20 Jun CÓMO UNA PERIODISTA JUDÍA ALERTÓ AL MUNDO SOBRE LA SILENCIOSA HAMBRUNA DE UCRANIA
«Ella rápidamente se dio cuenta que éste era un estado totalitario increíble».
En sentido de las manecillas del reloj, desde la izquierda: foto de Rhea Clyman en el Toronto Telegram de 1933; un ´Tren Rojo´ de carretas llevando la primera cosecha de productos a las bodegas del gobierno soviético; niños famélicos afectados por la hambruna.
La innovadora cobertura de Rhea Clyman de la hambruna de 1932 es el tema de una nueva biografía por el Prof. Jaroslaw Balan, quien está buscando la «mina de oro» de la autobiografía de ella.
Mientras estaba conduciendo por la campiña ucraniana en 1932, Rhea Clyman, una periodista judía canadiense, se detuvo en un pueblo para preguntar dónde podía comprar algo de leche y huevos.
Los pobladores no podían entenderla, pero alguien se fue y regresó con un niño paralítico de 14 años, quien lentamente avanzó hacia ella.
«Estamos muriendo de hambre, no tenemos pan», dijo él, y continuó describiendo las condiciones pésimas de la primavera anterior. «Los niños comían hierba…se agachaban en cuatro como animales…No había nada más para ellos».
Para ilustrar el punto, una mujer campesina comenzó a sacarle la ropa a sus hijos.
«Ella los desvistió uno por uno, empujaba sus vientres caídos, señalaba sus piernas delgaduchas, pasaba arriba y abajo su mano por sus pequeños cuerpos torturados, deformados y retorcidos para hacerme entender que esto era una verdadera hambruna», recordó Clyman en un artículo publicado por el Toronto Telegram, uno de los periódicos canadienses más grandes de esa época.
Olvidada hace tiempo, un profesor ucraniano en Canadá está escribiendo un libro sobre Clyman, la primera biografía de la intrépida reportera.
Soldados del Ejército Rojo Soviético confiscan vegetales a
aldeanos en la provincia de Odessa, 1932.
«Ella fue a la Unión Soviética sintiéndose muy optimista, [esperando que no habría] desempleo, que los hombres y las mujeres eran iguales», dijo Jaroslaw Balan, del Instituto Canadiense de Estudios Ucranianos en la Universidad de Alberta. «Pero rápidamente se dio cuenta que éste era un estado totalitario increíble -qué pobre era la gente y qué difíciles eran sus vidas».
Clyman nació en 1904 en Polonia, entonces una parte del Imperio Ruso, y emigró a Canadá cuando tenía 2 años. A la edad de 6 años, fue atropellada por un tranvía y su pierna tuvo que ser amputada. Ella pasó los siguientes pocos años entrando y saliendo de hospitales.
Sin embargo, esto no le impidió, a la edad de 24 años, viajar a la Unión Soviética y tratar de ganarse la vida como una corresponsal extranjera independiente.
En 1928 Clyman se bajó del tren en Moscú sin conocer a nadie y con sólo unas pocas palabras de ruso. Pasó horas en la estación de tren hasta que alguien le mostró el camino a un hotel, donde durmió en la bañera de un periodista estadounidense. Ella permanecería en la Unión Soviética por los siguientes cuatro años.
«Muchos periódicos enviaban periodistas [a la Unión Soviética] por breves [períodos]», dijo Balan. «Pero ella aprendió el idioma. Desarrolló una perspectiva que era muy diferente».
En cierto punto, Clyman viajó al extremo norte de Rusia al pueblo de Kem, cerca de un campo de prisioneros soviéticos, un lugar fuera de los límites para los extranjeros. Ella se reunió con las esposas de los prisioneros, vio a los ex reclusos a quienes no se les permitía dejar el pueblo incluso después de que habían sido liberados, e informó sobre cómo los soviéticos utilizaban a los prisioneros políticos como trabajadores forzados para cortar madera. Esta fue una historia importante para Canadá, la cual estaba entonces perdiendo su mercado de la madera en Reino Unido ante el competidor soviético más barato.
«Esto apoyó las afirmaciones de que mano de obra más barata era utilizada en la Unión Soviética, y [por esa razón] Canadá no podía competir», dijo Balan.
Pero fue la cobertura de Clyman del Holodomor, la hambruna provocada por el hombre que, según se estima, causó la muerte de unos 4 millones de ucranianos entre 1932 y 1933, lo que realmente interesa a Balan. Él se cruzó por primera vez con el trabajo de Clyman mientras estaba investigando a través de periódicos canadienses lo que fue escrito sobre la hambruna en Ucrania.
En 1932, Clyman condujo en un auto hacia el sur de Moscú a través de Kharkiv -entonces la capital de Ucrania -hasta el Mar Negro y al lugar de nacimiento de Stalin en Georgia.
En Ucrania, pasó por poblados vacíos y se preguntó dónde había ido toda la gente?
