22 Jun MUJER ALEMANA REGRESA A SUS RAÍCES Y SE CONVIERTE AL JUDAÍSMO A LOS 81 AÑOS
Mazal (Monica) Hartzfeld
Ella tenía un abuelo judío, pero de alguna manera Mazal Hartzfeld logró sobrevivir con su familia a la Alemania nazi. Después de años de tratar de escapar de sus raíces judías, ella dio un salto de fe y recientemente completó el proceso de conversión al judaísmo; Hartzfeld: ´Desde el momento en que llegué a mi primera plegaria en la sinagoga, sentí que había regresado a casa´.
A la edad de 81 años, Mazal (Mónica) Hartzfeld se convirtió al judaísmo.
La pequeña niña de Düsseldorf, Alemania, que pasó su niñez en los oscuros días de la Alemania nazi, cerró un círculo en Gush Etzion en Israel, donde ella completó el proceso de conversión a través de seminarios de AMI, una organización que ofrece seminarios de conversión al judaísmo en Israel para aquellos que no son ciudadanos israelíes.
«Yo tenía tres años cuando todo comenzó», contó ella en una entrevista con Ynet. «En ese momento, nosotros vivíamos en Düsseldorf, y cuando la guerra comenzó, pude ver como una niña pequeña los ataques contra las personas y contra sus propiedades».
Mazal (Monica) Hartzfeld
«Mi bisabuelo era judío, y el tema del judaísmo era muy querido para mi padre. Él siempre me contaba historias de la Biblia», contó ella, diciendo las últimas palabras en hebreo y señalando a la Biblia, la cual siempre tuvo un lugar de honor en su hogar. «Mi papá fue bautizado como un cristiano, pero él nunca fue a la iglesia, y no nos bautizó a nosotros, sus hijos».
Aunque ella tenía «sangre judía» corriendo por sus venas, su familia logró escapar de la sentencia de muerte que sus vecinos habían recibido -incluso aquellos que eran considerados solamente un cuarto judíos de acuerdo a las Leyes de Nuremberg.
«Hubo otros que estaban bajo circunstancias similares que lograron sobrevivir», dijo Hartz+feld. «Pero no era sencillo. Necesitabas un patrón; alguien local que te protegiera y cuidara que las autoridades no supieran (de tu patrimonio). No fue fácil, pero así fue como papá lo logró.
«Los recuerdo a ellos llevándonos a la escuela a mi hermana y a mí, y la gente murmurando a nuestras espaldas y diciendo «cómo es que ellos dejan a un judío asistir a la escuela? Eso es imposible»».
Quería dejar todo aquello detrás de mí
En cierto punto durante la guerra, Hartzfeld dijo que su familia sintió «como que el suelo estaba ardiendo bajo nuestros pies», y decidieron huir a una parte rural del país. ¨Fue mejor para nosotros ahí. La gente nos aceptó, y fue ahí donde nos quedamos hasta que la guerra terminó. Nosotros no teníamos una casa a la cual regresar, ya que Düsseldorf sufrió bombardeos masivos, pero al menos la guerra estaba detrás de nosotros.
Cómo fue crecer como una mujer judía en Alemania después de la guerra?
«Yo nunca fui perseguida», indicó Hartzfeld. «Era una niña pequeña cuando todo empezó, así que no sufrí como mi padre, pero incluso como una niña podía sentir el distanciamiento. Una vez que alguien sabía de nuestras raíces, ellos inmediatamente te trataban con esta especie de distancia. Así es como siempre se sentía.
«Así fue hasta los años 60, cuando las reformas tuvieron lugar y Alemania cambió. Pero para mi papá fue difícil hasta el final».
Cómo llegaste a estar interesada en la religión?
«Incluso siendo una niña comprendía que el judaísmo era muy importante para mi padre. Él siempre hablaba con orgullo de eso, cuando todos los demás lo veían como obsceno. Me contaba sobre la cocina especial que su madre tenía, donde ellos preparaban los alimentos y comían de acuerdo a las leyes de kashrut judías».
«Él solía decirme, ´incluso si no estás de acuerdo con lo que está escrito en la Biblia, nunca te burles; respétala».
Cuando ella creció, Hartzfeld pensó en construir una vida para sí misma, fuera y lejos de los ideales judíos de su padre. «Me casé con un cristiano, por supuesto, y quería criar una familia judía y dejar lo demás detrás de mí, pero no sucedió. Mi matrimonio no duró. Los niños crecieron y se fueron, y me encontré a mí misma en una búsqueda del alma».
«Era obvio para mí que yo no sentía ninguna conexión con el cristianismo, y como mi padre, siempre vi toda la historia de Cristo como algo ficticio», dijo Hartzfeld, quien decidió volver a sus raíces. «Comencé a aprender hebreo, y después la Biblia. Leí más y más, y finalmente me acerqué a la comunidad judía en la ciudad en la que vivía en Alemania, y pregunté si podía unirme a sus plegarias en la sinagoga. Ellos contestaron que cualquiera que quisiera unirse puede hacerlo, y así es cómo empezó»:
«Sabe usted lo que significa para mí recibir la Torah?»
Hartzfeld fue una estudiante diligente, y a pesar de su edad, logró completar el proceso de conversión al judaísmo más largo en Israel. «Lo más emocionante fue Shavuot», dijo Hartzfeld. «Sabe lo que significa para mí recibir la Torah?», pregunta ella retóricamente, hablando sobre la tradición de la fiesta. «Yo soñé sobre esto por muchos años. Ahora, tengo 81 años, y finalmente estoy ahí¨».
De acuerdo al Rabino David Ben-Nissan, coordinador de la conversión privada en AMI, Hartzfeld se convirtió en un miembro activo de la comunidad judía. «Ella se acercó hace unos pocos años para convertirse. Fue increíble ser testigo de eso», dijo el Rabino. «Ella vino en cada Shabbat de principio a fin, iba a todas las plegarias y lecciones, siempre motivada. Ella incluso me ayudaba con mi alemán durante las largas lecciones».
«En lo que a ella se refiere, es el camino correcto, es lo que es verdadero para ella. Yo estaba impresionado por cómo una persona de su edad simplemente se rehúsa a rendirse. Esta es una verdadera conversión al judaísmo desde el lugar más puro que puede haber. No hay nada aquí excepto un deseo sincero de unirse al pueblo judío».
Cuando Hartzfeld, quien ahora se llama orgullosamente a sí misma por su nombre judío de su juventud, terminó contestando la pregunta aparentemente obvia – por qué?
«Yo ni siquiera sé cómo explicarlo. Desde el momento en que llegué a mis primeras plegarias en la sinagoga, sentí que había regresado a casa. Esta es la vida que yo siempre quise tener. Ahora siento que todo tuvo una razón. Hubo una razón para nuestra supervivencia, hubo una razón para los discursos de mi papá sobre judaísmo, hay una razón por la que -incluso a mi edad -yo todavía tengo buena salud».
«En la mañana, cuando despertamos, nosotros (los judíos) agradecemos a D-s por devolvernos nuestra alma. Hasta donde yo veo, él me devolvió mi alma para esto. Para que así yo, yo misma, pudiera regresar».
Fuente: netnews
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil