27 Jul A medida que la pandemia empuja a la gente a pastos más verdes, los kibbutzim ven aumentar su membresía
POR: Danielle Nagler
Presentando a nuevos miembros en el Kibbutz Mevo Hama.
Los israelíes que buscan una clase de comunidad muy diferente continúan saliendo de las ciudades y yendo a asentamientos colectivos, incluso cuando la (casi) normalidad post-COVID regresa.
Por primera vez en más de 30 años, hay una creciente lista de espera para los kibbutzim de Israel. El Movimiento Kibbutz -que representa a la mayoría de los 279 kibbutzim de Israel en todo el país -ha establecido un ¨servicio de emparejamiento¨ para ayudar a las personas a encontrar un kibbutz adecuado al cual llamar hogar.
El número de personas que buscan mudarse a un kibbutz, que a menudo tienen espacios más amplios y más servicios comunitarios, comenzó a crecer a medida que la pandemia de COVID-19 y sus restricciones se intensificaron en el 2020. Pero incluso cuando la vida ha vuelto (casi) a la normalidad, esta tendencia sigue siendo todavía fuerte, según el Movimiento Kibbutz.
Ayelet Harris, quien dirige los servicios de absorción para el Movimiento Kibbutz, le dijo a The Times of Israel en una entrevista reciente, que el movimiento tiene alrededor de ¨500 nuevos miembros haciendo fila para unirse¨.
¨Muchos de ellos son familias, pero también gente soltera en muchas etapas diferentes de su vida. Algunos tienen una conexión con la vida en el kibbutz -quizás crecieron en un kibbutz y se mudaron -pero la mayoría no¨, dijo Harris.
Shira y Dov Isikovitz, padres de cuatro hijos y del centro norte de Israel, son típicos de algunos de los que se mudan.
¨Después de años de vivir en Hadera y no sentir una conexión en particular con el lugar, el COVID nos hizo comenzar a pensar sobre las cosas que eran realmente importantes para nosotros y nuestra familia. Hizo que pensar en hacer algunos cambios grandes fuera más intenso y urgente, y también parecía más realista dejar el centro del país¨, dijo Shira.
Shira y Dov Isikovitz afuera de su nueva casa en el Kibbutz Ma´ale Gilboa.
¨Hace décadas, fuimos voluntarios en los kibbutzim y habíamos tenido el sueño de ser parte de esa clase de comunidad -pero no había parecido práctico¨, agrego.
Ellos habían enviado a uno de sus hijos a una escuela enfocada en la agricultura y vieron cómo había prosperado ahí, explicó. Mientras tanto, algunos amigos se mudaron al Kibbutz Merav, y en una visita para verlos, los Isikovitz se hicieron una idea de cómo podría ser la vida en un kibbutz.
Estaban tan inspirados que aplicaron para unirse, pero las autoridades del kibbutz les dijeron que no sentían que la conexión fuera la adecuada, y, en su lugar, les recomendaron Ma´ale Gilboa, un kibbutz religioso ubicado a aproximadamente cinco kilómetros (3.1 millas) al oeste de Beit She´an.
¨Fuimos a visitar Ma´ale Gilboa, y sentimos que éste podría ser nuestro hogar. Era muy diverso religiosamente, de una manera que es bastante inusual en Israel. Era un lugar donde podrías ser quién querías ser, y la gente era increíblemente acogedora¨, dijo Shira.
¨Había un enorme sentimiento de unidad que no experimentamos en lo absoluto en Hadera. Y, por lo tanto, seguimos adelante y trasplantamos a la familia, incluidos nuestros hijos que tenían 7, 9, 15 y 18 años, a dos antiguos departamentos del kibbutz que nos dieron para vivir. Este verano, nuestros chicos están trabajando en los establos¨, continuó.
La entrada de Ma´ale Gilboa, en el Consejo Regional del Valle Beit She´an.
Tanto Doy como Shira todavía están ajustándose a la nueva ubicación y a la vida en un kibbutz. Dov es plomero de formación; Shira es masajista médica. Ambos tenían una agenda llena de clientes en Hadera y las áreas circundantes, pero son reacios a viajar conduciendo aproximadamente una hora en cada sentido y quieren que Ma´ale Gilboa sea verdaderamente el centro de sus vidas.
Ahora están trabajando en construir listas de clientes más localmente, y Shira tiene planes de volver a capacitarse como enfermera.
La familia todavía está en su año de prueba como residentes del kibbutz. Pero Dov dijo que ¨ya sabemos que queremos convertirnos en miembros de pleno derecho del kibbutz, no sólo vivir aquí¨.
