26 Jul Cómo la guerra de Rusia está deshaciendo 30 años de construcción de la comunidad judía en Ucrania
POR: Cnaan Liphshiz / JTA
Asher, izquierda, y David Cherkaskyi rezan en su sinagoga de Dnipro, Ucrania, esta semana. El padre y el hijo se han enlistado para luchar por Ucrania en su guerra contra Rusia.
Con mucho, la mayor amenaza para aquellos que quedan son los ataques rusos, pero ya los líderes judíos locales en ciudades de toda Ucrania han empezado a evaluar el costo de la fortaleza de sus comunidades.
VINNYTSIA, Ucrania.- En la única sinagoga funcionando regularmente en esta ciudad, nueve hombres y cinco mujeres vitorean a un visitante cuando entra al edificio.
¨¡Genial! ¡Tenemos 10! ¡Comencemos!¨ exclama uno de los hombres, David Goldish, durante la interacción en un Shabbat reciente.
La lucha para reunir 10 hombres judíos para formar un quorum de oración como un minyan, es parte de la vida para muchas comunidades pequeñas en Europa.
Pero solía ser un recuerdo distante en Vinnytsia, una de las múltiples ciudades ucranianas donde décadas de construcción de la comunidad había restaurado la vida comunitaria judía después del comunismo. Docenas de judíos se reunían para los servicios de Shabbat en cada una de las tres sinagogas de esta ciudad, que tenía alrededor de 3,000 judíos cuando estalló la guerra.
Un hombre limpia un área de un edificio residencial dañado por un ataque militar ruso, mientras continúa la invasión de Rusia a Ucrania, en Kharkiv, Ucrania, 11 de julio del 2022.
Sin embargo, la invasión de Rusia a Ucrania en febrero ha obligado a muchos miles de judíos, y especialmente a familias y solteros jóvenes judíos, a unirse a los millones de ucranianos no judíos que han huido de las áreas en riesgo y del país en general.
Con mucho, la mayor amenaza para aquellos que quedan son los ataques rusos, que son implacables a medida que el ejército ruso intensifica su ofensiva. Pero ya los líderes locales judíos en ciudades de toda Ucrania han comenzado a evaluar el costo de la fortaleza de sus comunidades -y están llegando a conclusiones inquietantes.
¨Se siente como si hubiéramos retrocedido en el tiempo 30 años porque los pilares de la comunidad prácticamente se han ido todos de Ucrania¨, le dijo el rabino Shaul Horowitz, emisario para Vinnytsia del movimiento Jabad-Lubavitch, a la Jewish Telegraphic Agency. ¨La rueda retrocedió. Tenemos que reconstruirlo todo. Volver al punto de partida¨.
Horowitz se estaba refiriendo a lo que sucedió en 1991, cuando la Unión Soviética cayó y Ucrania se independizó. Los judíos de toda la ex Unión Soviética, a los que se les había impedido irse, salieron de la región -1.6 millones en total durante más de una década, la mayoría de ellos a Israel. Debido a que la educación judía había estado prohibida, pocos de los que se quedaron tenían fluidez en las oraciones o prácticas judías. Pero durante las tres últimas décadas, una variedad de esfuerzos, muchos impulsados por Jabad, han introducido a los judíos ucranianos al judaísmo y construido comunidades prósperas en ciudades de todo el país.
Ahora, el conflicto parece haber deshecho parte del renacimiento del que disfrutaba la judería ucraniana, una minoría cuyo tamaño antes de la guerra estaba estimado en por lo menos 47,000 personas.
En Vinnytsia, Horowitz calculó, que la mitad de los judíos locales se han ido. Su congregación se reúne en una pequeña sinagoga a la que se accede a través de un callejón trasero que requiere que los miembros pasen por un taller de reparación de automóviles destartalado y patios de apartamentos llenos donde deambulan las gallinas.
En una noche de viernes reciente, los congregantes prefirieron esperar afuera de la sinagoga en el aire fresco a la alternativa de permanecer en el interior oscuro y poco ventilado, lleno de los olores de col cocinada, pescado frito y cholent, el tradicional estofado de frejoles y carne que muchos judíos consumen en Shabbat.
La comida, que es servida con vodka después de las oraciones y es una tradición básica en algunas sinagogas en esta parte del mundo, pareció explicar al menos parte del atractivo del evento para algunos participantes ancianos, que se fueron inmediatamente después de consumir grandes porciones de ella.
¨La mayoría de las personas que pudieron irse -ya se han ido¨, dijo Mikhail Krilyuk, un hombre soltero de 35 años que es dueño de un negocio local de exportaciones.
