Portugal, e incluso presentando una denuncia ante la Oficina de la Fiscalía Pública Europea alegando una ¨conspiración antisemita¨.
La comunidad judía en Lisboa ha sido más circunspecta, y apoyado los esfuerzos para hacer que el proceso de solicitud sea más transparente, pero en junio se quejó de que el Ministerio de Justicia portugués se había negado a dar a la comunidad una audiencia para discutir los cambios, lo cual caracterizó como ¨inconstitucional¨.
Portugal quiere y necesita inmigrantes, y su ley era una pequeña pieza de una política de inmigración más amplia -similar a la de muchos otros estados europeos -que busca nuevos ciudadanos con antiguas conexiones con el país. Donde la ley española exigía a los judíos sefaradíes que demostrarán que eran españoles, en idioma y en un sentido cívico (a través de un examen), antes de otorgarles la ciudadanía, la ley portuguesa operaba sobre la premisa de que, si un solicitante demostraba una conexión a Iberia y aplicaba para la ciudadanía, entonces se convertiría en portugués a través del proceso mismo.
La experiencia de Hayik, tanto personal como profesional, sugiere que el sistema portugués estaba funcionando. Pocos, si es que algún, judío sefaradí solicitó la ciudadanía portuguesa por un sentido de conexión con Portugal. Pero el proceso de solicitar y recibir la ciudadanía tiene el efecto de crear una conexión, y crea un incentivo para que las personas se trasladen allí y no a otros lugares, ya sea para estudiar, trabajar o retirarse. Ahora, las solicitudes españolas ya no están siendo aceptadas (aunque el gobierno todavía está considerando muchos casos no decididos), y aunque Portugal ha dejado la puerta entreabierta, los nuevos requisitos para demostrar una conexión prexistente con el país reducirán dramáticamente las solicitudes y, probablemente, las aprobaciones también, aunque algunos judíos sefaradíes pueden realmente elegir establecer las conexiones físicas necesarias con Portugal. Las afirmaciones hiperbólicas de antisemitismo estatal portugués es improbable que desalienten el entusiasmo entre los israelíes y otros por la ciudadanía portuguesa (y un pasaporte de la Unión Europea), pero los cambios en la ley que entraron en vigor el 1 de septiembre terminarán efectivamente la breve era del ¨retorno¨ sefaradí a Iberia, al menos en términos de ciudadanía.
Aún así, es probable que las consecuencias no deseables de estas leyes las sobrevivan, al crear una nueva identidad sefaradí ligada a la ciudadanía del estado moderno. Los descendientes de judíos sefaradíes que tomaron caminos divergentes a partir de 1492, y crearon nuevas culturas y comunidades en todo el mundo, han peinado papeles familiares y los mismos diccionarios de nombres a fin de solicitar la ciudadanía española y portuguesa. Al mismo tiempo, las leyes de ciudadanía sefaradí aceleraron lo que ya era un creciente interés por la cultura e identidad sefaradí. Involucrar a las personas en esta historia compartida puede terminar siendo el legado perdurable de estos programas.
Simon J. Rabinovitch enseña historia en la Northeastern University en Boston. Twitter: @sjrabinov
Traducción: La Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: Haaretz