Esto significaría ser votados por los miembros existentes, y en el contexto del marco bastante común ahora del kibbutz más privatizado, dar el 10% de sus salarios al fondo del kibbutz central a cambio de tener voz en las decisiones que el kibbutz tome en el futuro.
Durante los dos últimos años, dijo Shira, Ma´ale Gilboa ha dado la bienvenida a una serie de personas de más de 50 años, y familias con sus hijos en sus cuarentas.
¨No nos arrepentimos. Honestamente no hay nada que extrañemos de Hadera. No hemos alcanzado el paraíso, pero es genial¨, dijo Dov.
Ayelet Harris, directora de Integración para nuevos miembros en el Movimiento Kibbutz.
Desde su puesto de supervisión del Movimiento Kibbutz en general, y liderando la absorción de los nuevos miembros del kibbutz en su casa en el kibbutz de Mevo Hama, Harris cree que los períodos de cierre del COVID-19 fueron un catalizador importante para mudarse del centro del país a los kibbutzim en las afueras.
¨El COVID le dio a la gente una oportunidad para trabajar desde casa, y pensar sobre la posibilidad de mudarse con sus carreras para vivir en otro lugar, para encontrar una comunidad de la que podrían ser parte. Quieren alejarse de las ciudades y están buscando los kibbutzim en todo el país¨, dijo ella.
Un resurgimiento
La muerte del ideal del kibbutz se predice regularmente. Ha habido tiempos cuando el movimiento, fundado en los primeros días del asentamiento a partir de la ideología socialista, ha sido visto como fuera de moda y anticuado, un lugar para que los socialistas de antaño vivan sus días. Una crisis de financiación en los años 1980 pareció clavar los clavos en el ataúd de lo que había sido un experimento global en la vida comunitaria.
Pero cada vez más, hay nueva energía para la vida en el kibbutz en todo Israel. Y esa energía va en ambos sentidos.
Los propios kibbutzim se han vuelto más abiertos a nuevos miembros, y más flexibles en la forma en que operan. Muchos han optado por privatizar y adoptar nuevas formas de trabajar. El enfoque se centra en gran medida en la comunidad, aunque lo que significa eso varía según los kibbutzim.
Pero, como subrayó Harris, ¨no se trata de seleccionar a la mejor gente, o la más inteligente o la más rica, sino que están buscando a aquellos que quieren convertirse en socios reales en la vida en el kibbutz, para sumergirse en la comunidad¨.
Un ejemplo de esta inmersión comunitaria está en el Kibbutz Lavi, un kibbutz religioso en la Galilea, donde los nuevos residentes han sido bienvenidos a través de una sociedad con Kinneret, una organización de beneficencia regional que trabaja con jóvenes adultos autistas. (Esta organización de beneficencia también se ha asociado con otros kibbutzim).
Trabajando con el Kibbutz Lavi durante los últimos tres años, la organización de beneficencia ha convertido las casas del kibbutz en dos hostales -Beit Rimon y Beit Zayit -para aproximadamente 15 jóvenes dati leumi (ortodoxos modernos). Ellos son residentes más que miembros del kibbutz, pero participan en su religión y la vida cultural. Un número de ellos trabaja en el hotel o en la fábrica de muebles del kibbutz, y son miembros totalmente integrados de la diversa comunidad de Ysrael.
Naftali Wolfson, de 22 años, fue uno de los primeros adultos jóvenes en mudarse al hostal Beit Rimon en el kibbutz Lavi. Antes de eso, vivía con su familia en el centro del país y asistía a una secundaria de educación especial. Este año realizó un año de servicio nacional en una escuela en Tiberias. Y el próximo año, planea comenzar a trabajar en el propio kibbutz, con entrenamiento proporcionado por los otros miembros del kibbutz.
Naftali Wolfson en el Kibbutz Lavi.
¨Vivir en el kibbutz ha significado que puedo ser mucho más independiente que cuando vivía con mis padres. La gente del kibbutz nos invita para las comidas -estuvimos en la casa del rabino la noche del viernes pasado. A menudo alguien viene con tortas ricas para nosotros antes de Shabbat. Es muy fácil conocer a las personas en el kibbutz y son muy amigables. Celebramos Shabbat y todas las fiestas con personas en el kibbutz, y yo incluso hice magia para los niños del kibbutz en Purim¨, le dijo a The Times of Israel.
Convertirse en parte de un kibbutz
El proceso de solicitud para la membresía de un kibbutz varía por kibbutz. Pero, usualmente, los posibles kibbutzniks vivirán en el kibbutz durante un año más o menos antes de que su membresía a pleno derecho sea sometida a votación.