¨Aquellos que tenían dinero, un pasaporte, una camioneta para viajar a la frontera, empacaron y se fueron. Esa es la clase de gente que mantenía unida a esta comunidad¨, dijo Krilyuk, quien decidió quedarse, de conformidad con las reglas que prohíben que hombres menores de 60 años dejen el país en caso de que sean necesarios para combatir.
Los residentes de Vinnytsia parecían sentirse seguros, ignorando las sirenas que sonaron con frecuencia el mes pasado.
¨¡Oh! ¿la alarmas? No se preocupe por ellas¨, dijo una persona de Vinnytsia, Oksana Politova, al preocupado reportero en uno de los cafés junto al río de Vinnytsia durante uno de tales incidentes. ¨Es un sistema de alerta nacional, así que los cohetes pueden estar cayendo en cualquier lugar. Y algunas veces es sólo una falsa alarma¨.
Pero el 14 de julio, un cohete ruso sí golpeó a Viinnytsia -el segundo incidente así durante la guerra. Mató a 23 personas cerca de una estatua icónica de un avión de combate en el centro de la ciudad, localizada aproximadamente a 100 millas al sudoeste de Kiev.
¨Esto sólo prueba lo que he estado diciéndoles a los judíos locales desde que estalló la guerra: Ningún lugar en Ucrania es seguro, necesitan salir¨, dijo Koen Carlier, un ciudadano de Bélgica que ha estado viviendo por más de una década en Vinnytsia, donde él y su esposa Ira, dirigen la oficina de Ucrania de Cristianos para Israel, un grupo que ayuda a los judíos a emigrar a Israel.
Los judíos locales no esperaban el ataque en una ciudad aplacible y relativamente próspera que no tiene ningún significado estratégico para Rusia.
¨A pesar del ataque, los judíos se quedaron ahí. No tenían otro lugar a dónde ir¨, le dijo Horowitz, de 44 años, a JTA. ¨Pero nos sorprendió a todos. Hizo que la comunidad entrara en pánico¨, Ninguno de los judíos de la ciudad fue herido en el ataque, pero dos, incluido el chófer de la comunidad, Simha Haim, quedaron traumatizados por él.
Durante la última década, Horowitz se ha enfocado en reunir a los judíos de la región en una comunidad. Ahora está animando y ayudando a cualquiera de su rebaño que pueda salir del país a que lo hagan.
Un blanco frecuente de los ataques rusos, la comunidad judía de Kiev también está viendo cómo la guerra hace retroceder mucho del progreso que habían logrado ahí desde la caída del comunismo.
Antes de la guerra, la ciudad tenía una de las pocas comunidades judías no ortodoxas grandes de Europa Oriental: la congregación Hatikvah, con alrededor de 500 familias.
La mitad se ha ido, según el rabino de Hatikvah, Alexander Dukhovny.
¿Quiénes se quedaron?
¨Jubilados, personas con discapacidades -todavía están ahí. Pero muchas de las familias jóvenes con la posibilidad de irse, se han ido a diferentes destinos¨, dijo.
Dukhovny cree que algunos regresarán. Vio a algunas personas que huyeron en los primeros días de la guerra, en un reciente Kabbalat Shabbat, un servido en la noche del viernes, que su comunidad había suspendido debido a los ataques rusos y sólo recientemente se reasumieron como una señal de regreso a la normalidad que la congregación ¨celebra con mucha alegría¨, dijo.
Pero muchos miles probablemente no regresarán -especialmente entre los aproximadamente 12,000 que había huido a Israel bajo su Ley de Retorno para judíos y sus familiares en la primera mitad del 2022 solamente. (La cifra para todo el 2021 fue de 3,129).
La judería ucraniana ha logrado florecer a pesar de múltiples crisis, incluida la anexión rusa de Crimea y la Revolución Naranja en el 2005 y la inestabilidad política y financiera que trajo.
Además de docenas de sinagogas, mikvehs, escuelas judías y jardines de infantes que han sido abiertos todos en los últimos 30 años, la judería ucraniana cuenta con instituciones tan grandes y conspicuas que se han convertido en símbolos de su supuesta solidez.
La primera y más importante de esas llamativas embajadas de la vida judía en Ucrania es el complejo de la Menorah en Dnipro, una ciudad oriental que ha sido objeto de múltiples ataques rusos.