Un grupo de aldeanos en una granja colectiva se reunieron alrededor de ella para ver si ella podía llevar una petición al Kremlin para contarle a los líderes soviéticos que la gente se estaba muriendo de hambre. Se habían llevado todo su grano. Sus animales hacía mucho que habían sido matados. Cuando ella trató de comprar huevos, una mujer de la aldea la miró incrédulamente y le preguntó si esperaba conseguirlos por dinero.
«Por supuesto», contestó Rhea. «No espero conseguirlos a cambio de nada».
«Usted no entiende», le dijo la campesina. «Nosotros no vendemos huevos o leche por dinero. Queremos pan. Tiene algo de pan?»
Un hombre muerto de hambre yace en la calle en Ucrania durante el
Holodomor, la hambruna de 1932-1933 que mató a cuatro millones.
Balan dijo que Clyman desarrolló ideas sobre las causas de la hambruna -que esta no se debía solamente a la sequía, sino al resultado de la colectivización forzada. Por ejemplo, el intento soviético de mecanizar la agricultura llevó a problemas cuando la producción de la maquinaria no marchó tan rápidamente como estaba planeada. Los caballos y el ganado ya habían sido matados, pero no había suficientes tractores para cosechar los cultivos. Esto fue el resultado de las decisiones pobres desde la cúpula, dijo Balan. Cuando los ucranianos se estaban muriendo de hambre, los soviéticos sellaron las fronteras entre Ucrania y Rusia para que así la gente no pudiera escapar, añadió él.
Un reportaje de la expulsión de Rhea Clyman por los funcionarios soviéticos.
«Su historia es importante para los judíos y los ucranianos», dijo Balan. «Entre los ucranianos, hay muchos estereotipos de que los judíos eran bolcheviques y que fueron responsables por la hambruna. Y aquí está una mujer judía quien ha escrito sobre la hambruna. En realidad, los judíos también eran perseguidos. Ella es judía también, pero mira, ella escribió la verdad».
En 1932, Clyman se convirtió en la primera periodista extranjera en 11 años en ser expulsada de la Unión Soviética, supuestamente «por difundir mentiras».
Pero desde ahí ella fue a Alemania, para informar sobre el ascenso de los nazis.
Balan todavía necesita hacer mucha más investigación para encontrar los artículos que Clyman escribió desde Alemania. Él dijo que solamente había podido leer dos de ellos hasta ahora.
Clyman reportó desde Alemania hasta 1938, cuando huyó del país en un avión pequeño junto con unos pocos refugiados judíos. Desafortunadamente, mientras el avión llegaba para aterrizar en Amsterdam, se estrelló. Casi la mitad de los pasajeros resultaron muertos y Clyman se rompió la espalda -aunque ella de alguna manera evitó la parálisis.
Regresó a Norteamérica, donde se mudó a New York y registró sus memorias. Nunca se casó ni tuvo hijos, y murió en 1981.
Un reportaje sobre el accidente de aviación de Rhea Clyman en Amsterdam, 1938.
Tras su muerte, la autobiografía de Clyman permaneció sin publicarse y Balan está esperando encontrarla. Él también está tratando de descubrir dónde fue enterrada ella. Localizó a algunos de sus familiares pero ellos no sabían dónde fue sepultada, dijo él.
«Si pudiéramos encontrar sus memorias eso sería emocionante, sería una mina de oro», dijo él.
Balan recientemente dio una charla sobre Clyman en Limmud FSU en New York, la reunión más grande de judíos ruso parlantes en Norteamérica. La charla fue auspiciada por el Encuentro Ucraniano-Judío, una organización sin fines de lucro canadiense que tiene como objetivo promover la cooperación entre ucranianos y judíos. Lanzada por el empresario canadiense James Temerty, la iniciativa pretende acabar con los sentimientos negativos entre los dos pueblos.
«Los judíos han estado viviendo en Ucrania probablemente por 1,000 años, y ciertamente en grandes números desde el siglo XVI», dijo Balan. «Si usted saca los períodos de los pogromos y el Holocausto, el resto del tiempo, los judíos en muchos casos florecieron en Ucrania».
Comunistas estadounidenses atacando a un grupo de ucranianos protestando contra la hambruna Holodomor causada por lossoviéticos en 1933, la cual mató a cuatro millones de ucranianos.
Los dos pueblos tienen más en común de lo que podrían darse cuenta -la comida, para empezar -y deberían aprender más sobre la cultura de cada uno, dijo Natalia Feduschak, la directora de comunicaciones para el Encuentro Ucraniano-Judío.
Feduschak dijo que Clyman ayuda a salvar la brecha entre las dos comunidades porque ella era una mujer judía que escribió «sobre la hambruna ucraniana con gran compasión y gran entendimiento».
«Debido a la Segunda Guerra Mundial y a los horribles acontecimientos de ese período, las comunidades encuentran difícil comunicarse entre sí», dijo ella. «Pero hay muchas similitudes».
Fuente: The Times of Israel
Traducción: Comunidad Judía de Guayaquil