En ese año, obtienen experiencias de las realidades de la vida comunitaria del kibbutz, y tienen la oportunidad de demostrar su compromiso y contribución potencial al kibbutz. También habrá entrevistas e incluso perfiles psicológicos en algunas ocasiones.
Una vez admitidos como miembros, se les otorgan los mismos derechos de voto en lo que se refiere a decisiones relacionadas con el kibbutz. Hay algunas variaciones de kibbutz en kibbutz respecto a la relación de los nuevos miembros con negocios exitosos existentes. Pero la mayoría apunta a la completa igualdad entre los miembros.
Una vista del Valle Jezreel desde el Monte Gilboa. Foto ilustrativa.
En algunos casos, es posible formar un hogar en un kibbutz sin convertirse en miembro de pleno derecho: vivir como un residente a largo plazo como parte de la comunidad, pero sin los derechos que conlleva la membresía en el kibbutz.
En general, señaló Harris, los miembros existentes están ansiosos por dar la bienvenida a los recién llegados y traer más personas a sus comunidades. Pero, a veces, hay algunas tensiones.
La tierra del kibbutz es propiedad del estado, y usualmente, se entrega una parcela a los nuevos miembros para construir sus casas. Y pueden haber marcadas diferencias entre aquellos que llegan con miel y construyen ahora, y los veteranos cuyas casas están envejeciendo y fueron construidas en un tiempo de recursos más limitados.
Aunque la mayoría de los kibbutzim mantienen alguna clase de industria en el sitio -agricultura, fábricas, hoteles, negocios de tecnología, incluso empresas que cotizan en la bolsa -estos representan sólo una parte del ingreso del kibbutz. Estos días, la mayoría de los miembros se ganan la vida fuera del kibbutz, llegando con su propia empresa o carrera.
Al convertirse en un miembro, una porción de cualquier ingreso se comparte con el kibbutz, con servicios y una cantidad fija de dinero que se devuelve a cada miembro todos los meses basándose en el tamaño de las familias y las necesidades.
En el 2014, el Movimiento Kibbutz realizó una encuesta para la mejor comprensión de las actitudes en Israel hacia los kibbutzim y encontró el 70% de apoyo entre el público en general para usar la tierra para kibbutzim, aunque la mayoría (60%) también cree que su contribución general a la sociedad estaba declinando.
Una vista aérea del Kibbutz Nir David en el Valle Beit She´an, en el norte de Israel. Foto ilustrativa.
Avanzando rápido hasta el 2020, el Movimiento Kibbutz y todas las tendencias señalan al crecimiento de los kibbutzim. La investigación interna del Movimiento Kibbutz dice que 96.8% de los kibbutzim tienen una puerta abierta para los nuevos miembros. Entre el 2015 y el 2020, los registros sugieren que sólo alrededor del 40% de los kibbutzim admitieron a más de 20 nuevas familias, con la mayoría creciendo lentamente o nada en lo absoluto. Desde el 2020, las encuestas en curso sugieren que al menos 65% de los kibbutzim en todo el país están en el proceso de absorber un mínimo de 20 nuevas familias o más como miembros.
La investigación durante la primera ola de COVID-19 encontró que el espíritu y los valores inherentes en los kibbutzim los hicieron especialmente resilientes a los desafíos presentados por la pandemia.
¨Contribuyeron a la resiliencia de la comunidad en torno a ellos¨, de acuerdo con Gil Lin, vicesecretario general del Movimiento Kibbutz y miembro de Mishmar Ha´Emek, un kibbutz en el Valle Jezreel en el norte de Israel.
Nueva generación de kibbutzim
El Kibbutz Ketura, en el sur del desierto Arava cerca a Eilat, es un buen ejemplo de cómo los kibbutzim han evolucionado. Fundado en 1973, tiene alrededor de 165 miembros; los miembros mayores son en gran parte de Estados Unidos, y los miembros más jóvenes son en su mayoría israelíes nativos.
Habiendo crecido en dos o tres familias por año por algún tiempo, ese número se ha duplicado desde la pandemia, e incluye a familias que son recién llegadas a Israel.
El kibbutz tiene una exitosa huerta de dátiles, que fue parte de su empresa original de agricultura. Pero ahora también tiene un proyecto de turismo educativo y una empresa de servicios de contabilidad. Algunos de sus miembros trabajan en la escuela regional, en empresas locales de alta tecnología, proyectos de energía renovable, y como psicólogos y actores, pero también realizan actividades adicionales en el kibbutz -como clases de kickboxing, artesanía y elaboración de cerveza.