Construido por el movimiento Jabad en la ciudad donde su último líder vivió cuando era niño, el centro de la comunidad judía de $100 millones incluye salones de eventos, una sinagoga, mikvehs como spa, varios restaurantes kosher y, hasta recientemente, las sucursales locales de los bancos israelíes para personas con doble ciudadanía.
Se eleva sobre el horizonte de la ciudad, que antes de la guerra tenía al menos 10,000 judíos, con sus 22 pisos que incluyen una menorah gigante. Se dice que es el centro comunitario judío más grande en Europa, construido todo con dinero de los oligarcas judíos ucranianos, incluido Igor Kolomoisky.
La vida no ha cambiado mucho en Menorah y para los judíos de Dnipro a continuación de la guerra, según Oleg Rostovchev, un portavoz de la comunidad judía de Dnipro.
¨Algunos se han ido, pero todavía hay miles de judíos aquí¨, le dijo a JTA.
Pero un miembro de la comunidad que habló con la Jewish Telegraphic Agency bajo anonimato, citando posibles implicaciones negativas por dar ¨información no oficial¨, como la denominó la fuente, dijo que aproximadamente la mitad de los judíos de Dnipro se han ido. ¨O quizás se siente así porque los que viven la mitad del tiempo en Israel y la mitad aquí dejaron de venir¨, dijo la fuente.
En Odesa, otro importante centro de la judería ucraniana, al menos la mitad de los judíos se han ido, según varios locales. Y en Kharkiv, otro ex centro de judaísmo en Ucrania que ha estado bajo intensos bombardeos difícilmente queda alguno, según Moshe Moskovitz, el rabino de Jabad de la ciudad.
En algunos lugares al oeste de Kiev, el desplazamiento interno de los judíos está contrarrestando las salidas de las filas de las comunidades judías locales.
Sergey Poliakov es uno de los refugiados judíos que permanece en Vinnytsia. Un empleado de la fábrica de chocolate Roshen de Kherson, él y su prometida huyeron a Vinnytsia cuando su ciudad fue atacada por Rusia.
Ahora se están quedando en la única escuela judía de Vinnytsia -un edificio del tamaño de una mansión de la era soviética en las afueras de la ciudad cuya mikveh nueva y de aspecto moderno contrasta fuertemente con la apariencia general del edificio en ruinas.
El hecho de que exista es notable, señaló Horowitz.
¨Esta ciudad bajo el comunismo tenía una sinagoga que las autoridades mantuvieron abierta para propósitos de propaganda. Estaba en el mercado y sólo para asegurarse que nadie entrara, había un puesto de control de la KGB vigilando la sinagoga. Cualquiera que entraba estaba documentado¨, dijo Horowitz. Durante la era soviética, muchos judíos que demostraron un deseo de rezar públicamente o que pertenecían a la comunidad judía fueron perseguidos, a menudo por involucrarse en actividades sionistas, que estaban prohibidas.
Algunos valientes judíos locales entraban de todas maneras, algunas veces usando una entrada secreta mientras que pretendía comprar, dijo.
Las siete familias que ahora viven en el complejo de la escuela, incluidos algunos no judíos, vienen todos del este lejano. Recogen cerezas y peras para kompot -una sopa de frutas helada que es un alimento básico de verano -de los muchos árboles que salpican el complejo, y plantaron papas en un antiguo patio de recreo.
En un sábado por la noche reciente, una familia no judía engatusó juguetonamente a Poliakov para que probara algo del pollo que habían asado para la fiesta de cumpleaños de uno de los miembros de la familia, una mujer de 44 años llamada Dora.
¨Es tan kosher como puede ser, te lo aseguro¨, dijo Dora, quien estaba en su cuarto trago de vodka. ¨Sí, estoy seguro, pero me quedaré con el alcohol¨, respondió Poliakov, sonriendo.
Poliakov, de 33 años, dijo que no sabe si su apartamento en Kherson, que compró recientemente con los ahorros de su vida, ¨si todavía está en pie o si es un montón de escombros¨, dijo. ¨Todos mis vecinos también se fueron así que no hay nadie para que revise. Es un pueblo fantasma. Estoy trabajando bajo la suposición de que no tengo a dónde regresar¨.
Con eso en mente, Poliakov, un judío practicante con un trabajo bien remunerado, podría bien asentarse en Vinnytsia, una de las ciudades más ricas de Ucrania con una población de 370,000 personas y una infraestructura igualada por pocas de su tamaño. O podría hacer aliyah, el término para inmigrar a Israel, dijo.
Poliakov está entre las personas que son consideradas pilares de sus comunidades que se fue debido a la guerra. Hay muchos como él, según Eduard Dolinsky, el director del Comité Judío Ucraniano, uno de los varios grupos que representan a la judería ucraniana.
Es demasiado pronto para hablar de estadísticas en medio de la niebla de la guerra, dijo Dolinsky, pero estima que la emigración relacionada con la guerra es especialmente alta entre una categoría de judíos que considera ¨pilares de la comunidad -personas que van a la sinagoga todas las semanas y se preocupan de ser judías¨, dijo.
Para tales judíos, años de construcción de la comunidad en torno a Israel, el hebreo y el judaísmo puede haber ayudado a construir relaciones fuera de Ucrania, incluso en Israel, que facilitó huir en las agitadas primeras semanas de la guerra, cuando muchos en todo el mundo buscaban apoyar a los ucranianos.
Pero muchos de los que se fueron no estaban involucrados activamente en la vida judía en Ucrania, según Vyacheslav Likhachev, un portavoz para el grupo judío ucraniano Vaad y un historiador que ha investigado los problemas sociales relevantes a la judería ucraniana.
¨La mayoría de los judíos ucranianos son seculares. Su apego a la comunidad, en la medida que existe, es cultural o a través de recibir ayuda del Comité de Distribución Conjunta Judío Estadounidense, no a través de Jabad o los rabinos que se relacionan con un porcentaje pequeño de la minoría judía¨, dijo Likhachev.
Entonces, ¿por qué se fueron tantos judíos ucranianos a Israel durante la guerra?
¨Porque podían y porque en Israel, casi todos ellos tienen amigos o familia¨, dijo Likhachev, agregando que debido a que miles de personas de territorio ucraniano hicieron aliyah en los años 1990, ¨La mayoría de la judería ucraniana ya está en Israel¨.
Cuántos de ellos es el tema de cierto desacuerdo.
Jabad dice que había aproximadamente 150,000 personas que son judías según la halajá, ley tradicional judía, en Ucrania antes de la guerra con Rusia. El Congreso Judío Europeo, basándose en los datos de grupos judíos locales, dice que hasta 360,000. Y el Instituto para la Investigación de la Política Judía en un informe demográfico del 2020 estimó que había aproximadamente 47,000 personas que se autoidentificaron como judíos ese año en Ucrania.
Cualquiera que sea el número, las pequeñas congregaciones de Ucrania están siendo golpeadas particularmente fuerte por los efectos de la guerra, dijo Dolinsky.
¨En una sinagoga donde tenías 50 personas viniendo al templo cada semana, 10 se han quedado¨, dijo Dolinsky. ¨Eso significa que las comunidades más pequeñas desaparecerán¨.
En Uzhgorod, una ciudad en la frontera con Hungría, la guerra ha provocado una afluencia de judíos -personas del este que han venido a Uzhgorod por seguridad.
¨La sinagoga está más ocupada que nunca y también nosotros¨, dijo Sarah Wilhelm, la esposa del rabino Mendel Wilhelm, emisario del movimiento Jabad en Uzhgorod, donde viven unos pocos cientos de judíos. Pero la guerra ¨ha hecho a todos más pobres y tristes¨, dijo.
Dolinsky es pesimista sobre que las comunidades, en última instancia, serán apuntaladas por los judíos que se mudan ahí desde otros lugares en Ucrania.
¨Las personas judías que huyeron del este a ciudades más occidentales no permanecerán ahí. Ellos están avanzando. Se están mudando a una nueva vida en Europa¨, dijo Dolinsky, de 52 años, que durante la guerra se trasladó de Kiev a la ciudad occidental de Lutsk. Él y su esposa Oksana ahora dividen su tiempo entre esas dos ciudades.
Dijo que las consecuencias de la guerra en la judería ucraniana irán mucho más allá de la demografía.
La consiguiente crisis financiera ha arruinado a la moneda local, la hryvnia, y a mucha de la economía local. Eso significa que los oligarcas como Kolomoisky o Victor Pinchuk probablemente tendrán menos dinero para invertir en reconstruir la judería ucraniana, dijo. Mientras tanto, aunque los judíos de todo el mundo donaron dinero para apoyar a la judería soviética hace 30 años, recolectar dinero en el extranjero podría ser difícil esta vez en medio de lo que se perfila como una nueva crisis financiera global, agregó Dolinsky.
¨Es mucho peor que cualquier cosa que hayamos visto¨, dijo Dolinsky. ¨Es absolutamente un desastre diferente a cualquier otro en mi vida, al menos¨.
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil
Fuente: The Jerusalem Post