Kibbutz Ketura, norte de Eilat, fundado en noviembre de 1973.
Los kibbutzim urbanos (Kibbutz Ironi) también se han convertido en una tendencia. Hay poco más de 100 en Israel, que comprenden alrededor de 2,000 miembros. La idea se intentó y falló a principios del siglo XX, y nuevamente en los años 1970. Pero más recientemente parece haber encontrado su lugar y se ha convertido en una forma de abordar los problemas sociales del centro de la ciudad. Como un ejemplo, la Municipalidad de Haifa pidió a un grupo de miembros jóvenes que formaran un kibbutz urbano en el barrio de Hadar para trabajar con niños en riesgo.
Pero el concepto tiene una configuración social más flexible que el kibbutz tradicional. En Migvan en Sderot, de los 100 miembros del kibbutz urbano, sólo alrededor de nueve están realmente compartiendo fondos. Otros son parte de la comunidad, pero optan por no vivir plenamente en la comunidad.
El año pasado, en un blog para The Jerusalem Post, Asaf Shimoni, envió una invitación a las personas que se sentían excluidas de los kibbutzim existentes para unirse con él para crear un nuevo kibbutz comunitario en el Aravá. Se enfocó en personas mayores y en los nuevos inmigrantes, y consiguió 20 personas dispuestas a comprometerse a partir de esa única petición de apoyo.
El proyecto no despegó por una serie de razones. ¨No fue porque la gente no estaba interesada en ser parte del crecimiento de un kibbutz desde cero. Y pude haber hecho mucho más para encontrar una comunidad inicial aún mayor. Pero necesitaba apoyo de la municipalidad y no parecieron querer apoyar el plan¨, dijo Shimoni a The Times of Israel.
Las desventajas
La vida en un kibbutz no es para todos.
Keren Tinman se casó en el Kibbutz Be´erot Yitzhak en el centro de Israel, que hasta ahora se había resistido al movimiento general hacia la privatización y mayor individualidad. Su esposo, Shir Amir, creció en el kibbutz. Comenzaron su vida juntos después de su jupá en el césped del kibbutz levantado sobre la multitud por un tractor adaptado para el proceso. La mayoría de los amigos con los que creció Amir regresaron para la boda, pero han elegido vivir en otro lugar.
Tinman y Amir viven en el kibbutz en una habitación que tiene 20 metro cuadrados y es significativamente más barata que cualquier cosa que puedan encontrar en algún lugar en el área de Gush Dan. También se benefician de los alimentos subsidiados en el supermercado del kibbutz.
Tinman trabaja como arquitecta en Kfar Saba, mientras que Amir estudia dos días a la semana y trabaja en el kibbutz dos días a la semana. Pero la pareja ya ha decidió que la vida a largo plazo en el kibbutz no es para ellos.
¨No hay espacio privado. Las personas del kibbutz sienten que pueden tener acceso a todas partes -incluso nuestra casa. No es lo habitual, pero cada vez que salimos cerramos con llave la puerta para asegurarnos de que nadie entre. Ideológicamente, el kibbutz es muy tradicional, y tienes que compartir cada parte de tu vida. Siento que las personas aquí carecen de ambición. No hay incentivo para hacerlo mejor porque todo se comparte¨, le dijo Tinman a The Times of Israel.
La pareja planea irse a Jerusalem el próximo año.
La reacción de Tinman y Amir puede ser típica de las parejas más jóvenes. La mayoría de los que se mudan son familias con hijos. En el 2000, unas 117,000 personas vivían en kibbutzim, según las cifras del gobierno israelí. Para el 2021, Nir Meir, del Movimiento Kibbutz, dijo que tenían una población total de 182,000 que es la mayor que nunca han tenido.
Según la investigación privada del Movimiento Kibbutz que ha sido compartida con The Times of Israel, de aquellos que se embarcan en el periodo de prueba de un año que ofrecen los kibbutzim, cerca del 90% ¨tienen éxito¨ y se integran a la vida cultural del kibbutz.
En estos días hay capacitación para ambos lados de la sociedad para tratar de asegurar el éxito de la relación. Y la absorción de estos nuevos miembros tiene un efecto positivo y dinámico en los kibbutzim -alrededor del 60% de los encuestados creen que la adición de nuevos miembros ha mejorado significativamente el aspecto social de la vida en el kibbutz.
Si hubo una vez cuando pareció que los días del kibbutz estaban contados, y que se extinguiría con los últimos habitantes acérrimos, esos días parecen haber pasado.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Times of Israel